viernes, diciembre 23, 2011

OLEAJE CARIBE


yo me quedo con mi larga herida
y una oquedad que nadie recorre
Octavio Paz / Piedra de sol


Yo me siembro en la noche de los
adioses y en el silencio atónito de los
desparpajos hasta que la risa regrese
al regazo de donde nunca debió salir
hasta que el río recobre su cauce de ave
y el agua surque una partitura de oboe
hasta que se restituya el hilo de la vida
sobre las madejas del amor y se abran
los ventanales a piedras de pez y rosas
de mar hasta que fulguren de nuevo
los párpados a los que se les robó
el tránsito del sol y retorne abril a parir
hijos de la primavera sin ladrones de luz
ni usurpadores de los racimos de uvas
que manan de los ojos del amanecer

Yo me quedo en la lágrima que se detuvo
en el umbral de los desasosiegos sin
derramar su sal en la estación de los abrazos
hasta que enero estalle de nuevo en la
resurrección de los cantares y la exultación
de los colibríes hasta que el horizonte
ascienda vertical sobre las pupilas de un
tiempo expropiado a la ternura arrancado
de cuajo al asombro de las florerías
hasta que se recomponga el estatuto
de los pinceles y se desaten las lunas
atrapadas en el cristal de un telescopio ciego

Me quedo anclada en este oleaje caribe
para tejerle cometas a los haberes de la
montaña recoger el frenesí del vuelo de
las mariposas  y el trayecto rubí de los
cardenales para descender al epicentro
donde se gesta el adagio de las mecedoras
y ascender hasta la frágil arquitectura de
los panales en busca del tiempo niño que
desarraigaron de mis suspiros como si
bastara la disolución de lo vivido para
quebrar la consagración de lo que pervive
en el recinto enardecido de los amores
sin fuga ni despedidas 


texto y foto / mery sananes 

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