MERY SANANES
“TODO LO ESENCIAL ES INVISIBLE”
René Rodríguez Soriano entrevista a
Mery Sananes para la Revista Media Isla
en su edición del sábado 29 de octubre del 2016
RENÉ
RODRÍGUEZ SORIANO [mediaisla] «Yo vengo del Caribe, de una tierra prolífica, exuberante,
grandiosa, de un destino torcido, de una historia milenaria usurpada y
degradada, de una historia reciente que en su credo civilizatorio ejerce la
barbarie sin pudor».
Además de absortas horas frente a las ventanas de la tarde con los ojos
clavados en los pájaros y el infinito azul que nada hacia la ignota paz del
Ávila, nos unen las mandarinas, los aspavientos, más de una jarina; Boccherini,
Candelo, Luis Días, los adagios de Bach, La rosa primitiva de
Efraín Huerta y la más dulce iconoclastia de los horizontes abanderados de
pájaros y naranja. No puedo precisar el día, Mery Sananes llegó balanceándose
sobre una embustería. Yo trataba de leer los
primerizos gorjeos de Rebel en las tazas de café y ella me hablaba de los
chipilines, su expaís y el entubamiento del aire en los alrededores del orbe;
me hablaba de la sequía, del secuestro del alpiste y de las despobladas calles de
Caracas, de las panaderías, de las muchachas, mustias, desabastecidas.
Sin llamarla, sin que mediaran siquiera señales de humo, mensajes de
texto ni telegramas, vino por Manuelico, por sus conjuros como parte de guerra,
la Madre de las aguas, el baldío y los claveles de El Convento; León Felipe,
Whitman, Palomares, Montejo y Elizabeth Schön… vino con sus alforjas
atiborradas de libros y flor de Jamaica; trajo el poema, la guacharaca, el
chigüire, el merey y no sé cuántos arpegios de La vaca
Mariposa. Sola y acompañada, con su sed, con su rabia; con su ansia
de paz, su arsenal de palabras. Aparentemente invisible, vino para que hablemos
en alta voz.
—¿Cómo te las arreglas para, a punta de florerías y asomos de
aguaceritos, espantar toda suerte de «sombras y nubarrones»?
—En
realidad, uno no se las arregla previamente, y mucho menos para espantar
sombras y nubarrones. Uno aprende a vivir con ellos y deslizarse en su interior
hasta encontrarle su gota de agua o su elixir de polen. Es siempre un acto de
sobrevivencia atado a una naturaleza que se resiste a dejar de existir.
—«Tiempo terrible el nuestro por este estremecimiento que nos viene
de adentro» —decías en Tiempo de guerra (1968) —, «la palabra
es un pelícano que viaja camino a un mar que habita en los ojales de un hombre
mudo», dices ahora en Palabras conjugadas (2016), ¿qué se ha
roto y qué puede ser salvado, así sea a puro pespunte, de esa Tierra de
expedientes que soñamos?
—Todo ya estaba roto, sólo que entonces uno iba pespunteando ilusiones,
como quien tiene en sus manos una aguja de cuarzo. La esperanza y la rebeldía
iban de la mano en medio de una lucha desigual que se llevó a muchos que eran
puro ojal, en medio de trochas minadas.
Esta hora
rota de hoy sólo ha contribuido a un deslinde mayor. Los rebeldes de entonces
se convirtieron en poder. Los vulnerados siguieron siendo utilizados. Y ni la
muerte del pelicano logra despejar la ceguera de un hombre convertido en máquina
de matar.
—¿Qué diferencia se abisma entre el país al que aspirabas en los
escarceos de aquel Tiempo de guerra y el «expaís» de rojeces
que se te deslíe en la mirada «atravesada de desembocaduras»?
—El país
al que aspirábamos respiraba en el interior de aquellos jóvenes conducidos a
una guerra por intereses muy lejanos a sus ilusiones de democracia, libertad,
justicia, igualdad. Se sacrificaron como tantos, en distintas latitudes de este
continente, por un ideario inexistente. Y tuvieron el valor de dar sus vidas en
la creencia de que sembraban un porvenir que quedó sepultado bajo las balas
asesinas de unos y otros.
