DOBLE
CONJUGACIÓN DE
PALABRAS
CONJUGADAS
Algarabía de
polen
en tierra
desértica
persistencia
de la vida
sobre
tribulación
de la muerte”
Mery Sananes
Y llega la
noticia: acaba de ser editado el poemario Palabras conjugadas, de Mery Sananes.
Y su lectura desata reflexiones sobre la existencia: unas para develar de la
actual realidad que padecemos, lo que usualmente se llama “vida”. Y otras, para
la expresión-talla de la vida que anhelamos, que creemos que todavía está en un
tiempo por venir, y del que ya se observan relampagueos de su llegada por entre
las rendijas que le abrimos a este tiempo. Y en éste sentido Palabras
conjugadas, me trae el rondar de una antigua pregunta, que formulé a los mundos
forjados antes del mío, y a los que les siguen –que en esencias son los mismos-
“¿en verdad creen que la tragedia-comedia es la esencia definitoria del
hombre?”.
Y creo, que
Palabras conjugadas, –y sólo haré notas generales-, apunta a las respuestas de
esta pregunta en una doble vertiente irreconciliablemente antagónica, como dos
grandes ríos torrentes: uno oscuro, preñado de sombras para ocultar los trozos
de la vida que va arrastrando, con los que testifica en su desembocadura la
muerte que viene desatando: es el tiempo-muerte. Otro luminoso, que va gestando
y germinando la vida por dónde va pasando y regándose, y en su delta de luces,
testifica el inviolable y sagrado derecho a la vida: el vivir, desde el niño al
hombre a la humanidad verdadera: el tiempo-vida.
Ambas
vertientes, ambos tiempos, ambos mundos, aunque irreconciliables, se entroncan
en el poemario –lucha de los contrarios-, precisamente para hacer
conjugaciones, Palabras conjugadas.
Esta primera
vertiente o tiempo-muerte, testimonia su existencia con la conjugación de los verbos asesinar,
depredar, mentir, engañar, guerrear, raer, exterminar, masacrar, etc., y
similares, que prueban la existencia de su “vida” violenta: la anti-vida, que
conjuga estos verbos en la práctica y en la teoría de su existencia para
convencer, asegurar su validez, su “eternidad”, y así, continuar existiendo. Y
la muerte es su símbolo, el santuario de su “vida”, desde donde,
permanentemente, agrede, depreda a la verdadera vida para poder existir, hasta
el extremo de crucificar al hombre, hacerlo cristo-hombre, hombre-cristo:
santificación de la muerte.
Y la segunda o
el segundo, como antítesis o contrapartida, la corriente –o tiempo- torrente
hacedora de vida, el anhelo profundo de una verdadera y única historia humana
–que ya en este mismo espacio-tiempo se viene gestando-, la que ha de
testificar, registrar y narrar el vivir verdadero, precisamente porque el
hombre es su autor, creador, y protagonista de su propia vida, como constructor
del mundo humano.
Y este mundo
–el derecho y ejercicio libre de la vida-, aseguramos que habrá de advenir
–temática central de Palabras conjugadas-, para existir siempre conjugando los
verbos amar, cantar, celebrar –y hago énfasis en el sentido infinitivo- ,
vivir, querer, anhelar, incluso, el morir, pero como antesala necesaria del
vivir verdadero. O sea, un morir, solo cuando la vida ha cumplido su ciclo
natural de existencia, como lo hace la hierba: “perece” cuando gesta su
simiente, y ésta, en ciclo infinito en lo finito, germina para que la hierba
siga existiendo.
Y aclaramos
que Palabras conjugadas, no apunta hacia esta vertiente opuesta sólo como una
simple antítesis o contrapartida, como si fuera otro accidente histórico más en
los tiempos de la existencia, sino como el anuncio del tiempo único de la
refundación de lo humano, del human reino, y por tanto, el tiempo-dominio
absoluto del amar, del vivir, del querer, del embellecer, del liberar, del
anhelar, del morir para vivir…, verbos, acciones inherentes hasta impregnar las
médulas de sus gerundios y participios, consustanciales a la vida humana, y a
su ser, el humano.
Un real tiempo-vida,
hecho con la sustancia de estos verbos, donde el hombre, el mismo decide
descender de la “cruz”, para dejar de ser el cristo-hombre, el hombre-cristo, y
al fin, hacerse hombre hermano del hombre, reivindicando a plenitud el hermoso
derecho a la vida con el ejercicio del amor y la conjugación de estos verbos
-infinitivos puros- en su acción teórica-practica que construye la vida. Y
considero –repito-, que es la finalidad principal de Palabras conjugadas,
planteándose, abriéndose paso a través de la primera vertiente.
Tampoco,
palabras conjugadas, es la simple denuncia, el socorrido abrir un expediente a
la existencia de la “vida” de este tiempo –y le salgo al paso, antes de que
puedan surgir como interpretaciones de Palabras conjugadas-. Nunca lo es,
aunque aparentemente tenga un poco de eso. Palabras conjugadas es la exposición
- obviamente, en lenguaje poético- del hacer violento de este tiempo-muerte –en
su visibilidad abierta, pero mucho más en su "invisibilidad"-, y de
la vida que le corresponde.
