miércoles, marzo 14, 2012

LUIS MARIANO RIVERA: ARRECIFE DE GIRASOLES


A DIEZ AÑOS DE SU ESTADÍA EN EL CORAZÓN DE LAS CERECITAS


Sonatas para aleros

La poesía es la revelación de lo más hermoso que lleva el hombre por dentro. Es el don mágico que convierte todo lo que existe en señal para descifrar la maravillosa complejidad de la vida. Reside en los sentimientos y la capacidad creadora, en su arquitectura sideral, en el perfecto engranaje de una maquinaria construida para trascender y dejar huella de frutos sobre la tierra.

No en vano el hombre le fue otorgado el asombro y la lágrima, la vastedad del silencio y la sonoridad de su corazón ilusionado. No en vano conoce las rutas azules de la alegría. Y se ha asociado al universo titilante, con estatura de ingeniero cósmico, no a contar las distancias sino para descubrir todo el infinito que es capaz de albrgar en su pecho.

Ocurre, sin embargo, que a la mayoría de los hombres le han arrebatado ese rayo de asombro que les permite percibir en los caminos los signos más diminutos de lo vivo, las cuevas de los hormigueros, la danza ríttmica de las hojas  las hierbas, el arpegio que dibujan en el aire las flores en el instante de su nacimiento, la sonata para aleros que escriben las garúas, la fiesta del sol cuando arriba a los mediodías frondosos.

Le han cubierto los ojos y los oídos, le han ocultado los aromas dúlcimos que se fabrican en el taller de la naturaleza. Le han roto el canto a fuerza de tanto grito. Le han arrebatado el sabor de mandarinas de los días de recolección. Le han quebrado el recinto donde se guardan los talismanes del amor y le han dejado un vacío, una ira inútil, un desencanto, una derrota.

Le han robado la poesía, su condicion titiritera, su andar aventurero, sus ansias de ser capitan de auroras. Y mientras no recobre colectivamente sus poderes creadores, mientras no asuma de nuevo a plenitud su esencia de hombre, otros habrán de domesticarlo, engañarlo, negociarlo y amordazarlo.

Para echar abajo
los postigos

¿Y porqué se le quita al hombre su pertenencia más preciada? Para que no cante en coro numeroso, para que no junte sus sueños a los sueños de su hermano, para que no se cubran las enredaderas de azahares, los patios del vivir y se echen abajo todos los postigos, para que no se reparta la alegría entre todos, sino que, al igual que las flores, los frutos, los granos y el mismo firmamento, se haga propiedad de unos pocos.

Por eso cuando en estos tiempos de ruidos y sombras, de mercancía y mercaderes, de sequías y devastaciones, insurge un canto, una voz y un verso que devuelve al hombre su mirar y su querer, que reconstruye la armonía del universo y la solemnidad del trino, la audacia del ave y el misterio gigante que construye la miel, es tiempo de júbilo y celebración. Es día de risas y algarabía, Reencuentro con todo aquello que estaba allí, frente a nuestros ojos y nuestras manos, aguardando ser contemplado y escuchado, procesado en la artesanía del afecto, para entregarse a nosotros como arrecife de girasoles, insurgencia de sávila, resurrección de arcoiris.




Canchunchú

un solar sin cercas

Y eso fue lo que nos ocurrió co Luis Mariano. Un día llegó a nuestras manos un sobre lleno de escritos. Venían haciendo travesía alada desde Canchunchu Florido, desbordante de versos y sentimientos. Conocíamos ya al Maestro porque, como se lo dijimos entonces, ¿quién que ame al hombre sencillo de estas tierras y se haya detenido a orillas de una vereda a recoger el sabor de sus frutos, no conoce a Luis Mariano? Muchas veces habíamos escuchado sus melodias y nos habíamos quedado con las ganas de ir  despertar las cuerdas de su cuatro en esa casa suya que no tiene puertas sino sólo solares para acoger a los visitantes.

Pero la direccion fue inversa. El Maestro hizo camino hacia esta cátedra andante con sus Cantos de fragancia amor y tierra, Y abrir aquel ramillete de hojas fue sentir como si se derramara sobre la vida un aluvión de mariposas, un aguacero de primavera, un manatial de amor. Así se lo dijimos. Anduvimos por aquellos poemas como si estuviéramos en nuestra casa, recogimos en el viento de las trinitarias los mensajes de Aquiles, cabalgamos el burrito de la infancia, por entre estrellas y florecitas, aleros y escobitas de monte. Fue regresar, con fuerza musical y a sol encendido, al milagro de la vida.

