domingo, diciembre 21, 2025

HACIA UN SOLSTICIO DEL VIVIR

HACIA UN SOLSTICIO DEL VIVIR



para mis chipilines y todos los
chipilines donde quiera que estén


Gira que gira todo
gira el sol gira la luna
y los planetas
 
Gira el universo
el día y la noche
los árboles en
sus raíces y en sus copos
 
Gira el corazón del hombre
sin aviso procurando
salirse del cercado pecho
del hombre vulnerado
queriendo ser pájaro
 
Giran las hojas de otoño
al caer y gira en perfecta
danza el polen cuando en
primavera asalta el vivir
para ir a sembrar retoños
de todos los matices
 
Giran sin parar las estrellas
mágicas de van gogh
gira y gira como una
mariposa cósmica isadora
 
Gira el tiempo sin aviso
el amor gira por doquier
buscando ser atrapado
por un soñador
 




Gira la música sobre
las notas escribiendo
cada vez una sonata de 
cerezas o una oda a 
la alegría
  
Gira el dolor girando sin
detenerse en el pan ácido
en el pozo seco de la sed
mientras la muerte hace
del horizonte una gigantesca
sepultura
 
Y el hombre este subhombre
en que nos han convertido
¿hacia dónde gira?
¿en qué circunvalación se
despierta?
¿cuándo y cómo perdió
la danza que le dio la
vida mientras hurgaba
los designios de su primer
hospedaje?


 
¿Qué se hizo la rima de
sus pasos jugando sobre
los charcos de agualluvia
mientras descifraba el
enigma de los astros sin
otra sabiduría que su 
asombro?
 
¿Quién detuvo el girar sin
fin de su risa que como 
esporas cultivaban alegrías 
para repartir como confites 
de estrellas en la luz de los
mediodías?
 
Ay que sin esas respuestas
hemos abolido todo girar
detenido el solsticio
del alma diseñado para
seguir a los astros en su
resplandeciente  y armónico
trayecto del vivir
  
No somos más que una
piedra detenida a orillas
de un abismo aguardando
renacer en un tiempo
que aún nisiquiera logramos
diseñar



 
¿Y qué ocurriría si en este 
nuevo solsticio cósmico 
decidiéramos girar 
de nuevo como el
colibrí ante la seducción 
de la flor el niño en su 
columpio jugando a ser 
viento y el amor asentando 
de nuevo su dominio como
 el único alfabeto para 
reintegrarnos al otro que 
somos al ritmo del universo 
a la cadencia de la música
de las esferas en perfecta 
sintonía con el rítmico 
temblor del corazón   
reflorecido?



 
¿Será posible entonces
que se produzca la verdadera
resurrección del vivir?
 
 
mery sananes
21 de diciembre del 2021
 
 
La música de las esferas

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sábado, diciembre 20, 2025

UN HERMOSO ACERCAMIENTO A PALABRAS CONJUGADAS


PARA REPARAR LA PALABRA ROTA Y 
RECUPERAR LA ESPERANZA
Enyerve Mejías


Un hermoso acercamiento al libro
Palabras Conjugadas


"En el reino de paz por venir se reconciliaran
el ser humano y la naturaleza.
El ser humano ya no será más que un
conciudadano de una república de seres vivos
a la cual también pertenecerán las plantas,
 los animales, las piedras, las nubes y las estrellas".

Byung Chul Han. Vida Contemplativa.


Reparar el correlato narrativo -palabra rota- consustancial a la barbarie civilizatoria - y su pulsión de muerte- y con ello recuperar la esperanza, es la labor de una Maestra y ese precisamente ese es el trabajo adelantado por Mery Sananes en su libro Memorias de Pájaros y Hombres.

Consciente de los efectos de la historia que nos fue impuesta y el rol de la academia en el quiebre de las mismas, la Poeta se dispone a rescatar las mismas y nombrar como si fuese por primera vez cada instancia que nos fue expropiada en el pasado y presente.
 
En este mundo  tan extraviado - tiempo de guerra y muerte- cómo hacerlo, cómo dotar a la palabra del vuelo y profundidad necesaria para designar  las cosas como por vez primera. Para ello, Mery abre el corazón y los sentidos e invoca para que vengan en su auxilio a  quienes enseñaron a los hombres el andar en el vuelo y la canción: los pájaros.