Reafirma la
noción de la existencia actual de la anti-historia “humana”, como definitoria
de este mal llamado tiempo de “vida”: el “hacer” histórico de los cuasi-hombres,
fabricantes de sus cuasi-cosas –conceptos de la cosmovisión del maestro y
filósofo Juan García Bacca-, como el hombre actual, que ha transitado las
épocas antigua, moderna, y transita la contemporánea –términos que uso con
reservas por sus imprecisiones temporales-, hasta este presente, como puro
pasado violento, y por tanto imposibilitado de llegar al futuro.
Y como
obligada consecuencia, opuesta a esta anti-historia, Palabras conjugadas, sin
decirlo expresamente o directamente –la poesía no necesita del lenguaje
directo-, nos entrega el planteamiento de la necesidad, en términos de poesía
científica –binomio de sonido paradójico
y un tanto no grato-, del advenimiento del tiempo totalmente humano, y su vida
humana, con sus inherentes atributos del amor, la belleza, la verdad, la
justicia, la libertad, la plena sensibilidad, la inteligencia para la creación,
y de otros de igual sentidos.
Diríamos el
reino de lo humano, que desde las entrañas de esta misma anti-historia, y pese
a ella, se viene gestando, o más bien, retoma su antiguo hacer primogénito. Y
por ello, creo que Palabras conjugadas, está lejos de eso de denuncia, de
expediente, o de algo parecido. Acaso, ¿exponer realidades violentas –en
especial, las ocultas o latentes-, en sí misma, se hacen para formular tales
recursos-palabras? Más bien creo que son palabras -inconscientes o conscientes-
que contribuyen a justificar el sentido fatal de la realidad -la fatalidad-,
para que la veamos, la sintamos como de obligada, natural, o necesaria
realización trágica ¿hasta cuándo denuncias, expedientes, etc., etc. para que
las cosas sigan igual? La poesía no nació para eso.
Porque ¿cómo
denuncias, hacer expedientes, etc., a algo, que está allí, a nuestro lado,
tocable, medible, aplastante? En todo caso, ese algo, él mismo, es auto-denuncia,
auto-expediente, etc. Creo que estas “acciones”, solo prueban lo inútil de algunas
palabras, y ayudan a crear ese sentido de fatalidad, como rasgo de la actual
vida de este tiempo. Y toda fatalidad contribuye a sostener-justificar lo que
dice denunciar, precisamente por hacerlo
común, corriente en la vida.
Una trampa más
de la palabra de este tiempo para resguardar su “existencia”. Entonces, ¿para
qué denunciar o levantar expedientes, etc., a algo que por sí mismo lo es? Hago
énfasis en este aspecto –y repito, para atajarles el paso, antes de que surjan-
, porque firmemente creo que no es el caso de Palabras conjugadas, más bien,
uno de sus propósitos es develar,
combatir el “reino” de las palabras inútiles, y en general, el reino de las
mentiras, de las trampas.
Entonces,
creo, que estamos más en la propuesta en los términos de Pío Tamayo, en el
sentido de develar la realidad concreta, ese inmenso y terrible peso aplastante
de la condición humana, para concientizarla sin ambigüedades, y con esta
clarificación, poder librar el combate contra esa realidad a favor de la vida.
Y, en última instancia, de esto se trata, del combate por la vida, como también
desde otro ángulo, lo plantea el poeta León Felipe, cuando atestigua
históricamente con su poesía, que vivimos el tiempo del llanto, pero también,
derivando de este llanto, su noción como arma, instrumento de liberación para
hacer advenir ese reino humano.
Lo que es la
bala para el tiempo anti-vida, la lágrima lo es para el tiempo de la vida.
Entonces, afirmo –repito a riesgo de errar-, Palabras conjugadas, está más en
la noción de combate, de trincheras de un Pío Tamayo, o León Felipe o de un
Juan García Bacca o de un Beethoven.
Y al referirme
tangencialmente al pensar de Pío, León
Felipe, García Bacca, o de Beethoven –con el que Palabras conjugadas es
congruente- , y a eso de denuncias, expedientes, etc., también es para dejar
sentado su lucha contra la palabra hecha inútil, lucha para obligar a la
palabra hacerse otra vez útil, a que retome sus orígenes o significados o
propósitos originarios, sus sentidos humanos, para desmontar su alienación, sus
“misticismos”, ambigüedades, con las que este tiempo-muerte y su cuasi-hombre, la han revestido,
precisamente para velar su violenta realidad, encubrir sus reales naturalezas
violentas, y así, convertirla, abierta o encubierta, en otro real soporte –como
hoy lo es- del actual modo de vida, y de su sociedad. Y específicamente, con
García Bacca -apuntando hacia la
extinción de la alienación-, cuando este hombre cuasi-hombre deje de hacer
cuasi-cosas para "vivir", y desnudo de tal alienación, realice el
gran hecho histórico de construir su puesto cósmico sobre el lugar cósmico, que
el Universo le entregó, cuando aquella gran explosión –la conocida como Big
Bang- estelar originaria.
