Y LA TRAVESÍA SE HIZO DE CANTO
para Rosana
Como nadie conociste las vigas maestras de las que
estaba hecha tu madre. La habías visto incansablemente hacer del canto un
estandarte de alegría y del baile una fiesta del espíritu.
La acompañaste mientras le bordaba algarabías a las
horas de remanso e inventaba territorios para socavar la tristeza y sembrarle
gajitos de risa a los días sin aire.
Sabías que su contextura era móvil, que su andar tenía
el ritmo de las canciones que albergaba en los pliegues sonoros de su corazón.
Y que nunca comprendió porque un día quedó herida de silencios.
Y entonces apareciste, con la paciencia del pájaro cuando
teje su nido, a repararle la cítara cuyas cuerdas se habían quebrado. Y de la mano
la fuiste llevando a través de los días hasta que alcanzara su morada de lumbre.
Cuando supiste que se acercaba el tiempo de soltar velas,
tomaste tus lágrimas, las guardaste en una de esas taparitas que tu madre
cuidaba, y la convertiste en un sonajero.
Te le acercaste y comenzaste a cantarle sus melodías
favoritas, para que su paso hacia la inmensidad fuese leve y alegre. Y sé que volvió
a florecerle el rubor en su rostro, el temblor en su costado y esas imaginerías
que siempre guardaba en sus pupilas.
Hasta que con su equipaje de armonías, dejó en la
madrugada un suspiro de ensoñaciones y se fue a remontar sus paisajes de niña, sobre las laderas de una luna casi llena.
Sabías que su partida hacia esos nuevos rumbos, no
podía de manera alguna silenciar su canción. Y te erguiste como nunca, hija de
ese tronco robusto, para que la tristeza no dejara huellas en su tránsito.
Y al instante de devolverla a sus simientes, de nuevo te
hiciste cuerda sonora, y la travesía se hizo de canto. Madre e hija sabían que
nada concluía, que ella se quedaba contigo y tu canto se iba con ella. Y
lograste que fuese festivo su andar hacia su solar de infinitos aromas.
Pero sé, Rosana, que el instante más difícil de todos
es ese en el cual se regresa a los lugares que ya no están habitados y la mano
no alcanza a deslizarse sobre las sábanas para arropar la noche.
Pero si comprendes que el canto selló sobre el
horizonte un pacto de amor, alcanzarás la certeza, que mientras tu música
prosiga, ella, en alguna parte del universo, estará danzando y que el movimiento
de las constelaciones en el mediodía del cosmos, levantará la punta de su falda,
mientras ella gira alegre sobre los acordes de un vals carorense.
Y que en esos cordajes siempre la encontrarás, con su
risa adolescente, plenando los espacios de un vivir que trasciende toda
transformación.
Yo te traigo, Rosanita, para que se la entregues a
ella, esta flor recogida en el solar de mis pajarerías, envuelta en la pluma de
un cristofué.
muuuuuucho, mery
17 de junio del 2016
Hermoso homenaje a mi mami linda, muchas gracias poeta ella fue así canción, baile y alegria. Su lema era palante Che querales, que significaba que siempre debemos levantarnos ante las adversidades, un beso grande poeta te quiere Rosana.
ResponderBorrarHermoso, y honra lo que aún Es Yolanda en el corazón de quienes vivimos y conocimos su vida...
ResponderBorrarLa poeta está muy cerca de mí. A Yolanda y Rosana no creo haber tenido la suerte de encontrarlas. Pero han de ser hermosas y de alguna forma ligadas al valse y a Carora. Bellezas que inspiran a la poeta a escribir así de lindo
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