LOS SUSPIROS
DEL VIVIR
para jjbs
Aún recuerdo
que cuando apenas comenzabas a andar por los días y las noches, me preguntaste
quién inventó ese fastidio de las semanas los meses y los años. Porque todo eso
-dijiste- que llaman lunes o jueves enero abril o noviembre no sirve para nada.
Ante tu decir te
comenté que lo importante no es cómo se llaman los tiempos sino la vida que en
los mismos se pueda crear, para llegar a tener en cada luz y obscurecer los más
profundos y conmovedores suspiros.
Te me quedaste
viendo con cara de yo no entiendo mucho, pero sé que después si voy a saber lo
que dices ahora.
Y terminaste
con otra pregunta: ¿entonces papá cada vez que uno suspira es porque está
viviendo? Si hijo, eso significa un acercamiento a la vida. Y llegará el día en
que mucha gente lo entienda como el mayor compromiso que tenemos desde nuestro primer despertar. Luego te quedaste en silencio y no volvimos a
tocar el tema.
Pero hoy sé
que tienes presente la lección del vivir que sólo se aprende en ese ejercicio
que hace del suspiro la más plena y creadora respiración. Porque vivir
es ir más allá de los tiempos de la naturaleza y las cronologías elaboradas
para contar los pasos del hombre.
Por eso es
necesario incorporar en nuestros andares la contemplación de sueños y retorno a los ayeres que nos
llenaron de amores, entregas y fuerzas capaces para marcar y abrir los caminos
del suspirar que nos conducen a la trascendencia.
De acuerdo, hijo,
no contemos los días pero cuidemos los cocuyos como grandes faros que alimentan
los suspiros, que alguna vez vivirán en la cada vez más anunciada humanidad,
que sigue el tránsito por todos los ciclos de cada una de las destrucciones que
empuñan los benefactores del padecimiento.
Y no olvidemos
nunca entonces que un suspiro es un arma de bromelias que se desparrama por
todos los recintos, llevando en sus alforjas semillas de vida, amor y mañanitas
de caramelos y sol.
agustín blanco
muñoz
06 noviembre
2017
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