Desprendida la rama
del árbol de la vida
se mira a sí misma
auscultando su savia en
afán de ascender de
nuevo hacia su estatura
de nido y resplandor
Aguarda paciente el
dictamen del leñador
que habrá de decidir su
destino de brasa o la
dimensión de sus costuras
En el cauce acuático de
sus sueños resuenan losquereres repartidos en los
bosques de la alegría
y en el horizontal descenso
hacia los espejos la rama
clama su retorno a su
hospedaje de llovizna
Y siente que la nervadura
de sus hojas se alinean como
un ejército de tendones
dispuestos a zurcirse a la
vida con estambres hechos
Y el tremor es una danza
que nada sabe de despedidas
ni conjeturas sino de huertos
Los minerales que conviven
con las raíces profundas de los
bosques se tornan en viga
de cuerdas tensadas dispuesta
a devolver a la rama doblada
Y a lo lejos vuelve a la mirada
ese auscultar de amaneceres
la búsqueda del regocijo naranja
de los ponientes y el deslumbrante
lienzo de los cielos
El árbol de la vida que ya
se tiñe de todos los matices
del rojo y el púrpura
aguarda sin prisa el retorno
de la rama desprendida
y gracias le da a los dioses
del vivir mientras mece sus
rubores sobre el sol de la
mañana
agosto / 2019
NOTA IMPRESCINDIBLE. Cuando reuní este conjunto de
poemas, escritos bajo el efluvio de mi accidente y la nueva realidad que habría
de enfrentar, se lo envié a RENÉ RODRÍGUEZ SORIANO para preguntarle si
consideraba que esos poemas constituían una unidad y si tenían algún significado,
más allá de la sola experiencia personal.
Tardó unos días en responderme, pero cuando lo hizo me
lo devolvió boceteado en un libro. Meses después, y no estando René físicamente
entre nosotros, en homenaje a esa capacidad sin límite que siempre tuvo de instalarse
en el otro, de tender una mano, de guiar y sugerir, he decidido publicarlos. Nada
me dijo pero todo el libro lleva el sello de una presencia que perdura y
perdurará siempre. Y a él queda dedicado.
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