Ramón Palomares
fue a reencontrarse con los suyos
a buscar el pueblo que había desaparecido
el árbol florido a cuya orilla todos los días
iba naciendo
Pero el poeta no se va
el poeta se queda
y su poesía seguirá sembrada
en los solares
en el corazón de los pájaros
y en el surco aún vacío
y reseco de su tierra
esa tierra que es de todos
y que a veces es de nadie
¡Salud poeta!
YO MISMO PASANDO
POR ESTA VIDA
A
José Ramón Medina
Arbol florido Todo él echado sobre el
patio cabeceando sus hojas
y entredormido
Bueno Vivía allí una vieja con su perro Y
yo mismo Niño
Qué de invención de cielos Qué decir
fuentes y aires idos
Yo nacía y nacía Todos los días naciendo
De unas nubes arreboladas De un cantío de
gallos De unos pájaros...
Venían
quién sabe de qué vidas!
El vicio de mirar inventaba y los inventos
eran sacar tigres del
árbol
soplar entre sus hojas Enredar
los aires con caballos que nomás salían
del ensueño
encabritaban sus narices y ya no se les
volvía a ver
Miren aquel ovillo y enredijo de dias
azules gritando
por
los montes
Y allí en el entretanto la vieja cargaba
agua de un puente
y el perro ladraba y perseguía a los
espíritus mordiendo el aire y
sacudiendo
el polvo de aquel asendereado
Así que una vez los vi remontarse muy
lejos. Y yo que iba en unas
ramas
echando rocíos los llamé:
—Abuela Abuela Adónde vas Adónde te llevas
al perro
—Adiós hijito Adiós —dijo
Nomás que el mozo que yo era ni se fijó en
el perdido arrebato que tocaban
ni cómo el cielo se atornasolaba
Y al ir al árbol
Pues
de lo de antes no salían sino huesos
Huesos
floridos y gentes demasiado jipatas
Así se fue haciendo todo borroso y cada
vez se veía menos aquel árbol florido
y se puso el cielo turbio y comenzó a
llover días y días
Pasaron las gentes muy tristes
—"Hace días que no amanece aquí"
—decían
"Pura Negrura. Nomás Pura Negrura
—repetían
Y cada vez pasaba más gente Cada vez más
de prisa "Apúrenle!"
Me di cuenta que ya la casa se iba
Ojos míos vieron a lo lejos un niño
Vieron una vieja y un perro junte a un
árbol
Quise fijarme bien Quedarme un rato Sí
Pero ya me empujaban Muchos pasaban junto
a mí de prisa
muy de prisa
Yo
me afincaba y me afincaba Pero ya me borraban el corazón
Ya lo borraban Nomás que Yo era sólo de
temblor Ya un ensueño Aire en vilo.
NATIVOS
A
J. V. Abreu
Nacimos en ese pueblo donde la gente vive
preguntando por los
de lejos
—Eufrasio —Démen razón de Eufrasio
—Ustedes no me han visto a Eufrasio?
Ai se reían los otros y se iban al momento
No sabían otra cosa.
Y cuando caminábamos siempre íbamos por
ese pueblo
Lo que hay son puros extraños
gente forastera que beneficia animales y
los cuece de una vez
para vender.
Nosotros pasamos preguntando por una
tierra
—Hágame el favor Qué es lo que queda aquí?
Cómo
llaman por estos lados?
Nombres distintos siempre
Dentro de un tiempo. ¡Ni quien nos
entienda!
Íbamos buscando esa tierra
Lo que antes eran caídas de aguas, musgos,
olor de bosta
Ai íbamos
—No señor, que aquí no le conocemos esas
iglesias azules
esos
animales
Lo de por aquí no es nativo, viene de
lejos
Son nubes
El alma de úno iba extrañándose
Se
alejaba.
Veces que se estaba demasiado
Nos parecía prestada
—Decíme corazón Dónde estamos?
Ya no estábamos
Éramos una gente que iba caminando
Unos buscábamos un pueblo, una tierra
Otros ya no
Y cuando mirábamos abajo
Pues allí
estaban esos poblados
Ventas
gentes forasteras que vendían carne
sacrificada, dulces, hojalatas
Otros le abrían puertas a la tierra
Y se veían apretujados, unos encima de
otros
Humeaban
Sacaban chispas
Decirle a su alma:
—Esto
no es ni la sombra!
—Cuidado con quedarse!
Nos agarran por el pescuezo y nos sacuden
la cabeza!
Mírenme esto:
Lo
que una vez fuera un valle de truenos
ya no es más que siseo.
Otros tomaron los caminos, el agua, los
lugares de airearse
Quemazones era lo que se divisaba
Troncos de cedro y apamate y toda madera
iban por los días y las noches arreando
hacia las construcciones
Peladeros quedaban
Pobres chamizales
y un gran calor.
Por debajo nos sacaban la sangre,
por los pies se nos iba,
sangre de úno a los remotos mundos...
Tristeza sí.
Tristeza de sentirse andando sin saber
Qué dóndes, quí fines, qué muertes y qué
purgas
Son.
De su libro
Adiós Escuque
1975
Fuente
RAMÓN
PALOMARES, nació en Escuque, Estado Trujillo, el 7 de Mayo
de 1935. Cursó los estudios de Maestro Normalista en la Escuela Normal Federal
de San Cristóbal. Se graduó en el Instituto Pedagógico de Caracas como Profesor
de Castellano y Literatura (1958). Profesor en la Universidad de Los Andes. Formó parte del grupo literario "Sardio"
(Caracas, 1958); y del consejo de redacción de la revista Rayado sobre el
techo.
OBRA POÉTICA: El reino (1958); El ahogado (1964); Paisano (1964); Honras fúnebres (1965); Santiago de León de Caracas (1967); El vientecito suave del amanecer con los primeros aromas (1969); Poesía (1973, 1977, 1985, antología); Adiós Escuque (1975); Poesía. 1958-1965. (1979); Elegía 1830 (1980). Antología poética (1985); El viento y la piedra (1985); Mérida, elogio de sus ríos (1986); Alegres provincias. Un homenaje a Humboldt (1988)
Le han sido otorgados los siguientes galardones: Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal, Mención Poesía (Caracas, 1965) por su poemario Paisano. Premio Nacional de Literatura, Mención Poesía, en 1975, por su libro Adiós Escuque. Premio Municipal de Literatura del Concejo Municipal del Distrito Libertador del Estado Mérida (1992) por su obra total.
OBRA EN PROSA: La rana, el tigre, los muchachos y el juego; mito de los indios makiritares (1969, coautor).
Se marchó hacia otras comarcas el 05 de marzo del 2016.
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