Paul Klee
Una vez más nos sorprende Ramón Santaella.
Y no porque sea una sorpresa este poema que nos envía, sino porque la pregunta que sobreviene es si se trata de un poeta metido a geógrafo y científico social o si por el comtrario es la contemplación del paisaje geográfico y humano el que lo conduce a esta reflexión sobre el silencio.
Nosotros apostamos a que es el poeta que hay en él lo que dictamina sus rumbos, sus palabras y sus haceres. Y he aquí un testimonio de ello.
Sus preguntas aún quedan buscando respuestas.
EL SILENCIO
Tomo por asalto el silencio residual del bullicio
cotidiano
Supuesta intimidad para dialogar conmigo mismo en la
construcción de los conceptos necesarios para sobrevivir como humano
Aprovecho la circunstancia del momento cualquiera para
intimarme durante minutos y segundos
Me nutro de pensamientos cuando invento tiempos para
construir sueños y forjar ideas de supuesto compromiso imaginario, hasta
comprobar cada una de las propuestas
Entonces presiento la palabra adherida como hiedra
sobre la roca como si fuese pertenencia
escondida
Infinita propiedad pensada, mil veces compañera, sin
delación alguna de lo poseído
Es cuanto poseo, más allá de la sonrisa dibujada en
mis labios como huella gozosa de un universo íntimo, imaginario
¿Acaso cinismo personal ante la vida o cobardía ante
lo acontecido?
No es necesario revelar palabras ni compartirlas con
alguien que no escucha
Solo basta cerrar los ojos y evitar denuncias provenientes
de la mirada
Suficiente, sentir la brisa en el rostro para descubrir
asombros y sospechas
Gritar en el silencio un momento de acoso, sin presión
alguna por sentirnos en el lugar indicado
Sirva ese lugar
para construir nuevos silencios y palabras íntimas, mudas tal vez, como muestra
de la pertenencia acumulada
Tan nuestras las palabras como susurro del viento que brinda
caricias y recuerdos, sin compromisos en la espera
Y cuando vuela el pensamiento hacia espacios de
absoluto imaginario, trascendemos en sueños más allá de las eternidades
Presentimos que el horizonte permanece vacío de
recuerdos escondidos en posible infinitud como si fuesen inconclusos o simples palabras
poblando el recinto de los deseos
Entonces, se exalta el pensamiento en el instante del
susurro y demanda de los dioses la libertad de la palabra prisionera
Musa real en la construcción imaginaria de universos en
el tiempo de las edades
¿Acaso, todo depende del silencio obligado o habrá de
inventarse hechos que perturban los momentos?
Silencio y palabra han de reinventarse hasta transformar
los segundos de la espera
Suficiente para construir sueños en la conformación de
los deseos
Y la palabra ha de permanecer escondida en el extravío
consciente del silencio, ignorando susurros y asombros.
Ramón Santaella Yegre
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