domingo, abril 19, 2015

ODA y NANAS A LA CEBOLLA



A veces basta una cebolla paridora
para que la tarde se enternezca


Y este atardecer me trajo sin querer 
esta cebolla que me enamoró. 

Y la comparto porque en ella están escritas 
miles de historia, relumbran millones de estrellas diminutas 
y en sus circunvalaciones se cobijan los hijos, 
en su sueño de que nunca haya hambre.

Dos voces traigo 
la de Miguél Hernández y la de Pablo Neruda
la misma cebolla en otros labios






fotos / mery sananes

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