Cada vez que se me van
algo estruja la corteza del árbol
que miro desde mi ventana
como si todas las hojas girarán 
hacia adentro replegándose
Los pájaros detienen su canto
y miran sorprendidos la ausencia de
sus risas y algo de taciturno se
prende de sus alas en camino hacia
la noche
La luna asciende desde los confines
de un horizonte roto a dar cuenta 
de sus travesías pero cuando advierte 
que no están sus párpados anclados 
en el cielo para verla trazar el arco 
de sus imaginerías busca cobijarse 
detrás de las nubes para desde allí 
escribirle un adagio a la 
soledad de los espejos
La hierba se recuesta sobre el lomo
de las hormigas buscando un agujero
donde depositar la semilla que aún
no ha nacido
Y el sol recoge el naranja derramado
sobre el patio de los suspiros y lo
envuelve en el pañuelo de los milagros
Sé sin embargo que regresarán por 
el ojal que mis dedos le abren a la 
hondura de las lágrimas y que entonces 
volverá a insurgir la caligrafía de la 
flor que se estaciona en los días robados 
a los horarios sin piedad ni misericordia
mery sananes
20 de junio del 2011
foto / anala 2011