Colocamos hoy este poema de Carlos Morales del Coso, por más de una razón. Pero la fundamental es celebrar la acción de la Revista LA OTRA, mexicana, al incluir en su sección Poesía en Voz Alta, a Carlos Morales del Coso, cuya obra propia es excepcional, así como su incomensurable trabajo de rescate de poetas de todos los lugares y espacios de este plantea vulnerado.
Su presencia en estas Embusterías data de hace mucho tiempo. Testigos hemos sido de su incansable trabajo por publicar La Primera Antología del Holocausto, que aún permanece inédita, a pesar de todos los esfuerzos por lograr su publicación.
Creemos que este paso que ha dado la Revista LA OTRA, dirigida por José Ángel Leyva, contribuya a la difusión del trabajo creador, crítico, de traducción y compilación, de este poeta extraordinario, y a la vez para promover la edición de una Antología indispensabe y esencial en un tiempo histórico que, lejos de haber aprendido la lección de esos tiempos, ha contribuido a multiplicar, de manera fragmentada, pero no por eso menos dolorosa numerosa, los holocasutos en las mas diversas geografias del planeta.
Carlos Morales es autor, como poeta, de "Palabras de Tierra y Vino" (1982), "S" (1984), "Un rostro en el jardín" (2000), "Il tridente nel giardino" (2000), "El libro del Santo Lapicero" (2000) y "Salmo" (2005). Traducido a varios idiomas, publicó en el año 2003 una de las versiones más celebradas de El Cantar de los Cantares. Como antólogo, ha editado la "Poesía secreta" de Federico Muelas, "El cántio de la Creación", de Carlos de la Rica y "Coexistence", una antología de poetas árabes y hebreos que trabajan por la reconciliación. Como editor, dirige "El toro de barro" (la segunda colección de poesía más antigua de España), los "Cuadernos Sefardíes" (con M. Matitiahu) y la "Biblioteca del Holocausto" (con J.Vandor). Actualmente, codirige con Juan Ramón Mansilla la revista "Hilos de araña". Ha dirigido en TV Toledo el programa "El suelo perdido"
Carlos Morales es autor, como poeta, de "Palabras de Tierra y Vino" (1982), "S" (1984), "Un rostro en el jardín" (2000), "Il tridente nel giardino" (2000), "El libro del Santo Lapicero" (2000) y "Salmo" (2005). Traducido a varios idiomas, publicó en el año 2003 una de las versiones más celebradas de El Cantar de los Cantares. Como antólogo, ha editado la "Poesía secreta" de Federico Muelas, "El cántio de la Creación", de Carlos de la Rica y "Coexistence", una antología de poetas árabes y hebreos que trabajan por la reconciliación. Como editor, dirige "El toro de barro" (la segunda colección de poesía más antigua de España), los "Cuadernos Sefardíes" (con M. Matitiahu) y la "Biblioteca del Holocausto" (con J.Vandor). Actualmente, codirige con Juan Ramón Mansilla la revista "Hilos de araña". Ha dirigido en TV Toledo el programa "El suelo perdido"
En el siguiente enlace podrán escuchar la voz del poeta Carlos Morales del Coso, proporcionado por el proyecto Poesía en Voz Alta que promueve la Revista LA OTRA
Salmo de los negros pájaros de hierro
Hierro somos somos tus negros pájaros de hierro
repetimos tu silbo repartimos tu nombre
por los campos Señor desplegamos de noche
tu Voz por los canchales la dejamos caer
sobre las torres de luz sobre las guarderías
sobre los ciervos que manan de los montes Señor
sobre las silenciosas plazas y los mercados pobres
de Jerusalén
por los campos Señor desplegamos de noche
tu Voz por los canchales la dejamos caer
sobre las torres de luz sobre las guarderías
sobre los ciervos que manan de los montes Señor
sobre las silenciosas plazas y los mercados pobres
de Jerusalén
llegamos con el alba
ululan las sirenas de los claustros
se agitan las campanas los perros los escombros
los lirios se arrodillan Señor al paso de tus ángeles
ululan las sirenas de los claustros
se agitan las campanas los perros los escombros
los lirios se arrodillan Señor al paso de tus ángeles
lo hacemos en tu nombre
de mañana y de noche volamos y volamos
los ojos las escuelas y las puertas
volamos en tu nombre Señor los hospitales
de mañana y de noche volamos y volamos
los ojos las escuelas y las puertas
volamos en tu nombre Señor los hospitales
las piernas de Manhattan tronchamos sobre el Hudson
los ícaros ardientes de Manhattan cayendo sobre el Hudson
los ícaros ardientes de Manhattan cayendo sobre el Hudson
los taxis amarillos las bestias saludando en los cristales
y esas reses colgando de los puentes
de Sebrénika
tú júbilo Señor
tus crisantemos rojos
las risas que tú mismo cultivaste
bajo la fresca cúpula de tus santuarios...
