En entrevista que le hiciera La Marea a Marcos Ana, después de la abdicación del rey Juan Carlos, en junio del 2014, la última pregunta fue: ¿Cómo se combate la apatía? Esta fue su respuesta:
Pensando en los demás. Yo tengo como consigna vivir para los demás. Es la mejor manera de vivir para uno mismo. Eso te da fuerza. Eso y aprender a ser feliz en la felicidad de los otros, el no hacer de tu pellejo el perímetro del mundo. Te da fuerza saber que estás luchando por otros.
Si la juventud quisiera mi pena
se acabaría, y mis
cadenas.
(Decid ¡basta! Haced la
prueba.)
Vuestros brazos son un bosque que llena
toda la tierra; si
enarboláis vuestras manos el cielo
cubrís con ellas. ¿Qué
tiranos, qué cerrojos, qué
murallones, qué puertas no
vencieran vuestras voces en un
alud de protesta?
(Todos los tiranos tienen sus
pedestales de arena, de sangre
rota, y de barro babilónico
sus piernas.)
Pronunciad una palabra, decid una
sola letra, moved tan
solo los labios a la vez
y la marea juvenil
atronaría como un
mar cuando se encrespa.
Pero, ¿quién soy yo, qué barco de dolor,
qué espuma vieja, qué aire
sin luz en el viento acerco a
vuestras riberas?
Como campanario de oro vuestros
corazones sueñan. La
juventud es la hora del amor,
su primavera. ¿Por qué
mover vuestras ramas alegres
con mi tristeza? ¿No es
mejor que yo me coma mi pan
solo en las tinieblas; que mis
pies cuenten las losas veinte
años más, mientras sueñan mis alas
entre las nubes de un
cielo roto en mis rejas?
Pero la vida -mi vida- me está
clamando en las venas; abrasa
loca las palmas de mis
manos; lanzaderas clava y
desclava en mi frente y el
pensamiento me quema.
Ved nuestros tonos. Ya somos como
terribles cortezas; claustrales
rostros, salobres ojos que
buscan a tientas -sedientos
de luz y sol- una
grieta entre las piedras.
No sabéis lo que es vivir muriéndose
a vida llena; grises,
sobre grises patios, sin más
luz que una bandera de
amor...
Ni lo sepáis nunca... Más si
queréis que esta lepra jamás os
alcance el pecho, no dejéis
"mi muerte" quieta. No
dejadme, no dejadnos con
nuestras sienes abiertas y en un
cerrojo sangrante crucificada
la lengua.
Levad vuestros pechos. ¡Pronto! ( Es
bueno que esta gangrena os
revuelva las entrañas.) ¡Echad
abajo mi celda! Abrid mi
ataúd; que el mundo en pie de
asombro nos vea indomables,
pero heridos, sepultos
bajo la tierra. ¡Que no queden en silencio mis cadenas!
Hoy se marchó a otras batallas Marcos Ana Sus huellas quedan indelebles En su espíritu y su fortaleza anida el porvenir que siempre soñamos con construir y dondequiera que esté sabemos que sigue trabajando para que algún día se haga realidad No lo despedimos porque con nosotros se queda para siempre
Autobiografía
Mi pecado es terrible;
quise llenar de estrellas
el corazón del hombre.
Por eso aquí entre rejas,
en diecinueve inviernos
perdí mis primaveras.
Preso desde mi infancia
ya muerte mi condena,
mis ojos van secando
su luz contra las piedras.
Mas no hay sombra de arcángel
vengador en mis venas:
España es sólo el grito
de mi dolor que sueña
MARCOS ANA, POETA MAYOR
CARTA A MARCOS ANA EN SU CUMPLEAÑOS (escrita en el 2009, hoy la reproducimos en ocasión de su viaje)
¡Para la alegría nuestro planeta
está poco preparado!
Debemos arrancar la alegría
a los días venideros.
En esta vida
morir es cosa fácil.
Hacer vida
es mucho más difícil.
Vladimir Maiacovsky
Poema a Serguei Esenin
Te conocí hace muchas décadas cuando tus versos formaban parte de nuestro mejor armamento de combate. Tu voz, tu ejemplo y la continua enseñanza que mostrabas era para los jóvenes de entonces una lámpara encendida, un secreto talismán, un equipaje que ninguna requisa podía quitarnos. Los llevábamos como si fueran nuestros de tanto enjugarlos ante el horror que nunca ha dejado de existir. Sabíamos ‘y aún lo sabemos’ que mientras un hombre, en alguna parte, no se doblegue y mantenga su estatura de gigante, ante quienes lo acorralan e intentan aniquilarlo, la esperanza subsiste, como un sueño posible.
Y la realidad terminó diciéndonos que eran esas las lámparas a las cuales seguiríamos aferrados, para que los rostros niños que se nos fueron, las sonrisas que quedaron en sepulturas sin nombre, la ristra de ilusiones que el odio convirtió en mortajas, no fueran en vano. Seguimos siendo, más allá de fracciones, discursos y mentiras, de guerras y enfrentamientos fratricidas, de violencias y atropellos, los guardianes de esa memoria, los responsables de ese recorrido de tierra, que aún no florece.
