jueves, octubre 27, 2016

DOBLE CONJUGACIÓN DE PALABRAS CONJUGADAS



DOBLE CONJUGACIÓN DE
PALABRAS CONJUGADAS

Algarabía de polen
en tierra desértica
persistencia de la vida
sobre tribulación
de la muerte”

Mery Sananes


Y llega la noticia: acaba de ser editado el poemario Palabras conjugadas, de Mery Sananes. Y su lectura desata reflexiones sobre la existencia: unas para develar de la actual realidad que padecemos, lo que usualmente se llama “vida”. Y otras, para la expresión-talla de la vida que anhelamos, que creemos que todavía está en un tiempo por venir, y del que ya se observan relampagueos de su llegada por entre las rendijas que le abrimos a este tiempo. Y en éste sentido Palabras conjugadas, me trae el rondar de una antigua pregunta, que formulé a los mundos forjados antes del mío, y a los que les siguen –que en esencias son los mismos- “¿en verdad creen que la tragedia-comedia es la esencia definitoria del hombre?”.

Y creo, que Palabras conjugadas, –y sólo haré notas generales-, apunta a las respuestas de esta pregunta en una doble vertiente irreconciliablemente antagónica, como dos grandes ríos torrentes: uno oscuro, preñado de sombras para ocultar los trozos de la vida que va arrastrando, con los que testifica en su desembocadura la muerte que viene desatando: es el tiempo-muerte. Otro luminoso, que va gestando y germinando la vida por dónde va pasando y regándose, y en su delta de luces, testifica el inviolable y sagrado derecho a la vida: el vivir, desde el niño al hombre a la humanidad verdadera: el tiempo-vida.

Ambas vertientes, ambos tiempos, ambos mundos, aunque irreconciliables, se entroncan en el poemario –lucha de los contrarios-, precisamente para hacer conjugaciones, Palabras conjugadas. 

Esta primera vertiente o tiempo-muerte, testimonia su existencia con  la conjugación de los verbos asesinar, depredar, mentir, engañar, guerrear, raer, exterminar, masacrar, etc., y similares, que prueban la existencia de su “vida” violenta: la anti-vida, que conjuga estos verbos en la práctica y en la teoría de su existencia para convencer, asegurar su validez, su “eternidad”, y así, continuar existiendo. Y la muerte es su símbolo, el santuario de su “vida”, desde donde, permanentemente, agrede, depreda a la verdadera vida para poder existir, hasta el extremo de crucificar al hombre, hacerlo cristo-hombre, hombre-cristo: santificación de la muerte.

Y la segunda o el segundo, como antítesis o contrapartida, la corriente –o tiempo- torrente hacedora de vida, el anhelo profundo de una verdadera y única historia humana –que ya en este mismo espacio-tiempo se viene gestando-, la que ha de testificar, registrar y narrar el vivir verdadero, precisamente porque el hombre es su autor, creador, y protagonista de su propia vida, como constructor del mundo humano.

Y este mundo –el derecho y ejercicio libre de la vida-, aseguramos que habrá de advenir –temática central de Palabras conjugadas-, para existir siempre conjugando los verbos amar, cantar, celebrar –y hago énfasis en el sentido infinitivo- , vivir, querer, anhelar, incluso, el morir, pero como antesala necesaria del vivir verdadero. O sea, un morir, solo cuando la vida ha cumplido su ciclo natural de existencia, como lo hace la hierba: “perece” cuando gesta su simiente, y ésta, en ciclo infinito en lo finito, germina para que la hierba siga existiendo.

Y aclaramos que Palabras conjugadas, no apunta hacia esta vertiente opuesta sólo como una simple antítesis o contrapartida, como si fuera otro accidente histórico más en los tiempos de la existencia, sino como el anuncio del tiempo único de la refundación de lo humano, del human reino, y por tanto, el tiempo-dominio absoluto del amar, del vivir, del querer, del embellecer, del liberar, del anhelar, del morir para vivir…, verbos, acciones inherentes hasta impregnar las médulas de sus gerundios y participios, consustanciales a la vida humana, y a su ser, el humano.

Un real tiempo-vida, hecho con la sustancia de estos verbos, donde el hombre, el mismo decide descender de la “cruz”, para dejar de ser el cristo-hombre, el hombre-cristo, y al fin, hacerse hombre hermano del hombre, reivindicando a plenitud el hermoso derecho a la vida con el ejercicio del amor y la conjugación de estos verbos -infinitivos puros- en su acción teórica-practica que construye la vida. Y considero –repito-, que es la finalidad principal de Palabras conjugadas, planteándose, abriéndose paso a través de la primera vertiente.

