FEDERICO GÓMEZ SANDOVAL
UNA DESPEDIDA SIN
VIENTO DE ADIOSES
Y PLENA DE VIDA
TU PARTIDA
UNA FUGA SIN SONORIDAD QUE PARTE
EL ESPACIO EN DOS
Federico, te vimos emprender el último andar y mi voz aún pudo advertir
que estabas haciendo vuelo para una eternidad que tú mismo te encargaste de
construir.
Tu gesto fue entonces de esos que sólo son medibles
por un cronómetro cósmico. Y más aún
cuando no concebimos que un andar como el tuyo se pueda detener para ingresar al aposento de una noche que no
volverá a ver palidecer el crepúsculo.
Difícil determinar ese instante en el cual una
respiración se detiene a sabiendas que con ella se apaga el fuelle que la
mueve. Es una fuga sin sonoridad que parte el espacio en dos, que hace estallar
la cristalería de los ojos, dejando pendientes los sueños que se cobijaban
detrás de esos párpados.
Es un disparo certero que logra de inmediato su
objetivo, sin que pudiéramos observar que en cada milímetro de su
recorrido se estaba buscando un adiós
que no podremos lograr quienes fuimos
cercados por tu magia de afecto, incondicionalidad, sabiduría y amor.
Y en medio del golpe piedra en el propio centro del
alma, nos quedamos todos atados a ese tiempo infinito que transcurre entre ese
silencioso golpe de hacha y el trastocar de ese soltar los hilos hacia la
dimensión del siempre.
GANABA LA
CARRERA
Pero uno
sabe que la memoria comienza a reciclar los años que
nos juntaron en un vivir compartido,
fraterno, lleno de alegrías y de las fortalezas necesarias en las horas de
dificultades.
Los andares supieron de nuestros pasos cada mediodía,
mientras recorríamos los verdes parajes de unas caminerias habitadas por
hierbas, mensajes y algarabías. Mientras, la risa jugaba a ganar la carrera. Y el ritual de la
amistad era un canto a muchas voces que dejó nuestras huellas ancladas en los
bosques y las escalinatas.
DECIDIMOS JUGARLE UNA METÁFORA
A LA
FUGA
A veces no basta saber que estuvimos allí entregando
el abrazo como el único bien que nos hace existentes. Y decidimos jugarle una metáfora a la fuga. En ese abrazo
te acompañamos hasta esos confines del
alma en los que nada se vuelve a escapar.
Federico, junto a tu condición de estudioso a fondo de
la medicina, de un urólogo de tu seriedad, disciplina y eminencia, estuvo
siempre tu sentido e inclinación de humanidad, el apoyo del otro necesitado de
ayuda, el amigo certero, hermano de la vida, compañero de viaje.
Y es a ti precisamente a quien ataca con dureza una dolencia de aquellas que ayudabas a curar con empeño, tesón y mística
profesional. Y aquí el propio conocimiento de tu proceso nos puso frente a un
personaje y una personalidad que todavía nos faltaba por conocer.
DECIDISTE ACEPTAR EL MANDATO DE LA NATURALEZA
Decidiste aceptar el mandato de la naturaleza que
señaló que tu tiempo había transcurrido.
De nuevo sentimos tu carácter recio, decidido, seguro. Fue entonces enfrentar
tu tránsito con el valor que da el tener conciencia de haber cumplido la misión
de vida encomendada.
Entonces llegué a preguntarte… ¿Pero cómo no acudir a
los recursos que manejas para alargar
la vida útil de tantos pacientes que han pasado por tus manos? Tú respuesta se
hizo imborrable: no quiero someterme a suplicios que me conviertan en otro vivo
sin vida. Yo no acepto lo artificial y
por eso, si sé que ya no tengo vida, prefiero marcharme.
Esta declaración basada en un código de certero vivir
nos dejó desarmados. Una convicción que
se hizo ejemplo en humildad y reconocimiento de lo que es el vivir de la
convicción que se respeta y atiende.
UN MILITANTE DE LA VIDA HACIENDO GALA
DE SU OFICIO
Por esto, en ningún momento perdimos de vista que
estábamos frente a un militante de la vida que hacía gala ahora de su oficio
bien aprendido y manejado, a pesar del dolor e incomprensión que podía dejar en
el camino.
Sabemos que una de tus mayores alegrías te las
producía el recuerdo de no haber registrado ninguna inasistencia en todo tu
tiempo desde simple médico hasta Jefe de Servicio en el Hospital Pérez
Carreño”. Registro que referías con orgullo
y que te escuchamos en varias
oportunidades. Porque para ti el lineamiento de que el paciente es lo primero
no fue nunca un simple slogan sino un deber.
Esos mismos paciente se preguntan en su pensar y
sentir ¿y por qué el doctor Gómez Sandoval no se acogió a la atención al
paciente que propugnaba y cumplía? ¿Por qué quién ayudó a la curación de tantos
pacientes le dio libertad al mal que se vino a instalar en su organismo, a
sabiendas que él estaba ocupado en su batalla contra toda enfermedad incurable?
Este es una especie de misterio cuya explicación más
profunda se queda en el fondo de un hombre que asume la condición superior:
cumple el mandato hipocrático para quienes ponen sus vidas en sus manos y hace esfuerzos hasta el último día de su
existencia.
Pero esa doctrina no la aplicas a ti mismo. Entiendes
que lo importante no es una media vida sino que ya no puedas cumplir con el
sagrado mandato de la profesión que hace de la salud un apostolado.