Y tus versos, Marcos, tu vida, la libertad que construiste detrás de los muros, la belleza que no se amortiguó, era y sigue siendo parte esencial de lo que somos. Se entrecruzaban tus versos con los Nazim Hikmet, los de Bertolt Brecht, los de Maiacovsky, Esenin, Miguel Hernández, César Vallejo, García Lorca, Neruda, León Felipe y tantos otros, que no aceptan enumeración alguna. Nos colgábamos de un verso para sobrevivir la tristeza. Nos cobijábamos en un gesto para que nos diera el valor de no retroceder en nuestras ansias de ser pájaros.
Entonces, cómo no celebrarte en tus 89 años. Si hemos convivido contigo tantas décadas sin saber siquiera que día naciste a la vida. Porque nacías con nosotros en la oscuridad de las noches, en el destello de los disparos que alcanzaban al compañero, en la terrible soledad a que quedó reducida la utopía.
Y hoy eres más necesario que nunca. Como son indispensables brazos que, como un bosque, llenen toda la tierra, hasta acabar con todos los tiranos. En medio de la confusión en la que vivimos, entre tantas violencias que nos azotan, entre la prevalencia de los odios, el deseo de poder, el trastocamiento de tantos de nuestros anhelos, tu fortaleza, tu coraje, tu perseverancia, tu ternura, tu amor son esenciales.
Hoy cuando los ametrallados de ayer se convierten en portadores de nuevas y más mortíferas metrallas, cuando los encarcelados de entonces visten hoy el traje de carceleros, y una vez más el deslinde se hace entre discursos y palabras vacías, y no entre la muerte y la vida, entre la humanidad que aún no creamos y el terror que sembramos cada día, hasta sin darnos cuenta, tu capacidad de inventar paisajes donde sólo hay muros, tu visión de amanecer desde la noche larga de tu cautiverio, tu verso vasija desde las sequías de la desesperanza, debe nutrirnos de nuevo.
Tú nos enseñaste cómo arrancarle la alegría a los días venideros y cómo hacer la vida en un mundo donde prevalece la muerte. Por ello, y por tantas otras cosas, Poeta, te celebramos hoy como ayer, como lo haremos mañana, en este largo transitar por guerras ya perdidas, por horrores conocidos, por las estrellas que aún habremos de dibujar, con los pinceles de tus ojos, sobre las corrientes profundamente azules del corazón del hombre. ¡Para que no queden nunca en silencio las cadenas! Y el planeta se convierta al fin en una casa sin llaves, siempre abierta, como el mar, el sol y el aire.
mery sananes
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CRISTINA CASTELLO / MARCOS ANA, EL QUIJOTE VIVIENTE
Las
enigmáticas bondades del destino quisieron que este libro de la poeta Mery
Sananes viniera hasta mí en tiempos tan convulsos como inciertos.
El copyright
del libro “Palabras conjugadas” dice que fue impreso en el mes de Julio del
presente año 2016 en los Talleres “La perla, CA” y la Cátedra “Pío Tamayo” de
la Universidad Central de Venezuela con un modesto tiraje de 1.500 ejemplares.
Para ser un libro de poesía es una edición de considerable tiraje. Venezuela es
un país que desde tiempos coloniales ha leído poesía con singular avidez pero
hay tiempos más auspiciosos y propicios para la lectura de poesía que otros.
Casi un
centenar de poemas conforman este poemario de Sananes dedicado a ser en su espléndido
anonimato; no hay mejor dedicatoria que esa que va dirigida al humano ser, a la
doliente humanidad que vive la vividura del vivir en la intensidad de la
palabra dicha al fragor de la pronunciación, del decir diciendo.
La escritora
postula en este libro la urgencia de una voz que privilegie el saber fonémico,
la eufonía de la voz que enuncia la vida que otorga sentido al estar en el
mundo. Más allá de toda grafía escritural el lector lee los textos poéticos de
Sananes y se asombra de constatar el canto subyacente en cada verso labrado por
su trazo firme, terso, meditado y, más aún, sentido en lo hondo del ser.