Este
expaís de rojeces, como dices, no es más que la continuidad de una misma
historia de caudillos, tiranos y dictadores, ya fuese que se autoproclamaran
demócratas, revolucionarios o socialistas. Una historia que ha dejado y sigue
dejando al colectivo como material de utilidad o de desecho. Una historia de
frustraciones y de lejanas esperanzas.
—¿Dónde y cómo empieza, a tu buen ver, el «tiempo de sepulturas»
que, como «equipaje ajeno” colgaron sobre los hombros de un «territorio
habitado por milagros»?
—Este
tiempo de sepulturas comienza en el mismo instante de la invasión. Aquí se
asentó un dominio que desde sus inicios dejó en claro sus reglas. La existencia
de un descubridor y un descubierto, es decir, un poderoso y un expropiado, un
superior y un inferior.
El hombre
de entonces, a quien incluso se le negó su existencia como tal, fue tomado,
expropiado, sometido. Y lo sigue siendo hoy. Ni la llamada independencia, ni
las sublevaciones, ni las repúblicas cambiaron esa historia. Le dieron
continuidad hasta el día de hoy.
El
estudio de esa realidad nos llevó al planteamiento de Los No Descubiertos:
somos una conciencia y una condición diferentes y dispuestas a enfrentar el
avasallamiento aún vigente. Nadie descubre a Nadie. Estamos obligados a ser
actores y dueños de nuestro destino. No somos un simple equipaje ajeno
puesto y dispuesto en tierras habitadas por milagros, sino un grito y acción por
un porvenir de belleza, justicia, amor y libertad.
—¿Qué hacer con la palabra cuando se torna «trapecio inmóvil
sostenido sobre los ejes de un pozo»?
—La palabra, la pobre palabra vapuleada, utilizada como arma de fuego, o
como sutil bastidor de una tragedia, también ha sido tomada. Ha perdido el
rubor y la inocencia que alguna vez pudo haber tenido. Es un arma al servicio
de quien pueda apoderarse de sus sentidos.
Se cumple
así la sentencia de Babel: para que el hombre no alcance a los dioses, o que no
llegue a ser su propio sacerdote, como quería Whitman. Había que escindirlo,
dividirlo, segregarlo, repartirlo, cada quien con un arsenal de palabra para
herir al otro, que deja de ser su hermano.
¿Pero qué
hacer con esa palabra? ¿Con ese trapecio inmóvil sostenido sobre los ejes de un
pozo? Uno la enjuaga, la destila, la moldea, para tratar que no falle en trazar
en alguna medida la dulzura del hombre, como pedía Saint John Perse. Y no
siempre lo logra. Las más de las veces es un intento fallido, pero
imprescindible, necesario, esencial. Porque si no lo intentamos tendríamos que
quedarnos mudos para siempre. Y esa palabra que junte, que amalgame, que
contenga, hay que inventarla y reinventarla tantas veces como sea necesario.
—Y el poema, ¿dónde pasta y cabalga en este «tropel de
perplejidades»?
—Ay, el
poema. ¿Y qué es un poema? Un tropel de perplejidades. Un trozo de ilusión
lanzado al mar. Una sumatoria de movimientos sísmicos que, en un momento dado,
se aquietan para que la tierra removida alcance un nuevo horizonte. Y quedan
prendidos de sus versos la conmoción de los escombros, pero, por sobre todas
las cosas, ese sueño de que algún día la palabra y el hacer habrá de dar lugar
a un hombre florecido.
—Tus poetas (Whitman, Huerta, Vallejo, Mir, León Felipe…), ¿cómo
alumbran en este mundo sin luz?
—Uno
siempre anda por los caminos en busca de señales que nos alumbren. Y éstas
pueden hallarse de muchas maneras. En el verso de un poema que de pronto se
descubrió, en el gesto amoroso de una mano tendida hacia la vida, en los ojos
de un niño ciego, en un relámpago asaeteando la oscuridad, en uno o muchos
autores cuya lumbre se derrama como un río desbordado sobre nuestros sentidos.