Versos transparentes
como cristales de agua

Fue una aventura inolvidable, que vino enlazada a una migración de tucusitos y cucaracheros, habitantes de nidos soñadores, con sabor a casa de leña encendida y pan de anís. Sus poemas son transparentes como los cristales de agua que nos regala el rocío. Melodiosos como concierto de chicharras y turpiales. Poesia que mana de su corazón hecho de espigas, como una cascada de estrellitas fugaces.

Entonces nos comprometimos a hacer oficio de diáspora para que en unión del fuego del leñador y del canto del trovador del optimismo y la consagración, llevar su mensaje a la gente que está en la esencia de su propia poesia. A convertirnos en estafeta de sus versos para esparcir sus lecciones de jobo y cundeamor en la residencia del hombre.

Hoy vemos convertido en realidad ese anhelo. Sabemos que estos Cantos de fragancia, amor y tierra tomarán las travesías de los cometas y se prenderán de los piquitos de los colibríes, para entregar su carga de música y poesía en cada solar, en cada tierra donde emerge el verde recién nacido, porque allí estarán como en su casa.

Ya Luis Mariano es un antiguo morador de plazas y veredas, de patios y pocitos de agua, de ranchos de carton y casitas de zing, de corridos y décimas, de velorios y sones de negros, de tambor y papagayo. Cuántas veces ha resonado la clave de sol en su bandola y cuantas veces la brisa nos ha traído la melodía de Cerecita,  Canchunchu Florido o tantas otras, transportada en la ilusion cantora de voces juveniles.

Un hombre con
ropaje de flor

Luis Mariano es desde hace mucho propiedad colectiva, orgullo de los campos que lo vieron nacer y de los pueblos pequeños que él ayuda a florecer. Testimonio de un trabajo creador que no pierde su frescura de riachuelo, su estatura de hierba, su razón jardinera, aún en medio del bullicio y la consagración. Nada ha cambiado su linaje, su estirpe de arado y maizal. Sigue siendo, dondequiera que esté, un hombre con ropaje de flor.

Luis Mariano Rivera es leccion permanente de creación y vivir. Sabiduría popular que se desborda en hilos de cabello de ángel. Por ello, para entregarse, no requiere de salones ni academias, de criticos literarios o de especialistas. Su escuela está en los oleajes, en las ondas luminosas, en el croar de los sapitos, en el calor de la brasa, en el rostro del amigo y la tristeza del campesino, en la savia que recorre los tallos tiernos, en la acuarela con que se viste el crepúsculo y se anuncia la aurora.

Sabor a siempre
y todavía

Está en la lágrima y en el suspiro, en el recuerdo de los días de gurrufío y perinola, en las cuerdas de su cuatro enamorado, en todo lo que lleva por dentro, que adquiere por ello sabor a siempre y todavía.

Luis Mariano, a su ochenta y cinco años, tiene el rostro encendido de ilusión, es raudaloso su hablar, inagotable su entrega y su sonrisa de caña dulce. Y en él corre el afecto como hilerita de hormigas, lluvia de verano, semillero de parchitas. Después de conocerlo, queda establecida la militancia en la alegría y el compromiso de no cesar en el oficio floricultor.

En su albergue de alquimista, el dolor se convierte en risa, la desazón en esperanza, la ira en vendaval de espigas portadoras de granos. Allí Luis Mariano descubre el misterio de las estaciones en los hilos de plata que dibuja la guácara sobre caminitos de luz. Escucha la gestacion del canto que construyen las chicharras en el interior de la tierra, distingue en el bosque de colores, la dimensión exacta de cada estructura vegetal regaladora de armonías, esparcidora de aleluyas.


 


Navegación en
océanos de lirios

En ese andén bordado de lecciones y enseñanzas reecontramos la semilla de amor que la vida repartió como rosa de los vientos a todos los confines, para que el hombre no dejara jamás de ser hermano del hombre. Navegación en mares de rosas, en océanos de lirios, en ríos cuajados de rocío y tentación.

Luis Mariano será siempre generosa cosecha de vida, equipaje de cometas, mapire infinito de luceros. Sonrisa que galopa en la brisa, abrazo con templanza de cedro, verso y copla que brota del surco, de los pliegos de donde nacen los jazmines, del cielo que pare azules de alegría.

Sus versos y sus coplas hablan por él, y de lo que se trata es de desgajar las hermosas lecciones que contienen para entregarlas a las aguas, como embarcaciones centelleantes cargadas de porvenir. Goticas de futuro que nos envía el mañana.

En su nido de ramas silvestres  y racimos de cerezal, la poesía no es visitante sino morador, Sabe que alli nada le hace falta para fabricar su almácigo de amor. Y en ese confin, se vuele instrumento de combate, luz radiante que emerge anunciadora de historia  colectiva, de memoria cuajada de alegrías comunes,  de plenitud compartida , de utopias realizadas.

