Cascada en El Ávila
foto / Danielita Barrolleta
Hoy es un escrito de 1977, que Zaira logró desempolvar de sus alacenas de memorias, tesoros y ofrendas. Como todos, nos asombra la alada travesía de su palabra. esa capacidad infinita que tiene de nombrar el amor y derramarlo, desde el cántaro incandescente que ella es. El hijo es el OLO y ella es la OLA. Qué maravillas pueden alcanzarse a través de un ritual. Qué poderes se logran poner en movimiento. Qué de cantos se hacen sonoros entre sus dedos y los aljibes de su corazón.
Cosas que digo a mi hijo
con nombre de
selva y río
Un OLO no es un SOLO
Sin esa serpentina abrumadora,
el OLO que bucea en los abismos
se abraza con la cresta de la OLA
respira el aire del azul marino,
comparte su horizonte de palmeras,
en sus redes de espuma acuna peces
que no temen morir sobre la arena
porque Ola con Olo los protegen
con cadencia de mar en duermevela,
sin sueños con gaviotas iracundas
o con trombas, tornados y tormentas
La Ola no está SOLA
El OLO desató la serpentina
que abrumaba su esencia
y la lanzó por el abismo pávido
para librar la Ola,
que, sin ella, pudo mirar
cómo los astros brillan
sin temor a los rayos o centellas
Yo que conozco al Olo y a la Ola
con serpentinas y también sin ellas
quiero acercarme al mar Ola lunado
y al Olo de la espuma y de la
cresta
que brilla bajo el cielo Olo soleado
para hablarles de Olitas que se gestan
entre abrazos y besos y ternuras
cuando el Olo y la Ola están de
fiesta,
por saber arrojar a los abismos
las torpes serpentinas que refrenan
el impulso vital que los motiva
como tibia razón de su existencia
Zaira Andrade
01 de marzo de 1977
No hay comentarios.:
Publicar un comentario