Desde entonces, el huerto - hospedaje de cantos- de la casa donde vive la poeta- construida con hilos de lumbre-es visitada regularmente  por una pajareria - colibríes, ruiseñores, cristofue, golondrinas, palomas, turpiales, mirlos, carpinteros, gorriones, jilgueros, pelícanos, gaviotas, guaiti, azulejos, tucusitos, cardenales, gonzalitos, tejeros, tortolitas, chirulies, quetzales, garzas, zumayas-  dispuesta  para la misión.

A partir del entronque con los seres alados, ni la misma Poeta, conocida también como la hija de la  luna, volverá a ser la misma. Ahora, se le designa con otro nombre  - la señora de los pájaros- su cabellera   tronca  - en un nido de risas- y sus haberes crecen y  traen de cabeza a los gendarmes del capital, quienes no saben cómo contabilizarlos.

Después de ese momento, los pájaros y Mery sostienen  un diálogo fecundo - trino a dos voces-y se disponen a renombrarlo todo -lo lejano y cercano- haciendo de todo una unidad inseparable. Y es precisamente   en esa  comunión, donde la palabra rota es reparada -resucitada-, donde  todo adquiere una fisonomía distinta - ciudad, país,  hemisferio, planeta, etcétera-, donde  se abre espacio para  el porvenir - preludio de la esperanza-.

Queda a cada lector al lector abrevar de esas Memorias de Pájaros y Hombres para reparar la palabra rota y recuperar la esperanza.



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jueves, diciembre 18, 2025

MEMORIA DE PÁJAROS Y HOMBRES




MEMORIA DE PÁJAROS Y HOMBRES
Caracas, 2017




PALABRAS CONJUGADAS
 Caracas, 2016.





Este yo que soy sin serlo
no tengo otra cosa que ofrecer
sino éste mi destrozado corazón
aún artillado de florerías
y la música sin lamentos
de los pájaros

Recoger un puñado de poemas para armar una memoria de pájaros y hombres y entregársela al lector, no es tarea fácil. ¿Comprenderá quien los recibe el temblor de donde nace cada palabra? ¿Podrá escuchar en su lectura la sonoridad que alcanza el lamento en su afán de ser un andante? ¿Le llegarán los silbos que el pájaro deja en su vuelo para dar señales de su especie? ¿O tal vez se estacione en el adagio que mana de sus verbos, o en el rumor estremecido de un jilguero,  como navío extraviado entre corales?

¿Y qué hay en el trasfondo de este libro?  Una confidencia que sale de nuestros párpados para tratar de alcanzar la mirada del otro, que está contenida en cada una de las vibraciones que lo hizo posible. Pero no es una tarea solitaria, ni pertenece por esencia a los espacios cerrados. En cada una de sus propuestas la palabra es un dardo que aspira abrir una brecha en las cercas que nos rodean. Y en cada trino que recoge se reaviva el empeño por alcanzar la exacta estatura de la que estamos hechos.

Un recinto que quiere recoger el desahucio de un mundo despedazado, en el cual impera la muerte, empeñada en venderse como la mercancía de un vivir que sólo alcanza a unos pocos. El episodio de una batalla librada, que no concluye al final de las páginas. Porque apenas allí comienza su recorrido. 

Y a la vez una invocación al espíritu del otro, tan lejano y tan cercano, que hemos perdido la capacidad de reconocernos. Y ofrecerlo es invitar a ejercer el oficio de vivir, en el centro del torbellino, no desde sus orillas, como si fuésemos extraños en nuestra propia casa. Y es el atrevimiento inmenso de entrar a predios distantes a juntar aquellos sueños a los nuestros, a procesar sus heridas junto a las nuestras y a rescatar el asombro y la ternura que nos habita.

Estamos ante unas memorias y unas palabras que procesan en gerundio la persistencia de la vida sobre la tristeza. A veces el agua las moldea a su antojo. Otras la arcilla. Nunca van solas. Se juntan a todos los murmullos intentando alcanzar un lenguaje que no espante. Se doblan, se quiebran y a veces alcanzan la resonancia de un campanario o el acorde de un clarinete o un oboe. Han recogido sus nutrientes en todas las estaciones. Y a ratos es sólo una lágrima intentando atrapar la luz. 

Se suelta de esta manera un racimo de versos en los predios cerrados de una historia ciega, para que sirva a la resistencia, para que se convierta en un engranaje de una maquinaria mucho mayor y más vigorosa capaz algún día de enfrentar la muerte impuesta por los poderes a ese hombre desvalido y desguarnecido. Deja sus señales para que quien las reciba pueda utilizarlas como herramientas para su propio oficio de vivir y sobrevivir. Para que haga de su palabra una vasija que calme la sed.