No tengo la
menor duda; la poética contenida en estos textos conjugados proclama una cierta
epifanía de la imaginación lírica. La escritora se interroga sobre si,
efectivamente, las palabras fundantes del cosmos humano podrían experimentar un
retorno a sus conjugaciones originarias, genésicas… Esa preocupación esencial
que exhalan sus textos me remiten a lo que los antiguos griegos denominaban con
la palabra apocatástasis, es decir; la reconciliación del ser consigo mismo y
con el mundo. El ars poética propuesta en las páginas de este libro no tiene
discusión. Una inveterada pulcritud léxica se adueña de cada verso que ordena
una sintaxis de música telúrica afincada en la angustiosa y angustiante tarea
de vivir. “Palabras conjugadas” nos estremece la sensibilidad del lector y
recuerda que primero es el vivir, el mandato insoslayable, luego se escribe en
los pliegues del aire y por último se rasga la página con la grapheim. La
poiesis de Sananes es testamento de su paso por la tierra seca y desolada de un
tiempo inclemente que nunca dio sosiego a los grandes desafíos de la especie
humana. En el poema titulado “La canción rota” dice:
“Pertenezco a
esa especie colectiva
empeñada en
quebrar el ruido con una
palabra que aún
no se ha construido” (…)
La memoriosa
conmoción de un recuerdo es imagen que perturba la capacidad intelectiva del
lector. El lector que se acerca a la gratificante intimidad de estos textos no
puede evadir el sentimiento de gratitud con la poeta por poner en la página
imágenes tan desgarradoramente cálidas y tan inocentes que parecieran venir de
una memoria edénica, paradisíaca. Toda la poesía de Sananes es un terco y
arrebatado exhorto a la ternura, un emplazamiento al amor y el amar contra el
morir y estos textos son una expresión patentizada de ello.
Lo que sì no
se oculta en esta poesía de Sananes es su profundo y raigal eco libertario y el
poema es, en estos textos de libertad y esperanza, una forma de conocimiento,
un camino tortuoso para acceder a la verdad que conduce inexorablemente a la
libertad. Leer los textos poéticos contenidos en “Palabras conjugadas” es, también,
ex aequo, leerse uno mismo en nuestra propia interioridad psicológica. La
escritura poética propuesta en este libro es altamente terapéutica, balsámica,
“sanadora” en lo que toca a nuestra herida esencial: ser uno mismo, reconocerse
uno en sì mismo y consigo mismo desde la alteridad de la escritura del otro.
La palabra íngrima,
desnuda, solitaria, en su original estado virginal de no pronunciación, la
palabra en estado de gestación con sus sonidos morfo genésicos nacimientales; a
esa palabra busca acercarse la escritura de Sananes y estimo que su hercúleo
esfuerzo intelectual es no sólo válido sino más bien plausible y altamente
encomiable. Desde estas líneas saludamos esta magnífica y munificente obra de
pura poesía y auguramos para ella y su autora el mejor de los destinos que
seguro estoy de ello sabrá labrarse por sus incontables virtudes literarias y estéticas.
Como
muchos saben vengo del mundo del periodismo. Y en literatura soy un simple
aficionado que se dedica a la lectura sin mayor aspiración o vocación para el
ejercicio de la crítica. Y en el caso del más reciente libro de la poeta y
profesora universitaria Mery Sananes, comienzo por darle las gracias a nuestro
amigo Agustín Blanco Muñoz por haber puesto en mis manos esta publicación.
Dada
esta circunstancia, amiga Mery, he tenido la dicha de leer tu poemario
“Palabras conjugadas”. Y debo decirte que he quedado gratamente sumergido
en esa experiencia estética, en esa cosa liviana, alada y sagrada que es la
poesía.
Con
tus palabras he cumplido lo que Borges propone para entender la poesía. Primero
leer en silencio como queriendo sentir la belleza y, en seguida, hacerlo en voz
alta para escuchar la armonía. Quiero decirte que tu libro cumple ambas
premisas con solvencia. En tus palabras se siente un mensaje que toca
esta dura realidad sin poner de lado la sagrada belleza.
Y
aunque pudiera considerarse como un atrevimiento, considero que es
hora, y lo digo como una humilde propuesta, que tu obra sea reconocida
nacional e internacionalmente. Tu obra debe ir a concursos. Y tengo la certeza
de que ocuparás un lugar destacado en los mismos. Sé que en cada caso la
calidad de tu poesía sobresaldrá.
Finalmente
quiero señalar tu poema “En el redil de la tristeza”, como una síntesis de las
palabras que es necesario conjugar en momentos en los cuales nuestro país
le envía condolencias al miedo, mientras hace el inventario doloroso de lo que
nos han dejado: Nos han robado la respiración/ de la que se nutren los
arbustos/ no han robado el candor nos han/ dejado sólo el ruido circense/ de
los escenarios vacíos y la huella triste/ de la vestimenta inútil de los otros/
nos han silenciado hasta el grito/ dejándonos sólo con una lágrima/ disecada a
la que le han quitado/ su travesía de gotas del amén.
Pero
tu palabra no se queda en el área del lamento y el pesar. Llamas a cumplir con
el requisito de construir otros tiempos: Hoy nos toca escribir el futuro
desandar la / muerte y reinventar la historia que nos fue / consignada en el
átomo cósmico de nuestro / nacimiento para ver si al fin algún día / en esta
tierra de milagros y encantamientos / el hombre comienza a ser y a vivir. Y es
así como tus palabras se conjugan con mucha solvencia en los alrededores de la
onda de la vida plena de los hombres. Y no queda más que decir amén!