En los versos de Luis Mariano queda  diseñada, al modo de Walt Whitman, la estatura de los tiempos que vendrán. Un tiempo, cómo él mismo dice, en el cual los peces jueguen  en las aguas con la luz de los luceros, las flores bailen en los bosques al son de un cristofue, y el dolor se haga para siempre cultivo de taparos guardadores de guirnaldas.

Cantar las cosas sencillas
que tengan sabor eterno

Luis Mariano no hace otra cosa que dibujar la vida de cada día, sazonada de ternura y humildad. Es el poeta que le canta a la chivita obsequiada para servir de alimento, y que en sus manos se convierte en compañero de afectos. Es el perro comesobras que, sin embargo, deja en cada calle sus señales. Es la Negra María que un día le pidió al maestro unos versos en los que él puso todo el valer de su nobleza.

Es el canto a todo lo que irradia claridad, y la advertencia contra todo aquello que nos deforma e intoxica. Y es la amistad, la fraternidad ofrendando sus versos al amigo a quien le da consuelo,  al que le dio abrigo, al que le llevó unos versos emocionados. Y es el sendero incansable de la entrega porque para el poeta su corazón es un nido formado con fragancias de ternura.

Es la melodía que rescata para el porvenir las regaderas que empapan de alegría los conucos, y el grano que cuaja para brindar su sabor. Es el manojo alegre de ramitas frescas, amarradas con corteza de cautaro, que perfuman con su savia los rincones de la vida. Y es el amor que nunca envejece porque mamerta y Gumesindo sienpre sueñan con pensamientos niños.

Por sus versos musicales pasa el torrente de la vida, sin distinciones ni cercas. Todo lo alcanza su sentir, las florecitas sin nombre, el tiguitiguito y el chababá, el tucusito y la chicharra, la matica de ají dulce cubierta de zarcillitos. Los negritos de Cerizola,  las Ambrosias de temple recio, Cruz Quinal y Berta Vargas, Juan Quijano el de Cariaco, Cabén el sembrador, Tobías, el poeta y el maestro.

El mismo señala el sentido de su poesía. Porque soy un cantor / que solo busca en el verso / cantar las cosas sencillas / que tengan sabor eterno. Soy cordaje de emoci{on / en bandola bien punteada / y soy de mi tierra amada / raíz que toma en su adentro / la savia de su alimento / y no me cambio por nada.

Hombre en proceso
de porvenir

Por eso su voz es cuerda encendida, coral de bandolas, antorcha de plata, que hace aflorar de cada tejado gajitos infinitos de pomarrosa. Su vida es festejo de la naturaleza. Su oficio es ser hermano de los caudales y las sequías, El hombre común encuentra en su cantar, revelada toda su carga poética, su acción mineral y floricultora. Es hombre en proceso de porvenir.

Pueblo No Descubierto rescatando los trazos de antiguas hazañas y volcando sobre ellas su equipaje de truenos y cotopríes. Sabemos que la conjunción de su poesía con la que habita en el interior de cada hombre, producirá algún día, andenes de alhelí, celebradores de un tiempo nuevo.

Su biografía poetica y sideral está escrita en el candor de los niños, en los hilos de fosforo que la brasa le regala al viento, en la dulcerías de cerecitas y en la creciente de las aguas. Y allí hay que ir a buscarla. La recolección de los decires, de sus años de peregrino enamorado del vivir, la vertiente de sus sentimientos forjados en las acerías del compartir, sus jornadas campesinas de abridor de surcos, su andar carupanero y su militancia universal, están por recoger. En esa tarea nos hemos comprometido con Luis Mariano.

Por la resurrección
de las fogatas

Mientras, no podemos detener este caudal de versos y lecciones. Pertenecen a la vastedad de los campos, a los espacios habitados por truenos encantados y arcoiris de amor. A los lugares donde se aposentan los lirios y la flor de baile, A los sitios donde mora el canto libertario del hombre y la trinchera danzante de victorias. Allí fecundarán rebeldias y combates, sacrificios y entregas, compromisos y hazañas, hasta que algún día regresen prendidos para siempre en la alegría colectiva del pueblo, en la resurrección de las fogatas y la apoteosis del vivir.

mery sananes
prólogo al libro
Cantos de fragancia, amor y tierra
Caracas, CEHA-CPT-UCV, 1991.



UNA APROXIMACIÓN A LUIS MARIANO RIVERA

1 comentario:

MAlvi Monzon dijo...

EXCELENTE PROLOGO, PARA UN HOMBRE QUE CON SU HUMILDAD HIZO VERBO EL SENTIR DE UN PUEBLO, DE SUS RAICES Y TRADICIONES