DEJASTE MUCHAS VIDAS RECUPERADAS
En atención a esta orientación dejaste muchas vidas
recuperadas y alumnos entrenados para proseguir la lucha permanente para estudiar, investigar, ayudar a sanar y colegas
a quienes te juntaban lazos de afecto, de trabajo, de vida compartida.
Toda la familia te acompañó y acompaña en tus
decisiones. Escuchó la exposición sobre tu pronta partida. Cada quien recibió
tu mensaje con entereza y dolor. Y no hubo lágrimas para no asomar dudas sobre
tu libertad de marcharte siguiendo los mismos lineamientos que guiaron los
pasos de tu vivir.
Federico, quiero que recuerdes que quienes somos tus hermanos de vida, nos
negamos a despedirte y que te llevamos en nuestras arterias, como ese querer
que perdura más allá de distancias, contratiempos y dificultades.
Difícil olvidar las horas de angustia que padeciste por la situación de tu
Venezuela que veías desmoronarse cada
vez más. Y en ese marco hacías tus preguntas: ¿qué hacemos con esto? ¿Hasta
cuándo aguantaremos? ¿Es cierto que esto va para largo? Y en medio de todo
crecía tu desgaste, aunque manteniendo tu temple e hidalguía.
NO HAY DESPEDIDA HERMANO SINO UN ABRAZO ESCRITO EN LA
LUZ DE LAS ESTRELLAS QUE NO SE APAGAN
Por eso, por estar siempre en tu imagen de porvenir,
en esa noche de luna menguante, de este 18 de febrero del 2017, a la hora de la fuga
crepuscular de las siete y diez, decidimos que no te escribiríamos una carta de
despedida.
Más bien nos dedicamos a buscar la vida en tus manos,
tu cuello, tus pies y cuando nos hiciste ver que te habías marchado, nos fuimos
al abrazo protegido por la sombra y la
propia corteza de los árboles, los hilos
del viento, el paso de los arco
iris y
la resplandeciente luz de las estrellas que nunca se apagan.
Un abrazo que contiene
el poder de las coordenadas, para ese encuentro que no finalizará,
porque nunca dejaremos de celebrar, como una ofrenda mayor en nuestro
existir, tu identificación con la presencia, la libertad, la justicia, la
belleza, la entrega y el amor.
Finalmente, Federico, amigo mío, hermano, situado ante
tu tranquilo, sereno, dulce y seguro rostro que nos dejaste grabado en nuestro
más adentro, quiero repetirte para tu
recuerdo lo que tanto sabes, que has estado y estarás con nosotros y que te
hemos querido y te vamos a querer por
siempre, mucho, mucho, muchísimo!
Agustín Blanco Muñoz
18 de febrero del 2017
Gracias, Agustín. Hermoso escrito.
ResponderBorrarConmovedoras palabras para honrar la amistad y admiración de un amigo! !!!
ResponderBorrarPreciosas palabras de despedida a Federico Gómez Sandoval, que en paz descanse.
ResponderBorrarAl leer el escrito de Agustín sobre la partida de Federico Gómez Sandoval, aluciné. Es una hermosísima Elegía al ser amado que nunca será ausencia.
ResponderBorrarAl internalizarse en mi admiración y mi respeto, Agustín logra que el viajero eterno lo haga definiendo y definiéndose en uno, como el ser que continuará siendo, como el ser que siempre será, como esos seres de todos los tiempos que siempre se quedan con nosotros, como lección de ser, porque se sembraron tan profundamente en lo que somos que ya no sabemos idenficarnos sin reconocerlos como esencia nuestra; en esa asimilación eterna y vital a la que se integran..
Me bebí el homenaje-amor-reconocimiento-hermandad al colega médico Gómez Sandoval, y felicito a Agustín por ser tan privilegiado en esa íntima Cofradía a la que pertenecemos. Porque al compartir las esencias de las vidas que vivimos, nos alimentamos con todas las experiencias diversas en las que alegría-dolor-tristeza-vida- amistad-amor, son luces de estrellas inmortales.
Y en ese compartir del alma al que nos tienen acostumbrados las embusterias, los que tenemos el honor de pertenecer a ustedes, igualmente brillamos, porque asimilamos ese alimento del alma y lo convertimos en esencia de nuestra esencia.
Yo cada día, a mis 97 años, crezco un poquito más. Me he convertido en mejor persona, tengo más conciencia y... espero cada día esa conexión con el mañana que ustedes pregonan y que es para mí, alimento del alma .
Espero que, en un futuro próximo, la Cofradía íntima desborde los límites "esenciales" en el compartir de sus esencias y el colectivo comparta un desborde esencial internalizado, vivo y...efectivo
Te amo oo Los amo oo. Zaira Andrade en el amor oo de Z
ResponderBorrarHola Agustin ,simplemente las mas bellas palabras son las que se dicen o escriben desde el corazón.
Gracias por estar en nuestras vidas.
Un abrazo fuerte
Mariana Gomez
Despedirse sin adiós lo hacen como dice, Dr. Agustìn los hombres de la talla de Freddy Gómez, y eso es porque permanecen entre nosotros, llenos de vida en su legado. Orgullosa de haber caminado a su lado, y agradecida que varias de esas vidas recuperadas están en mi familia, particularmente mi papá, que gracias a Freddy tuvo la dicha de vivir muchos años y conocer a sus once nietos, por ejemplo. También coincido con el Dr. Agustín en el afecto a Freddy Gómez, hoy, mañana y siempre. Al Dr. Gómez lo queremos mucho, muchísimo hoy mañana y siempre!
ResponderBorrarCarolina Parra
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