Tampoco, palabras conjugadas, es la simple denuncia, el socorrido abrir un expediente a la existencia de la “vida” de este tiempo –y le salgo al paso, antes de que puedan surgir como interpretaciones de Palabras conjugadas-. Nunca lo es, aunque aparentemente tenga un poco de eso. Palabras conjugadas es la exposición - obviamente, en lenguaje poético- del hacer violento de este tiempo-muerte –en su visibilidad abierta, pero mucho más en su "invisibilidad"-, y de la vida que le corresponde.

Reafirma la noción de la existencia actual de la anti-historia “humana”, como definitoria de este mal llamado tiempo de “vida”: el “hacer” histórico de los cuasi-hombres, fabricantes de sus cuasi-cosas –conceptos de la cosmovisión del maestro y filósofo Juan García Bacca-, como el hombre actual, que ha transitado las épocas antigua, moderna, y transita la contemporánea –términos que uso con reservas por sus imprecisiones temporales-, hasta este presente, como puro pasado violento, y por tanto imposibilitado de llegar al futuro.

Y como obligada consecuencia, opuesta a esta anti-historia, Palabras conjugadas, sin decirlo expresamente o directamente –la poesía no necesita del lenguaje directo-, nos entrega el planteamiento de la necesidad, en términos de poesía científica –binomio de sonido  paradójico y un tanto no grato-, del advenimiento del tiempo totalmente humano, y su vida humana, con sus inherentes atributos del amor, la belleza, la verdad, la justicia, la libertad, la plena sensibilidad, la inteligencia para la creación, y de otros de igual sentidos.

Diríamos el reino de lo humano, que desde las entrañas de esta misma anti-historia, y pese a ella, se viene gestando, o más bien, retoma su antiguo hacer primogénito. Y por ello, creo que Palabras conjugadas, está lejos de eso de denuncia, de expediente, o de algo parecido. Acaso, ¿exponer realidades violentas –en especial, las ocultas o latentes-, en sí misma, se hacen para formular tales recursos-palabras? Más bien creo que son palabras -inconscientes o conscientes- que contribuyen a justificar el sentido fatal de la realidad -la fatalidad-, para que la veamos, la sintamos como de obligada, natural, o necesaria realización trágica ¿hasta cuándo denuncias, expedientes, etc., etc. para que las cosas sigan igual? La poesía no nació para eso.



Porque ¿cómo denuncias, hacer expedientes, etc., a algo, que está allí, a nuestro lado, tocable, medible, aplastante? En todo caso, ese algo, él mismo, es auto-denuncia, auto-expediente, etc. Creo que estas “acciones”, solo prueban lo inútil de algunas palabras, y ayudan a crear ese sentido de fatalidad, como rasgo de la actual vida de este tiempo. Y toda fatalidad contribuye a sostener-justificar lo que dice denunciar, precisamente  por hacerlo común, corriente en la vida.

Una trampa más de la palabra de este tiempo para resguardar su “existencia”. Entonces, ¿para qué denunciar o levantar expedientes, etc., a algo que por sí mismo lo es? Hago énfasis en este aspecto –y repito, para atajarles el paso, antes de que surjan- , porque firmemente creo que no es el caso de Palabras conjugadas, más bien, uno de sus propósitos es  develar, combatir el “reino” de las palabras inútiles, y en general, el reino de las mentiras, de las trampas.

Entonces, creo, que estamos más en la propuesta en los términos de Pío Tamayo, en el sentido de develar la realidad concreta, ese inmenso y terrible peso aplastante de la condición humana, para concientizarla sin ambigüedades, y con esta clarificación, poder librar el combate contra esa realidad a favor de la vida. Y, en última instancia, de esto se trata, del combate por la vida, como también desde otro ángulo, lo plantea el poeta León Felipe, cuando atestigua históricamente con su poesía, que vivimos el tiempo del llanto, pero también, derivando de este llanto, su noción como arma, instrumento de liberación para hacer advenir ese reino humano.

Lo que es la bala para el tiempo anti-vida, la lágrima lo es para el tiempo de la vida. Entonces, afirmo –repito a riesgo de errar-, Palabras conjugadas, está más en la noción de combate, de trincheras de un Pío Tamayo, o León Felipe o de un Juan García Bacca o de un Beethoven.

Y al referirme tangencialmente al pensar de  Pío, León Felipe, García Bacca, o de Beethoven –con el que Palabras conjugadas es congruente- , y a eso de denuncias, expedientes, etc., también es para dejar sentado su lucha contra la palabra hecha inútil, lucha para obligar a la palabra hacerse otra vez útil, a que retome sus orígenes o significados o propósitos originarios, sus sentidos humanos, para desmontar su alienación, sus “misticismos”, ambigüedades, con las que este tiempo-muerte  y su cuasi-hombre, la han revestido, precisamente para velar su violenta realidad, encubrir sus reales naturalezas violentas, y así, convertirla, abierta o encubierta, en otro real soporte –como hoy lo es- del actual modo de vida, y de su sociedad. Y específicamente, con García Bacca -apuntando  hacia la extinción de la alienación-, cuando este hombre cuasi-hombre deje de hacer cuasi-cosas para "vivir", y desnudo de tal alienación, realice el gran hecho histórico de construir su puesto cósmico sobre el lugar cósmico, que el Universo le entregó, cuando aquella gran explosión –la conocida como Big Bang- estelar originaria.

