martes, noviembre 13, 2018

UN LUSTRO DESPUÉS TE QUIERO CIEN VECES MÁS


Luna del 11 de noviembre del 2018

CONCHITA
Un lustro después
te quiero cien veces más!
para Conchita Beroes


Hace cinco años te escribí una carta. Celebrábamos entonces tus 95 añitos. Y hoy, en la hora de tu siglo, la retomo. Y al releerla ratifico lo que te dije entonces, con algunos agregados que cinco años más tardes se extienden como horizontes sin ponientes. Y es que me alegra mucho saberte cada vez más cumpleañera de vida de entrega, lucha y capacidad para compartir  tus días llenando muchos corazones de risas y los mejores presagios.

Porque tu vida ha sido y seguirá siendo siempre un mirar hacia el sentir del otro para tender tu mano cada vez que sea necesario. Y además reiterarte, en esta tan bella ocasión, que tu estatura humano-espiritual se nos agiganta cada vez más y que por ello mantengo mi recado  para ti de hace un lustro, el que te faltaba para convertirte en sinfonía en do mayor sostenido para todos los tiempos del andar por la existencia en concierto amor de humanidad.  Y hoy, como ayer y mañana, te quiero mucho, muchísimo.

Conocerte, estar cerca de ti, contiene un universo entero. Tu memoria aun intacta sigue trazando las coordenadas de una historia que, girando sobre las mismas pesadillas hoy acrecentadas, tienen relumbres inolvidables. Don Pedro, como le decíamos, es uno de ellos. Y tú a su lado. Hoy echamos de menos esas vidas que reunían virtudes esenciales, y que dejaron lecciones no recogidas, no asimiladas, no multiplicadas. Y eso es algo que si alguien siente y conoce eres tú. Y sé que eso le deja señas de tristeza a tu corazón. Y al nuestro.

Pero hoy es día de alegría, -eterna alegría- como la nombró Agustín. De aromas de buñuelos como te lo escribí hace cinco años. Y hoy al estar en tu presencia, constatamos lo que significa una vida vivida con austeridad, sencillez, entrega y  una ristra de valores que hoy no sabemos dónde quedaron en esta tierra hoy oscurecida y sombría.

Tu hogar, que lleva por nombre Byblos, esas estanterías llenas de libros móviles,  que Don Pedro compartía con quienes los solicitaran, llena de memorias de tiempos difíciles y estaciones amorosas, tiene el sello de lo que hay que rescatar, lo que hay que ir a reconstruir, lo que requerimos para no ser solitarios testimoniantes de esta catástrofe en que se nos han convertido los días.

Tú Conchita eres la ilusión que no se apaga, la comprobación de lo que somos, la imagen de una escuela del vivir que, aún opacada por ventiscas dolorosas y aires huracanados, que nos han extraído la sencilla alegría de vivir en comunión con el otro y con nosotros mismos, es en esencia lo que celebramos. Y aún te vemos danzando la tristeza, dejando huellas de amor y sabores de fogón siempre encendido, sobre esta historia que se ha negado a aprender de sus verdaderos maestros.

No de los caudillos ni los políticos de turno, no de los que ejercitan el poder como un bien propio, no el de los que buscan nutrir sus apetencias sobre la carencia de tantos. Los maestros de escuela, como los definía Pío Tamayo que junto a tres o cuatro preceptos gramaticales y fórmulas matemáticas, procura despertar al niño y al hombre a la belleza, la libertad y el amor.

Y eso eres, queridísima Conchita, la imagen de la libertad, la belleza y el amor ejercidos con una constancia que no puede medirse pero que deja sobre los graneros vacíos, la soledad de los vulnerados, la tristeza de los niños que no amamantan, una melodía de porvenir que tú contribuiste a sembrar, con la misma entrega que tus matas de mango y tus florecitas sin nombre.

Recojo esta carta de ayer y la multiplico para entregártela de nuevo en tus manos, para expresarte el amor que te tenemos y la reiteración de ese compromiso con la vida que tú y Don Pedro nos dibujaba en las aulas, mientras hurgaba las señales que nos dejaba la literatura española, y esos secretos que iba develando de una creación venezolana que sigue hundida en el olvido y la intemperancia.

No hay como agradecerles ese fruto que nos entregaron y que cada día salimos a cultivar, hortelanos del vivir, en plena tierra reseca y árida, sin pozos artesianos, y esperanzas sin espejar en el tumulto violento de los depredadores. Y en medio de todo eso, tú eres y siempre serás, Conchita, señal luminosa y cántico de porvenir.


mery  sananes
11 de noviembre 2018

Aqui te dejo el enlace de aquella carta
tan tuya como la que escribiremos
el próximo 11 de noviembre en compañía
de tu sonrisa tu palabra callada 
y tu amor de siempre


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