Un hijo es un mediodía que
se
queda detenido en los
avatares  
que tejen los encuentros con
las 
azucenas del alma un
pedacito de 
recuerdos que sacude todos
los tiempos  
de nuestros pasos una señal
de atardeceres 
y de noches que también
será parte 
del hálito de truenos que vive
con nosotros
Un hijo es una rencilla que
está en
uno mismo un fuego que va
más allá 
de todos los altares y del
canto mayor 
de los cristofué que se
enamoran de
las veredas de los
inviernos de abril
El hijo se estaciona en
cada uno de 
los episodios que se
contarán en los 
otros días de  sonidos que dejan de ser
puntos de alertas para devenir
en
el simple anuncio de
faenas que 
nacen más allá de cualquier alumbramiento 
pero que forman parte de las
entidades de  
sorpresas que nos aligeran
los asombros 
de nuestros antifaces
Y  por eso 
te digo que hoy sé de 
los hijos que abrigan mi
andar de 
estos duros y terribles
tiempos tan 
llenos de miramientos de
cualquier ayer 
y que una y tantas veces
pido estar en 
mantener el sabor de las
lunas que 
nunca dejan de florecer 
Y  ahora definitivamente  sé y sabré 
que un hijo como tú es la
entrega mayor 
que la vida otorga para
llevarla por todos 
los espacios y momentos de
este andar 
largo e imborrable para
construir mensajes 
de mañanitas con sabor de
siemprevivas 
y vuelos de eternidad  
Porque un hijo al fin es
una matica de 
semerucos de  recuerdos que deja 
estallidos de amor en todas sus estaciones 
y esperanzas de regreso en los suspiros 
de los claveles que no piden sino que 
inundan
de luces los pasos de todos 
los amaneceres
06/11/12

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