domingo, mayo 14, 2017

DE LAS PALABRAS - JULIA WARD HOWE



Julia Ward Howe


Qué magnífico texto éste de Julia Ward Howe escrito en 1870. Me gustaría colocarlo en cada poste, esparcirlo desde el aire en todo espacio cruento, pegarlo en el envés de las puertas.

Es una verdadera síntesis.  Muchas veces escribí que si las madres no dejaran ir a sus hijos a la guerra, esa ‘agencias irrelevantes’ causantes de todas las guerras, no tendrían mano de obra para sus masacres.  Y no se llevarían a nuestros hijos para que desaprendan lo que hayamos podido enseñarles.  Ni permitiríamos que fuesen entrenados para herir a otros hijos.

Lo dice Julia de manera concisa y certera: la sangre no limpia el deshonor ni la violencia es señal de posesión.

Y hasta que hayamos aprendido esa lección, que está escrita más en el útero de una madre que en todos los tratados de economía política, seguiremos siendo manejados por todos los odios inventados para que nos liquidemos entre nosotros mismos, mientras, los ‘internacionalistas’ de turno se dedican a repartirse el botín.

Sin embargo, algún día esta lección se instalará en el corazón de cada madre y cada hijo, y así a toda la humanidad, hasta que cese toda herida.

Mientras, ni aún un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, podrá promover la alianza entre todos y el arreglo amistoso de las cuestiones internacionales.

Las madres, en nombre de sus hijos, hasta ahora les ha tocado poner el corazón para que se les desangre.

Y por el camino que vamos, hasta esa raíz elemental de la que estamos hechos,  como toda forma viva, tenderá a desaparecer barrida por una violencia que carece de límites.

El bautismo sigue siendo de lágrimas. Pero cómo hay que seguir rescatando lo que somos, para no tener que seguir llorando a nuestros hijos, sino contribuyendo a fundar una sociedad sin odio ni violencia.




mery sananes
06 de febrero del 2014

Hoy, en mayo del 2017, aquí en este expaís, esta proclama adquiere aún mas vigencia y significación.  Son muchas las madres que hoy lloran a sus hijos asesinados por la violencia y el odio. Tal vez sea hora de escuchar sus palabras y echarlas a andar. 14 de mayo del 2017.




PROCLAMA DEL DÍA DE LAS MADRES

¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas! Digan con firmeza: 'No permitiremos que los asuntos sean decididos por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras en busca de caricias y aplausos, apestando a matanzas.

No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia'. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país, como para permitir que nuestros hijos sean entrenados para herir a los suyos.

Desde el seno de una tierra devastada, una voz se alza con la nuestra y dice '¡Desarma! ¡Desarma!' La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión.

Así como los hombres a menudo han dejado arado y yunque por el llamamiento a la guerra, que las mujeres ya dejen todo lo que queda de su hogar para un día grande y serio de consejo. Que se reúnan primeramente, como mujeres, para conmemorar y llorar por los muertos. Que se aconsejen solemnemente de la manera en la que la gran familia humana pueda vivir en paz, cada uno llevando en su tiempo la impresión sagrada, no de César, sino de Dios.

En nombre de la maternidad y la humanidad, les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente, a la brevedad posible, para promover la alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales.

Julia Ward Howe, Proclama del día de las madres, 1870.



Julia Ward (27 de mayo de 1819 – 17 de octubre de 1910) fue una célebre abolicionista y activista, defensora de los derechos de las mujeres en el contexto sociopolítico propio de la sociedad norteamericana de mediados del siglo XIX. Su pensamiento evolucionó hacia las filas del sufragismo que inicialmente no consideraba prioritario. El apellido Howe es el que le correspondía desde que contrajo matrimonio con Samuel Gridley Howe el 23 de abril de 1843. Conocida por haber escrito la letra de la canción The Battle Hymn of the Republic y por su Proclama para el día de las madres (1870), Julia Ward es autora de ensayos, libros de viajes y poemas, que le valieron llegar a ser la primera mujer elegida para la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras, en 1908.
Para mayores datos biográficos de Julia Ward Howe visitar el siguiente enlace



7 comentarios:

Anónimo dijo...

Las palabras de Julia Ward mantienen una vigencia que no se establece en base a parámetros civilizatorios, sino por medio de una fibra de verdad que trasciende los rastros de una obra humana que se ha cargado, en demasía, de una negación del ánima, un rechazo de la fantástica dimensión simbólica de todo aquello que es territorio de la sensibilidad y del espíritu. Es una verdad tan palpable, tan a vuelta de la esquina, tan posible. Y resulta un contrasentido que las lágrimas de los bautizos sean causadas principalmente por el hombre. Es un exabrupto. Lo grave es que cuando estamos íngrimos, en medio de la más absoluta soledad, sin nadie que perturbe la posibilidad cierta de una paz interior, entonces buscamos sintonizar de nuevo con los dislates del afuera, aquellos que impone la mediocre autoridad de las minorías gobernantes. ¿Parecerá extraño que introduzca este disociador elemento en la conversa? Espero que no. Muchos de nuestros males como especie, radican en nuestro empeño en no vivir una vida de individuos que pueden socializar entre sí, sino de egoístas entidades que prefieren que sus vidas y afectos se les escurran entre las manos como las moléculas en un reloj de arena, repitiendo y encarnando mentiras ajenas, día tras día, hora tras hora...
Se les quiere…
Salud!

Luis Alejandro Contreras

Anónimo dijo...

Gracias por tu presencia, Mery Sananes. Siempre hondamente implicada. El bautismo sigue siendo de lágrimas, pero no hay lugar para la retirada. No. Besos, amiga.

Zhivka Baltadzhieva

Anónimo dijo...

Contundente, Mery. Que la maternidad que prodiga cada mujer nos salve de cada acción de guerra

Patricia Quintero

Anónimo dijo...

" ¿Cómo no llenarse de angustia ante la siniestra pantomima de una junta militar que, sabiéndose rechazada por la población civil, opta por una fuga hacia adelante y se lanza a la reconquista de las Malvinas, sabiendo perfectamente que eso manda a la muerte a millares de conscriptos mal entrenados y equipados? ¿Cómo no sentir náuseas frente a la estúpida adhesión de una mayoría de argentinos que en estos últimos años han vivido día tras día la opresión, los asesinatos, la tortura y la desaparición de millares de compatriotas?" Fragmento de "Los autonautas de la cosmopista" de Carol Dunlop y Julio Cortázar. Y lo más triste de todo es que las madres salieron a la plaza a festejar esto de que sus hijos iban a esa guerra como si se fueran a convertir en héroes y fueran a volver con honores sanos y salvos, y todavía más triste es ver que las actuales y futuras madres que han reemplazado la cultura, la lectura y el pensamiento por los celulares y los entretenimientos no serán mejores madres. Pero hay que seguir, ya sé, a pesar de que no estemos mejor que en 1870. Gracias Luis, gracias Mery, gracias Zhivka, el mundo parece otro cuando estoy entre ustedes.

Marcela Val

Anónimo dijo...

Mery, ahora entiendo porque mi abuela nos decía que una madre es un paraiso encendido que nunca nadie podrá apagar. Esta proclama lo dice muy claro.

Juanita Rincón

Anónimo dijo...

Mery, ahora entiendo porque mi abuela nos decía que una madre es un paraiso encendido que nunca nadie podrá apagar. Esta proclama lo dice muy claro.

Juanita Rincón

El blog de Eduardo Leon dijo...

Excelente, no tiene otro calificativo este mensaje. El día que todos los hombres y mujeres entendamos que la esencia de la vida está en el amor, acabaremos con la guerra.