Están
allí, a veces a nuestro alcance, otras resguardados en los límites de barreras
artificiales que hay que romper para llegar al centro mismo de sus conmociones.
Son incontables como la vida misma. Y para mí imposibles de enumerar o nombrar.
¿A quién he de privilegiar? ¿A quién he de excluir?
Lo
esencial para mí es que hay un signo común. El rayo de luz o de oscuridad que
se dispara desde una palabra o un gesto, contiene todas las palabras y todos
los gestos, en ese preciso instante en que traspasan los cercos que se le han impuesto
y se transforman en resurrección de la vida.
En ese territorio es donde uno va encontrando claves para interpretar
ese vasto y complejo mundo de cristales quebrados en el cual sobrevivimos.
Y con
León Felipe tratamos de cumplir esa misión de ser corredores de relevo, con un
testigo que nos fue dado y uno que habremos de entregar, a sabiendas de que la
travesía es larga y que apenas somos una diminuta parte de ese intento por
alcanzar una palabra que no espante, una historia que no someta, un tiempo que
sea verdaderamente humano.
Pero esos
hallazgos son ilimitados. Y uno puede tropezar con ellos en cualquier momento y
circunstancia y comenzar de nuevo a armar un abecedario común. Hay tanto gesto
humano esparcido en el mundo, tanta palabra sagrada, tantos seres
resplandecientes, que sólo cuando se logre aglutinar podremos pensar en algún
cambio que tenga trascendencia.
—Y de los mandarinares, tus arpegios y chipilines, ¿te gustaría
contarme, aunque fuera un sorbito?
Hablas de
mis grandes amores, los hijos, los hijos de los hijos, los compañeros de ruta,
los que acampan con uno en las noches más devastadas, los que te colocan un
clavel en el ojal de los días, cuando más tristezas se conjugan. Los que nunca
se ausentan, a pesar de los silencios y las distancias. Los que hacen presencia
en tu vida como una carta que se escribe a ritmo de campanario. Los que se
acercaron a mí con una cesta de frutos dúlcimos para que nunca olvidara la
lección de la tierra. A todos ellos les debo los instantes más luminosos de mi
existencia. Y ellos conforman la naturaleza misma de la esperanza sobre la cual
ubico mis intentos.
—De ese otro tiempo de guerra, el otro, el de ahora
(entre la harina pan y El Libertador), los días sin luz y el qué dirán… en
otras palabras: ¿Qué tiene que ver la ingeniería de vuelo de un pájaro que vive
en el bosque con La Cátedra Pío Tamayo, La trampa engaño de la cultura y
los manejos turbios del poder y sus poderes?
—Todo
tiene un engranaje. En la década de los sesenta ya los disparos rompían la
quietud de las noches. La Universidad Central de Venezuela (UCV) era un
hervidero de rebeldías que estaban materialmente dirigidas por la
improvisación, las emociones y la confusión. Es el tiempo en el cual se les
vende a la juventud la revolución a la cubana y Fidel Castro y el Che Guevara
como héroes llamados a conducir otra gran historia.
Y surgen entonces movimientos que se bautizan como revolucionarios que
ni siquiera tenían noticias sobre eso que llaman revolución. Unos pretendían
hacer esa transformación desde las ciudades. Otros desde las montañas. Y no
faltaban los que pensaban que era suficiente con la “lucha de discursos desde
los cafetines” o que con acciones efectistas y de otros fines se podía lograr
la gran insurrección que acabaría con el orden vigente.
Lo
improvisado e inmediato estaba por encima de toda preparación y organización. Y
fue así como se llegó al extremo de lanzar a muchos jóvenes, con armas o sin
ellas, a enfrentar un adversario que contaba no sólo con la decisión de
confrontar sino de asesinar.
En el
camino quedaron muchos que habían sido ganados más por la pasión y el amor que
por la conciencia de y para el establecimiento de una organización que
comenzara por definir un programa de formación y una plataforma de lucha.