oh Dios de Notre Dâme
oh Dios que riegas tu jardín en las basílicas
que tu testa humedeces con el agua fresquísima de las mezquitas
y el dorado aceite de las sinagogas
¡levanta tu cabeza
escúchanos cantar escúchanos danzar
sobre las altas palmeras de Bagdad
en la nochada!
somos tus negros pájaros de hierro
de mañana y de noche tu nombre repetimos
tu música dejamos Señor caer sobre los cuerpos
sobre la piel tendida de aquellos dos amantes
desnudos para siempre los amantes
tu música dejamos Señor caer sobre los cuerpos
sobre la piel tendida de aquellos dos amantes
desnudos para siempre los amantes
sobre una cama muerta Señor donde el romero estalla
y viste el Musa Dagh de atardeceres rojos
para que tú los cubras Señor bajo tus rosas
para que tú dibujes en su boca
las negras flores negras de tu burka
izamos las trompetas ondeamos los tambores
anillos de humo blanco como ayer
las negras flores negras de tu burka
izamos las trompetas ondeamos los tambores
anillos de humo blanco como ayer
escritos en el alba como ayer con un temblor de seda
sobre las frías zanjas del invierno sobre las chimeneas
sobre las puertas oscuras de los trenes tocamos con los dedos
sobre las frías zanjas del invierno sobre las chimeneas
sobre las puertas oscuras de los trenes tocamos con los dedos
la música de Auschwitz
las danzas hermosas de Treblinka
los dulces salmos negros las hogueras
¡Señor!
lo dicen los periódicos que envuelven la reseca comida
(de los albañiles
lo dicen los pendientes de plata que una muchacha dejó
perdidos en las suaves colinas de Polonia
bajo las fauces negras de un cerezo en flor que crece
(en la estrechura
cuando el reloj entreabre su túnica de de cedro
y la mujer se inclina buscando la sandalia de un muchacho
y la mujer se inclina buscando la sandalia de un muchacho
en una fosa común oculta entre las flores Kosovo
Señor
bajo tus ángeles...
¡oh Padre levanta la cabeza desnúdate y respira
somos tus negros arcángeles de hierro
somos tus negros arcángeles de hierro
tu risa repartimos Señor danzamos y danzamos
ahítos de tu gloria cosidos a tu muerte
Señor in nómine dei tu ira dibujamos
y tu risa dejamos correr cuando atardece
en la nuca del alba
Señor
la lluvia bendita de tus rosas
por los siglos de los siglos
Amen
De su libro
Salmo
Ed. El Toro de Barro, 2005.
No sé qué decir. No encuentro las justas palabras que lo digan todo. De todos los escasos poemas que escribí en mi vida, la talladura de éste fue la más dolorosa. Ponerse en la piel de los ejecutores del mal en el nombre de Dios....Tal vez esa haya sido una de las razones no literarias de que este poema halla alcanzado tan alta consideración entre los lectores. Por eso, tu gesto se agradece en las honduras no sólo de mi memoria, sino de mi corazón...
ResponderBorrarEsun poema que te clava,que te va clavando ese hierro.
ResponderBorrarSin embargo hay algo blando que trasciende en medio que atraviesa esa herrumbre.
Se salva por la mano invisible que esculpe slgo diferente al hilo de es hacer del hierro y de lo clavante
Me recuerda en algo a Poeta en New York
ResponderBorrarMe recuerda en algo a Poeta en New York
ResponderBorrarGracias a todos por vuestras palabras, y a Mery Sananes por el hueco que ha encontrado mi salmo en este espacio tuyo tan cargado de emociones. Que a alguien, como a Concha Lavella, le recuerde a los versos de Poeta en Nueva York es para mí un motivo de alegría, aunque el poema no sea su heredero sino la expresión de una mismo diapasón emocional. La misma emoción me embarga cuando a algunos les recuerda al TodesFuge de Paul Celan. Son cosas que no se olvidan nunca, incluso para los que solo buscamos ser lo que somos, sin más más. Gracias a todos
ResponderBorrarEstas notas las escribió Carlos Morales del Coso el 04 de diciebre del 2020 en FB, a raíz de la impactante noticia del regreso de Carlos Iván Ontiveros a su casa astral. Y he querido dejarlas aquí, porque no quisiera que se perdieran.