Y de paso, con esta acotación general, dejo señalado el origen cósmico del hombre –y en general de toda la vida-, y de sus capacidades cósmicas, que algún día tendrá necesariamente que concientizarlas, asumirlas como una esencia vital, precisamente para poder construir la vida humana real y verdadera –su propio universo-, o sea, ese puesto cósmico sobre el lugar cósmico otorgado.

Y agrego esto porque, creo, tengo la firme convicción, de que Palabras conjugadas, en esencia es una propuesta –el poema- cósmica, como también lo es la poética de Whitman, León Felipe, Beethoven, García Bacca, y tantos otros, para empujar con fuerza hacia adelante a la vida para que este hombre obtenga su liberación, deje de ser el cristo, encaminarlo a Ser humano. Y esto es posible hacerlo solo un hombre, un humano  portando esta consciencia cósmica.

Y tengo la convicción que Palabras conjugadas tiene este objetivo. Acaso, ¿la hoja es hoja simplemente por serlo? ¿Y no nos dice más nada que hoja? ¿El niño es niño solo niño, y ya…y todo se agota en él? ¿Y en verdad, en última instancia, para qué nace el niño? Y acoto una nota: la simple nubosidad de polvo cósmico crea estrellas, y a partir de ellas, en el tiempo-espacio, se genera todo un universo, inagotable.

¿Y nosotros? La Ciencia de la Cosmología física, afirma: somos hechos de simples polvos cósmicos…pero somos lo que hoy somos, y hacemos lo que hoy hacemos: una evidente, terrible y gigantesca contradicción existencial. Y ¿para qué esta nota casi de “ficción”? Solo para un intento de invitar a la reflexión, aunque estemos en un tiempo-muerte ajeno a este acto… Y Palabras conjugadas -conjugación tras conjugación- si invita a que conjuguemos en medio de la actual vorágine de violencia, pero también, en el hermoso “torbellino” asombro de la permanente gestación de lo humano…




Y, finalmente, vuelvo a caer en la pregunta que formulé al comienzo…, mundos ¿creen que la tragedia-comedia es la esencia definitoria del hombre? Respuesta que nos entrega Palabras conjugadas, y que seguro, también la tienen los que aman la vida, porque en última instancia, de eso se trata: del amor, amar, cantar, vivir, danzar, hallar lo bello…Y por eso –así lo creo- la verdadera, y  fundamental conjugación que nos entrega Palabras conjugadas es, yo amo, tú amas, él ama, ellos aman…yo vivo, tú vives, él vive, ellos viven…yo canto, tú cantas, él canta, ellos cantan…yo danzo, tu danzas, el danza, ellos danzan… y otras derivadas, más audaces, más inventivas, aseguran: yo me canto, yo me celebro… un tiempo-vida, irreconciliablemente en contra, al yo asesino, tú asesinas, él asesina, ellos asesinan…yo masacro, tu masacras, él masacra, ellos masacran…yo miento, tu mientes, él miente, ellos mienten… yo robo, tú robas, él roba, ellos roban… tiempo-muerte. La lucha de los contrarios –tiempo-vida Vs. Tiempo-muerte-, para que en este combate por la vida, brote y triunfe la necesidad del derecho a vivir la vida en alegría, ganar la vida, libre, verdadera, bella.

Entonces, ¿cómo puede ser ésta su esencia? Y creo que Palabras conjugadas lo afirma, cuando expresa… “y que es tiempo de organizar los amaneceres para abrir las pupilas antes de que el alba se haya ido” o “hoy nos toca escribir el futuro, desandar la muerte y reinventar la historia que nos fue consignada en el átomo cósmico de nuestro nacimiento para ver si algún día en esta tierra de milagros y encantamientos el hombre comienza a ser y a vivir”. Y justamente, es ésto, de lo que se trata.

Y aunque creemos que no hay duda sobre el propósito, sentido y dirección del anterior verso –y pensamos que es el contenido medular de todo el poemario-, planteamos, pedimos, tomar esta gramática estelar de Palabras conjugadas como arma de combate para indagar, como si se fuera ingeniero o cirujano, en su espacio-tiempo, y en el movimiento de la vida que en él se escenifica, y en fin, ampliar la reflexión... ¿para hallar qué? y ¿hacia dónde podrían llevarnos? Mejor, entregamos al mundo –en su doble vertiente- la palabra para que dirima…, pero, la palabra útil, la que nació con el homo sapiens.

13 de octubre del 2016

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