La
derrota fue colosal. Y el precio muy costoso. Porque los llamados partidos
revolucionarios —el Partido Comunista y el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria y otros derivados de ellos mismos— luego de haber embarcado
tanta gente en sus propósitos aparentemente radicales, terminaron promoviendo
una negociación por arriba, por las cúpulas, que terminó siendo una simple
conciliación que le permitió a esas organizaciones volver a la llamada “vida
democrática” y disfrutar de los beneficios y privilegios que otorgaría la línea
de la Paz Democrática que asumían.
Este es
el momento de la antípoda de traidores versus consecuentes. Los primeros ponían
a un lado el compromiso revolucionario y se plegaban al orden vigente, los
segundos continuaban en la lucha armada. A la larga, sin embargo, todo se
resumió en una aplastante derrota y en la pérdida hasta de la memoria de los
centenares de sacrificados en una lucha que terminó siendo una inversión para
lograr posiciones de poder.
Y es tan
largamente trágica esta situación que la llamada “revolución bolivariana” se
plantea hoy como una continuación o triunfo de aquellas luchas que se dan entre
los años sesenta y ochenta.
Es tal la
deformación de eso que se nombra como revolución, que a los golpistas del
04F-92 encabezados por Hugo Chávez, se les suman desde sus primeras andanzas,
componentes que proceden de aquellos fracasos y frustraciones. El turbio manejo
de los poderes encontró entonces aquí predios profunda y cuidadosamente
abonados.
La
comprensión y estudio de esa historia ha sido el eje de nuestro trabajo por
medio siglo. Desde todas nuestras ubicaciones hemos tratado de promover la otra
cara de la historia, de la política o la literatura, de la palabra y de la
participación.
De ese mensaje hemos dejado testimonio en Palabra Uno, la Revista Desorden,
Expediente Editorial, el Centro de Estudios de Historia Actual. En la década de
los ochenta fundamos la Cátedra Pío Tamayo, un espacio para el debate de la
historia actual, que ya alcanza los 33 años y que a lo largo del período tiene
un foro semanal y la publicación de más de 100 libros sobre literatura,
política o historia actual.
En todo momento hemos querido enfrentar los viejos criterios, ideas y
pensamientos impuestos. Y por ello a la hora del compromiso académico de
obtener el doctorado en Ciencias Sociales, presentamos y debatimos sobre La trampa engaño de la cultura. Una obra guiada por la
irreverencia, que intenta desvestir el sentido de la cultura como instrumento
para el saber domesticado. Que aspira enfrentarse a los saberes constituidos,
incapaces como han sido de organizar este mundo en una dirección distinta a los
propios y perversos intereses de las minorías que representan y resguardan.
Es
también una defensa de la creación como atributo del hombre común y no como el
privilegio de sectores selectos. De allí la escogencia del poeta, músico y
cantor Luis Mariano Rivera, visto en su integridad y no como expresión de una
llamada cultura popular, fabricada para mantener esa creatividad a buen
resguardo de la cultura oficial donde moran los reconocidos poetas e
intelectuales.
Pero tú
me preguntaste por algo más que no puedo dejar de responder: ¿qué tiene que ver
la ingeniería de vuelo del pájaro que vive en el bosque con todo lo anterior?
Todo, absolutamente todo.
Sin ese
vuelo nada tendría sentido. El corazón reside en el bosque junto al pájaro,
para sobrevivir. Y desde allí puede ir hacia el interior de la terrible
historia de esta pre humanidad, que cada día se nos aparece como más próxima al
señalamiento de Pío Tamayo: “Somos una simple suma de individuos”. Por ello
tenemos conciencia de que albergamos la ilusión de un porvenir que no veremos,
pero que procuramos dejar sembrado en cada paso y en cada palabra, como el
único legado que tenemos.
—¿Cuántas verdades caben en una embustería de Mery Sananes?
