martes, octubre 23, 2018

EN EL PALOMAR DE UNA LÁGRIMA





A Eduardo 
amigo del alma

Tanto se ha extendido el dolor sobre
un tiempo sin porvenir sobre los días 
que extraviaron aquellas alas que un 
día fueron tremor de colibrí
sobre la densidad de un aire que le 
roba cada día los crepúsculos a los 
amaneceres que nunca llegaron 
que sólo van quedando agujeros 
enmudecidos sobre noches ausentes 
de toda lumbre

Y tú fuego de cocer hogazas
que conociste en profundidad
las claves sonoras que van
dejando las tierras baldías
y que sobre ellas cultivaste
talismanes de hierba y de flor
hoy destilas un cansancio infinito
una angustia detenida
como si de pronto fuese un muro
de cristales a punto de desbordarse
un desasosiego minado
una tristeza de honduras vasta como 
el mar pero sin el desafío de las olas

Y ambos sabemos que ante el dolor 
la metáfora no es más que una palabra 
vacía un silencio que no logra acallar 
el ruido ni cincelar la sed de los árboles 
y que sin embargo aún manan miel 
de las colmenas del corazón desasistido

Aún siguen tensadas las cuerdas
de un violin mudo que aguarda
su tiempo de ser cántico del hombre
aún la soledad es un huerto
poblado de jazmines que aún
no ha derramado sus enredaderas
sobre los recintos del alma
nosotros un campanario
en permanente trabajos de restauración
de un vivir que muerte alguna
podrá desmantelar 

Y que es nuestra la tarea de horadar 
al interior de todo lo que permanece 
hasta que algún día en el palomar de 
una lagrima el vivir recupere su resplandor 
de fuego y de flor

23/10/18



texto y fotos  mery sananes




3 comentarios:

  1. ¡Qué hermosura!
    Tiembla mi corazón, hoy espadaña, al llegarle los cantos de tu voz.
    En la expansión el orbe
    se ha inundado del pulso y la cadencia
    del deambular sonoro de tus letras.
    ¡Ay¡
    Qué nómada no aspira
    a amar y ser amante, aunque el desierto.

    ResponderBorrar
  2. ¡Qué hermosura!
    Tiembla mi corazón, hoy espadaña, al llegarle los cantos de tu voz.
    En la expansión el orbe
    se ha inundado del pulso y la cadencia
    del deambular sonoro de tus letras.
    ¡Ay¡
    Qué nómada no aspira
    a amar y ser amante, aunque el desierto.

    ResponderBorrar
  3. ¡Qué hermosura!
    Tiembla mi corazón, hoy espadaña, al llegarle los cantos de tu voz.
    En la expansión el orbe
    se ha inundado del pulso y la cadencia
    del deambular sonoro de tus letras.
    ¡Ay¡
    Qué nómada no aspira
    a amar y ser amante, aunque el desierto.

    ResponderBorrar