I
Nueve florerías para un día nueve
de un septiembre que corre
en el noveno año de un siglo 
que apenas amanece en una
historia que se agiganta más allá
de estos tiempos por hacer y contar
II
Para alumbrar porvenires
que están ya escritos en el código
vital de  las circunvalaciones
de los bosques que paren
pétalos sin nombres en las encrucijadas
de todos los caminos
III
Para que las centellas
desciendan a  los pozos donde
los ríos se desbordan en azúcares
sobre el andén de los predios consternados
IV
Nueve florerías rebosantes
de magias de amén que sellan la
continuidad de la vida en el hemisferio
radical de la existencia
V
Tomadas en un viento
sin refugio que  habita en
los párpados de los altares
de los ruiseñores
VI
Como  talismán  en espanto
de males para dar alcance
al horizonte vertical de las plegarias
VII
Dispuestas
en los nueve puntos cardinales
para que timbales y cuerdas
entonen el canto  frugal
de los espejos de amor
VIII
En estampida de cometas
 sembrándole arreboles
a la risa en resurrección 
de los cielos
de los cielos
IX
Para construirle memorias 
a los años guirnaldas a las horas
a los años guirnaldas a las horas
y seducir la tristeza con el relumbrar
de estambres altivos como soles
CODA
En cada estación de florescencias
 habitan los reverdeceres que 
deletrean en tiempo de adagio 
los navíos de quienes bordan la vida 
desde una dúlcima caja sonora de
peces y fugas
texto y fotos / ms
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