Tal vez
ninguna. Pero mi materia prima sí que las contiene. Yo sólo las recojo y las
envuelvo en los telares de las imaginerías, para que otros puedan asomarse a
ellas. Para convocar el mirar con el corazón. Y me refiero a todo lo
esencial que es invisible, a lo que subyace en el anverso del pétalo, en el
interior de un oboe o una flauta, en el reflejo solar sobre el tronco de un
árbol, en el rocío que viste la hoja de hierba, en las estaciones lunares, en
la grieta por la cual emerge un retoño y en la sonrisa de los niños que no han
sido vulnerados.
—¿De dónde viene Mery Sananes? ¿Por qué Palabras conjugadas?
—En una
oportunidad un amigo poeta me hizo esa pregunta y esto fue lo que le respondí:
Yo vengo del Caribe —como tú René— de una tierra prolífica, exuberante,
grandiosa, de un destino torcido, de una historia milenaria usurpada y
degradada, de una historia reciente que en su credo civilizatorio ejerce la
barbarie sin pudor. De inmensos ríos resecos, de frutos calcinados por la
ferocidad del oro negro, de gente triste a quienes ya no les pertenece ni el
cielo que deshabitan.
Hijos de
todas las sangres sin reconocernos en ninguna, especie de reducto de una
protesta que nunca avanzó más allá de su grito, de una derrota que aún no
concluye de hincar su mordedura en los engranajes de la vida.
Y por eso
—y a pesar de todas las advertencias— hablamos como si nunca más fuésemos a
poder hacerlo. Derramamos palabras sin orden ni medida como queriendo anegar
los cauces secos de las lágrimas más antiguas.
Sin
recato, sin mesura, somos más desbordamiento que equilibrio. Nuestra voz se
asemeja al grito de León Felipe cuando explicó el por qué habla tan alto el
español y dijo, no es que habla más alto, sino que lo hace desde el fondo de un
pozo.
Somos
disonantes y perdemos los acordes de la armonía anegados de una pasión que se
derrama queriendo alcanzar el frenesí de un mundo que no logramos avizorar.
Pero a ratos es nuestra la ternura y el jugo de la caña se hace cauce de azúcar
en nuestras arterias.
Y
entonces es nuestra la mansedumbre, la inocencia y la esperanza. De todo eso
venimos sin saber siquiera a donde iremos a parar, aunque quede a salvo
siempre, y por encima de toda contienda, el amor.
Y Palabras Conjugadas, como todo lo que he escrito, viene
de ese origen y de ese destino trágico y a la vez porvenirista.
—¿Por qué y para quiénes escribes?
—Escribo
para traducir los milenios de silencio que llevo en mi interior. Para buscar
una palabra que no hiera. Para darle voz a los hombres vulnerados y al canto de
los pájaros, los grillos y los sapitos.
Para
dejar el testimonio de estos tiempos, tan iguales a los de siempre, y dejar en
ellos esa rendija, por donde alguna vez se cuele la lágrima de León Felipe, a
través de la cual algún día alcanzaremos la luz.
Y
escribo, quizás, y en definitiva, porque no sé hacer otra cosa con ese
estremecimiento que no cesa de crecer en un mundo destrozado y dentro de mi
corazón desvalido.
—Y para cerrar, te pregunto tu pregunta, con la que finalizas
“Conjugaciones” ¿«Habrá alguna vez un retorno a la conjugación de las palabras
que se vuelva cincel en la propia escritura y relámpago de cosechas en la
terredad de los sueños»?
—No es
fácil conjugar palabras en estos tiempos sombríos. Uno las saca como un mago de
la vibración del aire, para que en alguna parte contengan resonancia de canto,
aunque no se escuchen los acordes.
Uno las
trabaja como si fueran de agua y de caliza, para que se produzca ese retorno a
la palabra cincel capaz de horadar el dolor hasta alcanzar la permanencia de un
gerundio fecundo. Y se entregan con la ilusión de que se sumen a un caudal
mayor, hasta que algún día un relámpago de cosechas irrumpa desde la terredad
de los sueños al albergue de un vivir de floreceres.
