En la Semana Mayor del 2007, escribimos las palabras que siguen, que tienen una vigencia que sobresalta. Lejos de ir en dirección a las indispensables resurrecciones, seguimos avanzando en la entrega de la vida, a nombre de infinitas razones inventadas para multiplicar la muerte, que no la esperanza.
La tristeza, entonces, la desazón, se acrecientan y agigantan hasta dejarnos exilados en el silencio de quienes no tienen palabra, ni pan servido, ni mesa de consagraciones, aventados sin saberlo, a empujones, hacia guerras que no les pertenecen, hacia horrores que en nada conciernen a sus sueños deshabitados.
Y, sin embargo, y aunque sea desde el fondo de un pozo, hay que moldear el grito hasta convertirlo en un rayo de luz. Hay que excavar desde los túneles más oscuros en dirección a la brecha por donde se cuela el dulzor de las aguas que habrán de dar de beber a las mandarinas y a los nísperos.
Hay que agitar el viento al interior de las velas del bajel de la vida, sembrarle candilejas a la pólvora, desatar las resurrecciones. Por ello dejamos aquí de nuevo estas señales, como si fueran diminutos cometas en manos de un niño, para que cada quien suelte el cordel de sus propios sueños en altiva confrontación con la muerte, donde quiera que esté.
La tristeza, entonces, la desazón, se acrecientan y agigantan hasta dejarnos exilados en el silencio de quienes no tienen palabra, ni pan servido, ni mesa de consagraciones, aventados sin saberlo, a empujones, hacia guerras que no les pertenecen, hacia horrores que en nada conciernen a sus sueños deshabitados.
Y, sin embargo, y aunque sea desde el fondo de un pozo, hay que moldear el grito hasta convertirlo en un rayo de luz. Hay que excavar desde los túneles más oscuros en dirección a la brecha por donde se cuela el dulzor de las aguas que habrán de dar de beber a las mandarinas y a los nísperos.
Hay que agitar el viento al interior de las velas del bajel de la vida, sembrarle candilejas a la pólvora, desatar las resurrecciones. Por ello dejamos aquí de nuevo estas señales, como si fueran diminutos cometas en manos de un niño, para que cada quien suelte el cordel de sus propios sueños en altiva confrontación con la muerte, donde quiera que esté.
Dijimos entonces
En estos días mayores, en los que la
historia de los sacrificios hace presencia en la mesa cotidiana, es bueno
preguntarse por este tiempo que vivimos, tan plenos de muerte y tan ajenos a
resurrecciones.
Preguntarnos por las creencias que se
nos vuelven madejas.
Por las oraciones que quedan recluidas
en el cuenco de las manos.
Por la vida que no hemos podido
construir.
Por la noche gigante en que hemos
convertido este triste y desolado planeta.
Y tal vez hasta por la esperanza, la que
podríamos edificar, el día que consagremos paraísos en el interior del corazón
del hombre y hagamos de la resurrección el ritual de cada amanecer.
En nombre de esa ilusión, invitamos a compartir
LA TRILOGIA PASCUAL
VIERNES
DE PASCUA
EN LA PUNTA DE
UN ALFILER DESTROZADO
Juan Sebastián
Bach / Oratorio de Pascua
LA
CONSAGRACIÓN DEL HOMBRE PARAÍSO
Juan Sebastián
Bach / Pasión según San Juan
SÁBADO
DE GLORIA
Y SI GLORIFICÁRAMOS
LA VIDA
Antonio
Vivaldi / Gloria
DOMINGO
DE RESURRECCIÓN
MAHLER LAS
SIRENAS DEL ALBA
TROMPETAS DE
RESURRECCIÓN
mery sananes
20 de marzo del 2008
y traído de nuevo a esta semana mayor
en abril del 2015
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