LA
BOTIJA DEL CIRUELO
(Los
cuentos de Don Anselmo)
Danielita
Barrolleta
(compiladora)
El
otro día venía pal´pueblo, pero como siempre salí tarde porque hasta que no me
desocupara no podía salir, ya vivía con Julia. Vengo en mi caballo y tenía que
pasar por un punto donde decían que salía un muerto y asustaba a la gente. Yo
venía despreocupado del fulano muerto, subo una pequeña loma y allá en el
playón hay unas matas frondosas que con la poca luz que había no se veía mucho,
ya era de noche.
Veo un
bojote en el camino, me dije: mira vale aquí está el muerto de verdad, pero yo
no me voy a devolver, no debo mostrar miedo y voy a pasar. Me acomodo el
machete debajo del asiento de la silla, ajusto bien las piernas para sostenerme
en el caballo no sea cosa que el muerto me quiera maniatar el caballo.
Sigo
tranquilo, me preparo y ya voy cerca donde está el bojote en el camino, veo que
no se mueve, me puse cabezón, pero no has de creer que cuando me faltaba poco
para pasar donde estaba, se va rodando hacia unas matas de ciruela porque hacía
tiempo que allí vivió gente, de esos que llaman asientos viejos.
Pasé y
más adelantito, veo que viene alguien
por el camino, date cuenta que estaba ya oscuro. Allí si me dije: este
si es el muerto pero a mí no me va a asustar, agarro fuerte las riendas del
caballo y sigo la marcha, cuando pasó por el lado me pregunta que te pasa
Salvador como que vas asustao, te salió el muerto! Pues mira chico creo que sí,
hace ratico vi un bulto que se fue rodando hacia el asiento viejo, allí bajo
los árboles frondosos, ajá y qué pasó, bueno yo pasé y lo que fuera se fue rodando
hacia las matas de ciruela.
Listo,
el hombre se metió hacia donde estaban los ciruelos y el muerto le dio la
botija a él. Después me lo conseguí más adelante y me dijo: ese día que ibas
asustao por el muerto me metí hacia los ciruelos y saqué la botija. Caracha
chico no sabía. Pero fíjese como fueron las cosas, esas morocotas no eran para
mí, eran para ese señor.
Pero
si te digo que en aquel momento me dio miedo, nada, no sentí miedo, el muerto
lo que quería era que le avisara al otro vale para que fuera él quien sacara la
botija. Y fíjate que yo caminé por esos montes y en ningún momento vi esa luz
donde dicen que por ahí está una botija enterrada. Bueno creo que fue mejor así
porque mientan que si uno se consigue una botija se tiene que ir del lugar,
claro eso depende del trato que se haga con el muerto. Eso me pasó ese día,
después de eso más nunca vi nada. ¡De verdaíta!
Caracas, 23 diciembre del 2015. En
esta fecha el Don cumple 91, dondequiera que esté y en medio de las oraciones
que ande compartiendo con Doña Julia.
En el siguiente enlace puede leer otro de los cuentos de Don Anselmo
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