Se adornaba siempre
con frutas dúlcimas que sus manos
encantadas hacían brotar de una
tierra árida e inhóspita
Sembraba granos de maíz para luego
obsequiárselos a las gallinas
de su pilón nacía un pan de horno
que sólo ella podía amasar
con sus mágicos dedos
de hacedora de milagros
Pequeñita y sin embargo
del tamaño de la fortaleza
se agigantaba cada vez
que una mala nueva recorría
la trocha hasta sus haberes
de cocuyos y peonías
Observaba siempre el cielo
para leer los signos estelares
de las cosechas y se cuidaba
del sereno enamorada como estuvo
de las estaciones de la luna
Tenía una sonrisa como hacia adentro
pero que alegraba toda la extensión
de sus pastizales
Se nos estaba yendo desde hace mucho
tal vez zaherida por la ausencia
del hermano o cansada de no poder
ponerle coto a los desmanes
de los otros
Supo de las cercas cuando ya tenía
la edad de la vida mas su
solar siempre estuvo abierto
al visitante que buscaba
un cacharro de agua
o una confitura de lechosa
Jamás le conocí una sola queja
que no fuera la queja de los otros
que ella guardaba para aliviarlas
Tenía la sabiduría de quien conoce
el campo en todas sus coordenadas
oírla contar era como sumirse
en un tiempo que no conocía de muertes
pero la tristeza la llevaba prendida
del párpado como un aviso
o advertencia que ella misma
no leía
Hacía milagros con el agua
que no llegaba
alumbró la noche con sus lámparas
de carburo que no desentonaban
con el concierto de los luceros
Recogía la leña como si fuera
un talismán para prepararle viandas
a los forasteros y los propios
Tenía la estatura de los prodigios
que pasan desapercibidos
para quien no se detiene a beber
de sus lechos
Julia era como una viga maestra
que sostenía el conjunto del universo
en sus manos rugosas y sin embargo
suaves como los amaneceres de nísperos
Habíamos quedado en vernos pronto
y se me fue este viernes
de dolor sin que haya podido
asistir a su tránsito hacia la aurora
de donde vino
Pero ella sabe que nunca he dejado
de estar en el interior de sus angustias
ni en el corredor de sus suspiros
y que desde allí y de manos del hijo
y de la hija le acallamos el dolor
para que fuese a sembrar su sonrisa
en los paisajes del siempre
mery sananes
30 de marzo del 2007
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