Zaira con sus 98 añitos reúne una escuela de sabiduría que bien quisieran tener a mano los más estudiosos. La suya es producto de la intuición, la sensibilidad y el vivir intensamente alegrías y tristezas, para que cada una de ellas deje establecida su lección en ese ir y venir que ella sintetiza en estas palabras.
Y más que eso, es la observación permanente de su naturaleza interior y de la naturaleza que a su alrededor va dejando alfabetos de una existencia que se mide por la continuidad y la permanencia. Y a esas cualidades se yergue Zaira, con el objetivo mayor de enseñarnos a ser más humildes, más oferentes, más amorosos y más dedicados a las cosas esenciales del vivir que siempre se habrán de espejar en ese otro que también somos.
Salí con la nostalgia de cimera
regresé con la esencia de mi ser
fue un deambular de noches o de dias
envueltos en no sé para qué y por qué
Hubo dudas, fracasos, encuentros, desencuentros
hubo marchas forzadas y quietud terminal...
también vida vivida sin aquí ni hasta allá
con aquel aliciente de lo desconocido
que te impulsa al ir lejos para no regresar
El amor, la conciencia
espejaron mi ruta
como un faro que guia la inquietud inicial
y retomé el camino con tesón y porfía
para hacer de mi misma fanal de eternidad
El aire fue aliciente de mi melancolía
el fuego fue testigo de mi fugacidad
la tierra testimonio de luchas y porfías
el agua fue alimento del siempre y del jamás
y el cielo con sus luces de soles y luceros
sembraron de esperanzas mi búsqueda esencial
ZAIRA ANDRADE
05 de octubre 2018
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