DE SU VIVIR
DE SU ESCAPE
Hoy ya suman nueve los años en los que partió
Otilio a hacerle compañía a los cocuyos. Sabía que había
dejado sembrados sus cantos en el corazón del vivir
y desde estas Embusterías seguiremos siempre esparciéndolos
porque nos ayudan a reencontranos con quienes somos
aunque nos sigan arrebatando de manera creciente hasta la
respiracion. Su canto siempre será un escuido, una estafeta
para los sueños, una ilusion de amanecer.
13 de junio del 2018
Otilio a hacerle compañía a los cocuyos. Sabía que había
dejado sembrados sus cantos en el corazón del vivir
y desde estas Embusterías seguiremos siempre esparciéndolos
porque nos ayudan a reencontranos con quienes somos
aunque nos sigan arrebatando de manera creciente hasta la
respiracion. Su canto siempre será un escuido, una estafeta
para los sueños, una ilusion de amanecer.
13 de junio del 2018
Otilio
Hoy se cumplen un mes de tu travesía por los charquitos, buscando el árbol que te dijera a dónde se han ido los amores que se te hincaron en el alma, como una piel. Y vengo a poner en tus manos unos versos que no escribí hoy. Te los escribí un abril del 2004, para festejarte, para alertarte, para cuidarte.
Nunca te los envié. Qué podía imaginarme que te los tendría que entregar cuando ya no los leerías en una hoja de papel sino en la brisa de los campos, en el alumbrar de las estrellas, en el pozo profundo de tu corazón hecho ahora de arroyuelos y cometas, de sonrisas y afanes que no concluyen.
Me consuelo, Otilio, pensando que tal vez así te llegarán más a prisa. Que sabrás recogerlos en los suspiros que dejaste regados por todos los espacios en los que tu canción madrugaba de amor los sueños.
Que los encontrarás en el interior de las nubes que ahora cobijan tus estremecimientos. Que se te aparecerán como una ofrenda que tú mismo construiste a fuerza de una ternura, con la que tú mismo peleabas, pero que se te salía por los ojos, como un torrente.
Nosotros nos quedamos con tu canción, con las sonrisas que fabricamos en las noches largas de debatir un acorde, o de radiografiar una gota de luz. Nos quedamos contigo en el adentro de lo que somos, empeñados como siempre, en construirle un escenario a tus poemas de amor, a tus cantos de siembra, a tu música de caña dulce y atardecer.
Y hoy vengo a dejarte estos versos, Otilio, que te pertenecen como el abrazo que nunca dejamos de darte, aún desde el silencio y los días sin sentido de este tiempo de oscuranas. Y sólo te pido, como entonces, que regreses con el verde azul del agua a mojar la tristeza con los cocuyitos de tu alegría.
mery
sananes
16 de julio del 2009
TUS COCUYITOS DE ALEGRÍA
entre el amargo de mandarina
y el aroma a caña fresca
tus palabritas de amor
para echarlas a correr
en una piraguita
bajo la luna grandotota
Cuánto diera por enhebrar
el invierno que se prende de tu canto
romper con el silencio del verano
y hacer que amanezcan charquitos
en el patio de tu corazón
rebosante de agua clara
Cuánto diera por cobijarme
bajo tu mirada vespertina
y regalarle a las mariposas
un tiempo de primavera
para que no te me mueras
un poco cada día
y vuele de nuevo por la brisa
la risa de tu ternura
Cuánto diera por atrapar
el rayito de sol de la mañana
que ilumina la flor de mayo
que germina cada noche
en el recinto de tus suspiros
agüita de hojas verdes
perlitas madrugadoras
para que brote tu copla
cante la lluvia su blanca espuma
y espante para siempre la tristeza
Cuánto diera por esparcir la risa
de la muchacha que pila y pila
para que la luna amanezca
alumbrando pueblos con la luz
irisada de tus coplas
con el sonajero de tus ojos
de tímido fulgor
Cuánto diera porque tu canto
engañara de verdad al coco
disipara las sombras de la noche
envolviera en tu magia el hambre
y pudieras dormir con tu amor
a los tripones del mundo
No se ha ido la tarde Otilio
refulge todavía la mañana de la vida
la flor primera que nos trajo el viento
aguardando que otra vez tu corazón
estalle en versos y tu voz en confituras
Nada más te pido que no llegue
adiós alguno ni despedida
que regreses con el verde azul del agua
a mojar la tristeza con los cocuyitos
de tu alegría
mery sananes
abril del 2004
abril del 2004
LAS CANCIONES DE OTILIO
EN SU PROPIA VOZ
Pero bueno, ¿qué embustería es esa? Ustedes creen que le pueden caer así na´más a uno, con tanta bellezura y sin anestesia... Miren que uno también tiene un corazoncito que necesita disipar un poco la sombra que lo nubla, pues Otilio es urgente y no sabemos seguir sin él.
ResponderBorrarQué bonito!! "Esa luna que amanece alumbrando pueblos tristes..." 😍🤗
ResponderBorrarPrecioso homenaje. Palabras sentidas. Muy hermoso .
ResponderBorrarBellísimo. Felicidades.
ResponderBorrarPreciosa voz y hermosas letras. Una pena no haber sabido hasta hoy de su existencia. Gracias, Mery.
ResponderBorrarY ahora, Tocho, te pertenece, como me ocurrió a mí, que de pronto un día te descubrí y lo celebro también con alegría Abrazos.
ResponderBorrarTambién yo estoy contento y agradecido por la oportunidad de haberte conocido.
ResponderBorrarGracias gracias gracias por este maravilloso obsequio. Oír a Otilio es reencontrarse con nuestras raíces. Puro sentimiento
ResponderBorrarQue linda voz con una cadencia muy especial y gran sentimiento. Tu poema para mi tiene este mismo sentir acompañado de una hermandad .
ResponderBorrarLindo homenaje y recuerdo a Otilio. Mi prima Carmen que murió hoy hace 8 días, fue quien lo inspiró a crear y a cantarle a esas chispitas.
ResponderBorrarMery, hablar de Otilio es regresar a mi casa de Yaritagua y volvernos otra vez niños para mirar esa luna amanecida a la que tanto le cantó. Crecimos adorando su pueblo triste que también es el mío. Gracias por traernoslo más poeta que nunca.
ResponderBorrarGracias, Navil, por ese hermoso recuerdo. En verdad Otilio pertenece a quien le encuentre y lo escuche.. Sus cantos recogen con creces ese amoroso sentir de quienes somos.
ResponderBorrarAsi me gustaria que me arrullaran a mi, como al tripon,y despues... que me recordaran tal cual, pero no lleno los puntos.imnensa, Mery.
ResponderBorrarYo lo conocí por casualidad y quedé prendada de su poesía y su visión de lo común, de lo sencillo, veía el más insignificante detalle. El era parte de todo. Tenía una sensibilidad infinita. Lo ame.
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