Un día sin aguardarla
se aposentó en mis predios
una planta de alto tallo
con un collar de orquideas
iluminando los resquicios
del tiempo
Y desde entonces entablamos
un diálogo de amaneceres
en el que yo veía como se abrían
sus pétalos con ansias de ser
vuelo y ella me interrogaba
por el lugar secreto donde yo
guardaba mi ajuar de alas
Y la misma instancia que la hizo ascender
hasta la línea vertical de su horizonte
la vio descender hasta el pozo de
tierra de donde había surgido
dejando la estela de sus rubores y
el susurro estremecido de su savia
aguardando su tiempo de resurrección
Y hoy en este otro mayo
irrumpió como una lámpara de fuego
extendiendo aun más su mágico
alfabeto vegetal mientras cobijaba
con amoroso abrigo al hijo
que desde la infinita espiral
de todo lo creado se aprestaba
a alumbrar su candil de soles
Y la resurrección de la flor
dejó en el aire la sagrada
señal de su especie y el
deslumbrante temblor
de sus silencios
¿Y cuándo la razón humana
habrá de irrumpir desde su pozo
de oscuridades a encender las
fogatas de su propia condición?
texto y fotos
mery sananes
20 de mayo 2018
La vida estruja nuestra lógica en formas sutiles y fundamentales. Yo, presencio en miles de días ese renacer, esa constancia estremecedora, a pesar del hombre, a pesar de nosotros y de ellas, hay una fuerza que nos dice de prodigios y futuros, más allá de nuestra especie.
ResponderBorrarGracias por compartir tu voz admirando lo aparentemente detenido en el tiempo pobre que nuestra condición humana toma.
Un abrazo
Francisco