MATEO MANAURE
COMBUSTIBLE PARA LA VIDA
UNA OBRA RETENIDA EN EL CERCO DE LAS GALERÍAS
Mateo Manaure, hoy 18 de octubre del 2015 cumple 89 años. Un gigante
creador, cuya obra, como la de muchos, es retenida en el cerco de las galerías,
los museos y las salas, sin que su verdadero contenido logre alcanzar la
dimensión del vuelo que las hace nacer.
Por ello, con asombro, o tal vez sin él, advertimos que los 89 años de
Mateo Manaure, pasarán desapercibidos en las noticias venezolanas e incluso en
esta ilustre institución, la Universidad Central de Venezuela, cuyos pasajes
llevan grabados su nombre y su obra. Algo que no es de extrañar que ocurra, en
un expaís demasiado ocupado en otras cosas. El arte, su significado vital, la
fuerza que emana de él, rara vez funciona como motor para una sociedad. Lo que
no quiere decir que no lo posea, y en alto grado.
En los tiempos de profunda crisis, es el artista muchas veces quien
logra traspasar lo subalterno, lo accesorio, lo circunstancial, para dejar en
su obra, las señales de los tiempos que vendrán. Y no es que trabaje a espaldas
de lo que ocurre, sino que, por el contrario, rescata la esencia de lo que
somos y deja su huella.
EL ARTE TIENE EL RASGO DE SER PORTAVOZ DE LA HUMANIDAD
Si tuviésemos ojos para ver, advertiríamos que de los lienzos brota una
fuerza inédita, que se trasmuta en certidumbre, en esperanza, en utopía, en
visión de lo que somos, más allá de lo que han hecho de nosotros. El arte,
cuando no está al servicio de parcialidades, tiene ese rasgo de ser portavoz de
la humanidad. Lo que revela, refiere, testimonia es la capacidad que tiene el
hombre de erguirse sobre dificultades, padecimientos, carencias y la propia
muerte, para dejar las señales de su creación.
Y cuando esa creación se interpreta, se aprehende, no como un producto
de la estética, sino como expresión de la batalla de la vida, se convierte en
instrumento de transformación, en herramienta para construir, en cauce
navegable para los sueños más altos.
EL ARTISTA ES UN INTERPRETADOR Y UN PRESTIDIGITADOR
Es decir, recupera la dimensión exacta de la alquimia mediante la cual
se produce y se genera. Porque no es el creador, aunque así muchos lo quieran
creer, alguien dotado de un particular goce estético, que se plasma en lienzos
para adornar palacios o fachadas. Es un interpretador, como ninguno, de la
realidad y un prestidigitador que la convierte en pasteles y colores, en
movimiento y en líneas, para rehacer el tránsito primigenio del hombre hacia la
vida.
Quien se acerque a la obra de Mateo Manaure verá esto reflejado sin
mayor dificultad. Nacido en Uracoa, el 18 de octubre de 1926, cuando apenas tenía
21 años, ganó el Premio Nacional de Artes Plásticas. De allí salió rumbo a
París, donde contribuyó a fundar, en 1950, el Grupo de los Disidentes, entre
los cuales hay que mencionar a Jesús Soto, Alejandro Otero, Carlos González
Bogen, Nena Palacios, Pascual Navarro, Alirio Oramas, Aimée Batistini, Omar
Carreño, Luis Guevara Moreno y Narciso Debourg.
65 AÑOS DESPUÉS DEL MANIFIESTO DE LOS DISIDENTES
SE HAN MULTIPLIVADO LOS INDIFERENTES
En ese marco, el Manifiesto de los Disidentes, señaló: “Nosotros no
vinimos a Paris a seguir cursos de diplomacia, ni a adquirir una “Cultura” con
fines de comodidad personal. Vinimos a enfrentarnos con los problemas, a luchar
con ellos, a aprender a llamar las cosas por su nombre y por eso mismo no
podemos mantenernos indiferentes ante el clima de falsedad que constituye la
realidad cultural de Venezuela”. Sesenta y cinco años después, se han
multiplicado los indiferentes y con ellos la falsedad de una realidad que lejos
de construir, se empeña en destruir.
SU OBRA EN INDISPENSABLE PARA ENTENDER ESTE EXPAIS
Quien se asome a los murales, policromías y vitrales que le dan
sonoridad y trascendencia a este campus universitario, realizados en 1952,
quien haga el recorrido por sus Suelos de mi Tierra, su Ofrenda a mi raza, sus
Orinoquias, sus cuvisiones, sus juegos cromáticos, sus líneas y sus curvaturas,
encontrará un libro indispensable para entender este país, su gente, su tierra,
sus sueños, su porvenir. Sus rojos y ocres conducen a soliviantar la carencia
de color. Las sinuosidades de sus líneas dan cuenta de los caminos sin fin. Sus
visiones son acordes musicales de gran escala que resuenan mucho más allá de
los pinceles.
Cuando Mateo reproduce el lenguaje de los pájaros, el resplandor de las
luciérnagas, el torbellino de los deltas, el rostro del hombre, está
escribiendo en colores una historia de amor, que no se detiene al concluir el
lienzo, sino que se prolonga y extiende en quien la recibe de sus manos
encantadas.
NO ESTAMOS ANTE UN EJERCICIO INTELECTUAL
SINO ANTE UN TRABAJO DE ORFEBRERÍA
Convoca a la magia del espectador para que a su vez se haga creador y
deletree en sus propios códigos la magnificencia de la vida, y el deber del
hombre por conservarla, protegerla, cultivarla, multiplicarla como el pan
nuestro de cada día.
No es un ejercicio teórico ni intelectual. Es un trabajo de orfebrería a
través del cual el artesano recupera la capacidad colectiva del hombre de ser
pintor de su propia vida. Y se convierte en compromiso, en alerta, en anuncio,
en despertar, en futuro.
Por esa razón los lienzos son atrapados en los museos. Y los murales
quedan en un diálogo solitario con el viento. Y los colores pierden su fulgor
cuando se cierran las puertas que los contienen. Y el artista queda en el
silencio o en el olvido. Sin embargo, allí hay combustible para la vida que
alguna vez, y en algún momento, retomará su vuelo azul.
HOY LA VIDA HA SIDO RELEGADA A LOS CONFINES DEL NUNCA
Sabemos que ese tiempo no ha llegado. Que éstos son tiempos difíciles,
en los que la vida ha sido relegada a los confines del nunca y en los que los
hombres han sido llevados a remolque de una historia que otros hacen en su
nombre. El ruido no permite distinguir el acorde. Y el ojo ha perdido su
capacidad de asombro. La vida ha tenido que cederle su puesto a los
sepultureros.
En esas circunstancias ¿quién se va a atrever a abrirle las compuertas a
los colores de Mateo? ¿Quién a traducir el código que emana de sus líneas, sus
sugerencias, sus horizontes quebrados, sus infinitos verticales?
HAY QUE ROMPER LOS CERCOS DEL SILENCIO Y DEL OLVIDO
Si nos atrevemos estaremos en capacidad de reivindicar la creación como
el elemento que distingue la humana condición. Podremos romper el cerco del
silencio y del olvido, como una provocación, para ver si por los laberintos
solares se cuela su persistencia e incendia algún amanecer oloroso a fruta
fresca.
En este nuevo octubre lo saludamos y festejemos, en su tarea de seguir
usurpándole a las mariposas, las lluvias, los cielos su meticuloso tejido
cromático, para convertirlo en cobijo de la alegría del hombre.
mery sananes
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