Mery
Sananes Básica
Mery
Sananes (Caracas, Venezuela, 1942) Licenciatura en Letras, Doctorado en
Ciencias Sociales, Profesor Titular de la Universidad Central de Venezuela.
Docente-Investigador desde 1966. Coordinadora de la Cátedra Pío Tamayo.
Obra
publicada
Palabra
Uno (colectivo, Caracas: Ediciones
LAM, 1964), Tiempo de guerra (Caracas:
Ediciones Desorden, 1968-1974), Tierra de expedientes (Caracas:
Ediciones Desorden, 1975), Walt Whitman, poeta de los
tiempos que vendrán (Caracas: Ediciones Desorden, 1973), Obras rescatadas de Pío Tamayo (Tres tomos,
Caracas: CPT, 0000), León Felipe: poeta de pólvora y
barreno (Caracas: Expediente Editorial, 1988), Ángel eternamente flor (Caracas: CPT/CEHA/UCV,
1994), La trampa-engaño de la cultura. Aproximación a Luis Mariano
Rivera (Caracas: CPT/CEHA/UCV, 2006).
Publicado en la Revista MediaIsla
el 29 de octubre del 2016
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Excelente entrevista Poeta. Yo le añadiría lo extraordinaria que eres, como dice el profe "fuera de serie". Un abrazo grande, cariños Ro
ResponderBorrar2021
ResponderBorrarDesgrana la vida con esa lucidez y ese encanto caribeño.
Maestra , amiga de todos los que a ti llegan. Entrañable descifradora de esencias escondidas.
Hermosas tus palabras, Eulalia. Y en mucho te las agradezco.
ResponderBorrarLo haré
ResponderBorrarGracias, Francisco, y más de lo que te imaginas. Comenzaste a conocerme hace muchos años y siempre has estado cerca. Y en estos tiempos tan cruentos eso tiene un valor sin medida.
ResponderBorrarHe guardado la entrevista para más tarde. Por supuesto que me interesa.
ResponderBorrarGracias por compartir tan hermosa entrevista💕. És tan sincera y real que emociona. Si creo que la história implacable, se repite. La história de caudillos y tiranos versus un pueblo amoroso y hambriento de paz. Gracias por nos permitir leerte. Cómo un pájaro perdido en el bosque pero lleno de riquezas. Abzs con cariño
ResponderBorrarQué bellas palabras Silvia, como pájaro perdido en un bosque, le agregaría a palabra "talado". Abrazos
ResponderBorrarCon mucho interés la leo y te comento 🤗
ResponderBorrarAprendí a amarte a través de los ojos de mi papá y cuando te conocí en el jardín de nuestra Yaya querida, quedé prendida en el encanto de tu ser; me di cuenta que la expresión de sus palabras quedaron cortas ante tanta sensibilidad que apreciaba en ti. Luego cuando en los pasillos de la UCV lograba verte a distancia, en tu gentil andar, ensimismada en tus sueños, en tu verbo o en tu cotidianeidad; no sabría precisarlo pues eran mis ojos los que te percibían. Al paso del tiempo,leerte ha sido una experiencia altamente gratificante para mi. Agradezco haberte encontrado desde hace tanto, aunque nuestra permanencia en el mismo espacio haya sido escasa. Un abrazo cálido y largo para ti♡♡
ResponderBorrarAy mi queridísima Carmen. Siempre he creído que si uno pierde la magia y el misterio, uno pierde lo esencial de lo que somos. Y nada tiene que ver con pertenencias sino con esa capacidad de estrecharse unos con otros. Tu café vierte su sabor y sus misterios. Vuestros abrazos nos abrigan y nos protegen. Y esos afectos nos definen. Muuucho
ResponderBorrarBendito rostro y benditas palabras, querida poeta.
ResponderBorrarla leí avida. Me hizo darme cuenta de qué no sé nada de la historia de Venezuela, y entendí por donde sale en tu escritura la exhuberancia caribeña. Nunca lo había pensado,
ResponderBorrarYa escribí algo al respecto de la entrevista en un comentario al final y he de decirte, Mery, que me encantó por tus profundas palabras, por tu belleza en todo cuanto dijiste y que coincido contigo en tu admiración por los poetas C. Vallejo y Leon Felipe.
