
Cuando todo configura la dimensión de 
un pozo que no alcanza el agua en su 
recorrido vertical hacia el silencio 
una imaginería es el canto estelar
de una chicharra tramontando 
sus vuelos subterráneos para dejar 
las señales de un concierto para una sola
cuerda que estremece hasta el infinito 
el espacio del viento

Cuando los días se deshacen en sílabas 
sin palabras y las horas giran en el círculo 
roto de un calendario invertido la tristeza 
se recuesta sobre el solar de la esperanza 
hasta atemperar inclemente toda 
resurrección
Cuando se apaciguan los atardeceres 
en las hondonadas del dolor cuando 
la noche le roba el sol a los mediodías 
y la hierba recién nacida le cede 
su verde al paso de los cazadores
la vida se ovilla en el centro de sí misma
hasta quedarse sin el sedal de sus cometas

Cuando el horizonte se convierte 
en un azar que subvierte el mapa 
de las aguas y el cielo
la tierra se sumerge en la estación 
de los olvidos la música queda atrapada 
entre las nubes convertida en estruendo 
y estrépito y la alegría se aloja en el
corazón de una flor que no abre
Cuando
desaparece la ternura cercada 
por la intemperie de un imperio colmado
de dioses inexistentes y vacíos
de dioses inexistentes y vacíos
el vivir se
vuelve el lento deambular de 
una serpiente que
no conoció nunca 
de paraísos

Y sin embargo cada mayo atesora 
un tiempo de porvenires que escancia 
sus amores sobre el delta inesperado 
de los párpados asentando su majestad 
en el linaje de los pájaros en el rumor 
que destila la caña sobre la mordedura 
de la risa y en las cestas que reparten 
el milagro de los jobos hasta resucitar 
por siempre en el silbo de un amanecer
y en la vida en sortilegio que aún no se 
ha vivido

texto / mery sananes
fotos / anala 
05 de mayo 2010
05 de mayo 2010


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