Y de paso, con
esta acotación general, dejo señalado el origen cósmico del hombre –y en
general de toda la vida-, y de sus capacidades cósmicas, que algún día tendrá
necesariamente que concientizarlas, asumirlas como una esencia vital,
precisamente para poder construir la vida humana real y verdadera –su propio
universo-, o sea, ese puesto cósmico sobre el lugar cósmico otorgado.
Y agrego esto
porque, creo, tengo la firme convicción, de que Palabras conjugadas, en esencia
es una propuesta –el poema- cósmica, como también lo es la poética de Whitman,
León Felipe, Beethoven, García Bacca, y tantos otros, para empujar con fuerza
hacia adelante a la vida para que este hombre obtenga su liberación, deje de
ser el cristo, encaminarlo a Ser humano. Y esto es posible hacerlo solo un
hombre, un humano portando esta
consciencia cósmica.
Y tengo la
convicción que Palabras conjugadas tiene este objetivo. Acaso, ¿la hoja es hoja
simplemente por serlo? ¿Y no nos dice más nada que hoja? ¿El niño es niño solo
niño, y ya…y todo se agota en él? ¿Y en verdad, en última instancia, para qué
nace el niño? Y acoto una nota: la simple nubosidad de polvo cósmico crea
estrellas, y a partir de ellas, en el tiempo-espacio, se genera todo un
universo, inagotable.
¿Y nosotros?
La Ciencia de la Cosmología física, afirma: somos hechos de simples polvos
cósmicos…pero somos lo que hoy somos, y hacemos lo que hoy hacemos: una
evidente, terrible y gigantesca contradicción existencial. Y ¿para qué esta
nota casi de “ficción”? Solo para un intento de invitar a la reflexión, aunque
estemos en un tiempo-muerte ajeno a este acto… Y Palabras conjugadas
-conjugación tras conjugación- si invita a que conjuguemos en medio de la
actual vorágine de violencia, pero también, en el hermoso “torbellino” asombro
de la permanente gestación de lo humano…
Y, finalmente,
vuelvo a caer en la pregunta que formulé al comienzo…, mundos ¿creen que la
tragedia-comedia es la esencia definitoria del hombre? Respuesta que nos
entrega Palabras conjugadas, y que seguro, también la tienen los que aman la
vida, porque en última instancia, de eso se trata: del amor, amar, cantar,
vivir, danzar, hallar lo bello…Y por eso –así lo creo- la verdadera, y fundamental conjugación que nos entrega
Palabras conjugadas es, yo amo, tú amas, él ama, ellos aman…yo vivo, tú vives,
él vive, ellos viven…yo canto, tú cantas, él canta, ellos cantan…yo danzo, tu
danzas, el danza, ellos danzan… y otras derivadas, más audaces, más inventivas,
aseguran: yo me canto, yo me celebro… un tiempo-vida, irreconciliablemente en
contra, al yo asesino, tú asesinas, él asesina, ellos asesinan…yo masacro, tu
masacras, él masacra, ellos masacran…yo miento, tu mientes, él miente, ellos
mienten… yo robo, tú robas, él roba, ellos roban… tiempo-muerte. La lucha de
los contrarios –tiempo-vida Vs. Tiempo-muerte-, para que en este combate por la
vida, brote y triunfe la necesidad del derecho a vivir la vida en alegría,
ganar la vida, libre, verdadera, bella.
Entonces,
¿cómo puede ser ésta su esencia? Y creo que Palabras conjugadas lo afirma,
cuando expresa… “y que es tiempo de organizar los amaneceres para abrir las
pupilas antes de que el alba se haya ido” o “hoy nos toca escribir el futuro,
desandar la muerte y reinventar la historia que nos fue consignada en el átomo
cósmico de nuestro nacimiento para ver si algún día en esta tierra de milagros
y encantamientos el hombre comienza a ser y a vivir”. Y justamente,
es ésto, de lo que se trata.
Y aunque
creemos que no hay duda sobre el propósito, sentido y dirección del anterior
verso –y pensamos que es el contenido medular de todo el poemario-, planteamos,
pedimos, tomar esta gramática estelar de Palabras conjugadas como arma de
combate para indagar, como si se fuera ingeniero o cirujano, en su
espacio-tiempo, y en el movimiento de la vida que en él se escenifica, y en
fin, ampliar la reflexión... ¿para hallar qué? y ¿hacia dónde podrían
llevarnos? Mejor, entregamos al mundo –en su doble vertiente- la palabra para
que dirima…, pero, la palabra útil, la que nació con el homo sapiens.
13 de octubre
del 2016
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