ResponderBorrarSiempre, los españoles, tenemos algo que aprender de vosotros por lo que aportáis a la lengua que compartimos y de vuestra visión enriquecedora de lo que fue aquella barbarie invasora de C. Colón y los mal llamados conquistadores porque aquellas tierras ya estaban antes y tenían una cultura y unas raíces milenarias.
Nada más, ya nos seguimos por esta red social y te mando un abrazo solidario y como diría Vallejo, tiernamente humano.
👍😘❤️🦋🌹
Recibido con mucha emoción Jesús María. Gracias por tus palabras y tu compañía. Nos seguiremos comunicando por estas vías y or supuesto por las delos sueños y esperanzas compartidas, tan gigantes como los dolores que aún hay que vencer en este mundo roto. Abrazos.
ResponderBorrarMery, leí con profundo cariño, interés y admiración, esta extraordinaria entrevista que te han hecho, en la que nos muestras tu profundísima sabiduría y hondos sentires. Tus bellas palabras habría que recogerlas en cuencos de oro para que se conserven por y para siempre. Te lo he dicho muchísimas veces y hoy lo ratifico desde mi corazón: Eres única, brillante, lúcida, inteligente ...al extremo y te admiro profundamente!!! Quedé encantada con cada magistral respuesta que diste a las interrogantes que se te hicieron. Ah! Y un puesto de honor para la bellísima foto tuya que acompañan, en la que reflejas tu belleza espiritual a través de esos ojos dulces y de sereno mirar. Te quiero!
ResponderBorrarAy mi querida Ulina como valoro cada palabra que me entregas, venida de la pureza de tu corazón, tu sensibilidad y tus generosas dotes con las que nos cubres a todos, cada día. Siempre estás acompañando y dejándonos el regalo de tu compañía y tu bondad. Ha sido una alegría caminar a tu lado. Y recibir tanto. Y hay sin duda un querer multiplicado y creciente entre nosotras, que queda impreso para siempre.
ResponderBorrarUna extraordinaria belleza, magia y sabiduría en tus profundas palabras que admiro siempre.
ResponderBorrarGracias por la belleza Mery.
Tu rostro es amor, un abrazo !
¡Cuánta luz en ti, Mery! Te abrazo.
ResponderBorrarGracias amigo querido. Siempre hemos andado tu, yo y tantos en busca de luz que a ratos nos parecemos a ella. Tú eres un ser muy luminoso y lo repartes por donde vas. Abrazos
ResponderBorrarQue linda eres! Una luz resplandece al mirarte y una sonrisa de mujer encantadora.
ResponderBorrarPoeta sin igual.
Voy a meterme a leer la entrevista.
Palabras que alumbran...llenas de luz y esperanza
ResponderBorrarTe quiero Mery Sananes
ResponderBorrarEse es un querer compartido que va cosido a los árboles y a los bosques, a las florerías que nos entregas y a esa alma tuyo tan adolorida y que sin embargo jamás pierde su transparencia. Una lección diaria que nos otorgas y que uno la recibe con mucha humildad. Abrazos.
ResponderBorrarMi poeta linda. No hay palabras que te definan. Dichoso quien pudo estar bajo tu regazo aunque fuera un ratito porque no conoce más semejante ternura. Mucho te quiero a pesar de los silencios y distancias.
ResponderBorrarJamás han sabido nuestros afectos de distancias o silencios, quedamos desde hace mucho enhebradas en el vivir. Y eso jamás se escapa. Se tiene allí a mano, en el corazón como una compañía permanente y una alegría sin estridencias, pero plena. Y de esa misma manera nos queremos, michina inigualable. Muchos abrazos
ResponderBorrarGran experiencia acercarme un poco más a ti, seguir ese trayecto de luz que nos dejas a tu paso. Whitman, León Felipe y tantos otros tienen en ti lo mejor de sus voces y de sus mensajes.
