A Carlos Ivan Ontiveros
y Laurencio Zambrano
dos seres que repartieron
sus mejores cosechas
sus afectos infinitos 
y esa alegría desmesurada
que nos siguen y seguirán
dejando cada día
dejando cada día
En estos días tan significativos
para una parte diminuta de 
este triste planeta quisiera 
dirigirme a esos seres 
esenciales en nuestro vivir
que ya no están físicamente 
con nosotros. 
Conciencia tengo de que no hay 
manera de nombrarlos a todos 
 hemos acumulado incontables 
despedidas y cada una de
ellas las hemos convertido
en compañías permanentes
Son esos seres amorosos 
que mantuvieron un afecto 
incondicional
 y  a quienes entonces y ahora
seguimos amando con el alma 
porque nos entregaron el privilegio 
de sus sentimientos su propia 
lección de  vida y una memoria 
inquebrantable que jamás 
ha de desaparecer
A ellos quisiera reiterarles 
que los afectos profundos 
siguen creciendo aunque físicamente 
no podamos alcanzarlos en lo 
cálido de un abrazo 
Para nosotros siempre
estarán presentes 
de ellos son los bosques 
invisibles que se esconden
 tras las nubes
las estaciones que brotan 
sin calendarios
Esa luz que emerge
desde lo más profundo
del espíritu
y que nos revela esa
comunión que jamás
ha de marcharse
El canto de la llovizna
sobre los párpados
de los niños y la esperanza 
y la alegría
que nos construye saberlos
cerca
De alguna manera
como nos decía Leon Felipe
ellos son los corredores
que nos dejaron el relevo
y nos corresponderá a nosotros 
entregarlo al marcharnos 
a quien lo tome de nuestras 
manos en la tarea de seguir 
reconstruyendo la vida 
en este planeta de fosas
31/12/23
texto y fotos / mery sananes
y algunas tomadas de la web
Beethoven
Himno o a la alegría
IV Movimiento
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