martes, junio 17, 2014

HACIA UN ESTRUENDO DE FLORECERES




Algún día nacido de un
estruendo de floreceres
en este punto ínfimo del universo
resurgirá la hora de la vida
que no de la muerte
y no habrá tiempo para guerreros
sino para arquitectos de confines
artesanos de horizontes
deslumbrados ingenieros
de auroras desplegando
las pupilas de los niños
como un lienzo gigante
sobre el verdecer del planeta

Algún día desde el río
de savia de una raíz de poleo
el hombre comenzará a mirar
en su interior el paisaje de alas
que lo habita
y recobrará su oficio dinamitero
para poblar de bosques
los pájaros y devolver
a las aguas su tumulto de sales
no habrá fronteras ni otro
imperio que el del hombre
inaugurando su humana
condición de alfarero

Algún día bordado de arpegios
en el re menor de los conciertos
para cuerdas fundiremos los metales
de la guerra para hacer vasijas
en las que emerjan almácigos
de palabras que como estrellas
le devuelvan al hombre
su lenguaje de amor

Aprenderemos a contarnos
para saber la dimensión gigante
que alcanza el corazón cuando
conjuga sus sístoles en gerundio
y entonces detendremos
los desmanes paralizaremos
las armas le cerraremos
las espitas al horror
y comenzaremos a fundar
un territorio de mieles enardecidas
para abejas dispuestas
a hacerle colmenas a los suspiros
casitas de agua a la risa
hospedaje eterno a la alegría


texto y foto
mery sananes / 2004
Floreceres

Franz Schubert
Sinfonía Nº 8 / Inconclusa 




1 comentario:

Anónimo dijo...

“El poeta nos ofrenda, así en tan poquitas palabras, todo el universo, a través del sonido de una flauta, afinada con la ley de los pájaros, de las alas, del viento, de todo lo que se extiende desde el ojo hasta el universo que lo ve, con la marea que roza, labio a labio, la vida… ¿Juego de palabras? El poeta juega con las palabras porque está apostando a darles vida, a convertirlas en mágicos talismanes que le devuelvan al ojo su capacidad para ver y al corazón la hondura para escuchar el código de los pájaros, afinando las flautas del universo. El poeta siempre quiere ser un alquimista. Porque al hombre le han arrebatado su capacidad de ser creador, de ser un engranaje único en la estructura infinita del universo. El poeta se la quiere devolver, o señalar, o advertir, para que tenga una silla para mirar el universo a través de si mismo.” (Mery Sananes, De la palabra, la cultura y el conocimiento).