ResponderBorrarMi bella Mery Sananes .
ResponderBorrarLa leeré profesora. Un gusto conocerla más. Cariños para usted querida poeta.
ResponderBorrarMe ha encantado leer la entrevista aunque ya te conocía a través de tu escritura y más aún me ha encantado tu foto. Preciosa, Mery, muy bonita, con una dulce sonrisa floreciendo que ilumina toda la foto. Mi abrazo😘
ResponderBorrarEnhorabuena!
ResponderBorrar
ResponderBorrarMe sorprende gratamente la expresión de belleza y bondad que hay en tu cara, Mery Sananes. Leeré la entrevista en otro momento (ahora me vence el sueño) con mucho interés. Un abrazo!
ResponderBorrarGracias Paula tus ojos me miran con afecto.
Mery Sananes ,esas palabras las hago mías en el momento que leo este comentario,y te miro con esa precisa mirada.Un gran abrazo
ResponderBorrarQuerida Mery para mi siempre resulta un nuevo hallazgo leer tu visión del mundo, de las palabras y un aprendizaje ver como desgajas un poema; no es la excepción leerte en esta entrevista personal e intima.
ResponderBorrarMi cariño y admiración poeta
Recibidas tus palabras y el afecto que transmiten. Mucho te las agradezco. Y anticipo que en el curso del tiempo y las lecturas iremos encontrando muchos cauces comunes. Que te llegue mi abrazo y mi cariño también.
ResponderBorrarMe la guardo para leerla con la tranquilidad que precisa. Enhorabuena por adelantado.
ResponderBorrarCiertas y precisas tus respuestas. La historia de quienes usufructuaron el poder y como parte de lo mismo: los utilizados de siempre.
ResponderBorrarDaniel Castro
ResponderBorrar😍
Leído! Volveré porque es muy denso y quiero encontrar la frase...si esa que...abrazo. me ha encantado saber más de ti.
ResponderBorrarExcelente entrevista a la querida escritora y poeta Mery Sananes a la mujer valiente fuerte sensible de enorme ternura y a la amiga siempre Enhorabuena Felicidades
ResponderBorrarGracias querida Mery que no por conocerte, seguimos por conocerte. Ese es un mar inmenso, infinito; y siempre nos quedará la gana de seguir navegando por ese hermoso y sosegado mar, aunque a veces acuse sus borrascas, como todo océano...
ResponderBorrarEs además una bella manera de honrar la memoria de Soriano...
Un abrazo fuerte y apretado.
Gracias, LA. Sí desde hace mucho nos conocemos y queremos. Pero o de la misma manera igualmente nos seguimos asombrando de cada uno. Porque siempre hemos sido los mismos inquietos indagadores de la vida, más allá de todas las penalidades que trae consigo. Y por tanto seguimos inventando o reinventándolo todo. Mas debo decir que lo que mejor que haya salido de esa entrevista fue sin duda su manejo por René. Su forma de llevarme a expresar esa parte interior casi siempre a resguardo. Es la única entrevista y a él le debo que se haya producido. Rene tenía esa magia tanto de saber preguntar como de saber escabullirse de sus entrevistadores cuando convertía cualquier pregunta en una grieta por donde derramar quién es y siempre será. Entonces jamás me pasó que esta entrevista pudiera convertirse en una celebración de quien me la hacía. Y sin embargo, la vida da vueltas inesperadas y hoy ciertamente lo traigo como el personaje central de esta entrevista. Algo que supiste leer my bien. Y agradecida hasta el infinito de que me instara y permitiera mostrarme quien he sido y seguiré siendo. De vuelta va para ti y nuestra Yin Tonic el abrazo fuerte y apretado.
ResponderBorrarHermoso y cálido gesto de una persona desprendida. No llegué a conocerle sino por medio de tus escritos. Y sí, qué duda me cabe, si conociéndote, que Soriano ha sido el dulce acicate de esta publicación...
ResponderBorrarMe encargo de repartir abrazos...
Y con Salud...