ResponderBorrar"Querida Mery: hoy, al sentarme frente al muro de nuestro común amigo Carlos Carivano para buscar la fotografía que lucía en el perfil cuando lo conocí, he vuelto a ver estas palabras que entonces dedicaste a mi poema el Salmo, con motivo a mi presencia en la revista la Otra, que dirige desde México José Ängel Leyva. La dejaste colgada en tu blog EMBUSTERIAS. Dios los cría y ellos se junta, canta el dicho popular.
Ahora que Carlos Carivano nos ha dejado y -en mi caso- sumido en el desconcierto, me hace bien pensar que existen en el mundo espíritus valientes que pueden asumir sin miedo el legado de la generosidad que él llevó hasta el extremo y más allá, incluso de si mismo. Yo creo que, esté donde esté, Carlos se sentirá agradecido a la vida por saber que su lucha conserva en ti uno de sus mejores soldados en esa legión de los mansos de espíritu de los que hablaban las misteriosas bienaventuranzas. Reconozco que, siendo como soy cristiano, me puedo en esta amarga ahora permitir el lujo de no llorar del todo y de no dejarme llevar por la amargura. Y aunque en voz chiquita, y a pesar de mi enfado derivado por su muerte, percibo de un modo insistente una sola palabra, BONDAD. Y veo que esa palabras tiene pies de sobra en los que anudarse como tallos de yedra o madreselva.
El Tuyo, Mery, es uno de esos pies. Así te siento yo desde que te conocí casi al mismo tiempo que a otros seres generosos, difíciles y buenos. Es el caso de mi larguirucho y gigante amigo mexicano Marco Antonio Gonzales. cuyo muro está dedicado casi exclusivamente a la voz de los otros sin apenas dar espacio a sí mismo y a su propia obra, que la debe de tener y ser buena, seguro. Es el caso también de ese hombre de larga cabellera blanca que no sale casi nunca de un ojo azul en cuya pupila duerme, mi amigo Hector Berenguer, que no sabe todavía que Héctor lleva acento y que compagina la difusión de su obra con otros poetas del mundo que, en el fondo, no dejan de ser también su propia voz. Y es el caso también, del hombre que ha perdido más libros en su vida por los bares y en los brazos de su amada tan hermosa, mi seductor amigo Luis Alejandro Contreras, cuyo blog Contracorrientes, su voz oscura y su pulcro, escrupuloso, y barroco manejo del lenguaje se alzan a lo alto en una una alabanza permanente hacia las múltiples dimensiones de la libertad escritas en el cielo por los dedos del hombre y los puños de Dios.
Así que, en mi corazón, Carlos ha muerto pero sigue vivo, encarnado un poco en vosotros, en vuestra propia vida, en vuestra propia obra también, Os conocí a todos en el mismo tiempo, hace mucho ya, y formáis, ya, una parte extremadamente sólida de mi propia vida, a pesar de que, con mi salud quebrada, he perdido la esperanza ya de que pueda alguna vez estrecharos la mano o daros un abrazo con un vinito en medio, como manda Dios y los sagrados estatutos de la Orden de Caballería del Santo Lapicero. Carlos ha muerto. Viva Carlos Carivano, por siempre en nuestro corazón y en nuestro espíritu, tal vez un poco más cansados de la cuenta."
Y esta fue la respuesta que le dejé:
ResponderBorrarGracias por tus invalorables palabras. Pero no tomaré por cierto que no alcancemos ese vino entre todos. Algún día, en algun momento ocurirrá. Después de todo más de un tinto hemos libado ya por las vías del corazón. Y ese jamás nos ha de faltar. Requiero sí -te lo confieso- que no quisiera marcharme sin haber hincado mis ganas en tus quesos. Y que aún tenemos mucho que hacer y que soñar, coordenadas que trazar para que los que vengan después de nosotros, se atrevan a continuarlas.
La muerte siempre ronda demasiado cerca. Pero jamás habremos de abrirle las puertas. La seguiremos combatiendo desde los abismos que cada dia escalamos. Tú, mi muy querido Carlos, eres un bravío ejemplo de esas batallas, en todas sus dimensiones. Y aquellas madrugadas de pastoreo en las que te bebiste todas las estrellas y en la que le bordaste a la soledad gemas de amor y de bondad, te seguiirán fortaleciendo. Y ahora tu sonrisa desbordada en la de tu nieto, consttuyen un deber indoblegable de permanecer.
Gracias siempre por tanto, Carlos. Porque tú eres purito desprendimiento y entrega. Y nuestro otro Carlos sigue y segurirá con nosotros en las batallas necesarias y eenciales. Mi abraz que te pertenece desde hace mucho.