Este libro, aunque permanezca a oscuras aguardando su tiempo de alumbrar, tiene un hilo común con todo lo que he escrito, como lo expresé al comienzo de mi trabajo  La trampa engaño de la cultura: “hemos querido adentrarnos en el universo del conocimiento que nos han legado, sin otro aditamento que la esperanza, sin otro instrumento que el asombro, sin otro norte que no sea el de restablecer la confianza, recomponer lo que está roto dentro de nosotros y en el mundo del que formamos parte, para abrir una pequeña brecha en el intrincado bosque del miedo y el terror, y desde allí convocar al hombre a que ejerza su condición de inventor de la alegría.” *

Y el resultado de ese esfuerzo se ofrece y  entrega con la sencillez del hombre común que brinda el pocillo de café recién colado, desde una mesa vacía de todo menos de ese entrañable gesto de compartir. Con el gesto de alegría del tejedor que concluye un tapiz, del alfarero que le da vida a un cántaro, del sembrador que esparce sueños en cada alba. En el fondo, no es más que un gesto de amor. 

Ojalá que así sea recibido y que cumpla su función prometeica, como quería León Felipe, cuando señala: “Un escrito sin rima y sin retórica aparente se convierte de improviso en poema cuando empezamos a advertir que sus palabras siguen encendidas y que riman con luces lejanas y pretéritas que no se han apagado y con otras que comienzan a encenderse en los horizontes tenebrosos.

De esta experiencia han de salir los principios de la  poesía del futuro, que tal vez podamos llamar algún día la poesía prometeica de la llama. La llama es la que rima. Un día la poesía será un ejército de llamas que dé la vuelta al mundo. Prometeo será la legión, la muchedumbre los que trabajan con el pecho abierto y la palabra encendida. Encendida  aprendiendo su lección de las estrellas. La retórica del poeta está escrita en el cielo.” **



Si estas Memorias de pájaros y hombres, como las de Palabras conjugadas, esparcidas hace poco, logran en alguna medida alcanzar esa petición de León Felipe, de seguir encendidas y de rimar con luces lejanas y pretéritas que no se han apagado y con otras que comienzan a encenderse en los horizontes tenebrosos, habrán cumplido su misión.

Queda en cada uno de los lectores a quienes lleguen estos libros, la esperanza de que sus palabras y sus intervalos de silencio, se hagan a su vez fogata y llamarada.

mery sananes
30 de noviembre del 2017
y publicado en estos recintos
el 12 diciembre 2017 


·         La trampa engaño de la cultura. Aproximación a Luis Mariano Rivera. Caracas, Ediciones CEHA-CPT, 2008
·         León Felipe, Poética de la llama, Ganarás la luz, OC, Buenos Aires, Losada, 1963.




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miércoles, diciembre 17, 2025

LA VIRUELA EN LA VENEZUELA COLONIAL

LA VIRUELA EN LA VENEZUELA COLONIAL

 
Luís Calzadilla Prieto


Viruela, voz que viene del latín varius y significa salpicado. En la lengua provenzal se llama variola. La viruela es una enfermedad viral infectocontagiosa de carácter epidémico, caracterizada por la erupción exantemática acompañada de fuerte malestar general. En epidemiología, lo fundamental de la lucha antivariólica ha sido la higiene y la vacuna.
 
1.-
En occidente fue Rozéz, quien describió por primera vez dicha enfermedad, y en 1796 Eduardo Jenner, médico inglés (1749–1828), descubrió la vacuna. En muchos países la vacunación fue obligatoria y se exigía su certificación; gracias a la vacuna a partir del siglo XIX, progresivamente, la viruela dejó de ser una de las epidemias más mortíferas y en la actualidad, para bien de la humanidad, está totalmente erradicada (1). Seguidamente puntualizamos la historia del suceso epidémico en la Venezuela Colonial:

 

2.- El insigne historiador Enrique Bernardo Núñez (2), en su libro “La Ciudad de los Techos Rojos” da cuenta del pasado de la ciudad colonial y logra expresar ese tiempo en el texto, imprimiéndole vigor y armonía a la narrativa de sus hechos históricos. Dice el autor que, en el desarrollo de la Caracas de entonces, son puntos importantes a considerar las epidemias, plagas y otros flagelos ante los cuales, sus habitantes imploran auxilios con invocaciones a los santos y construcciones de edificaciones religiosas. En tal sentido, entre muchas acciones y rogativas, contra la plaga de langosta construyen la ermita de San Mauricio, el templo de San Pablo, a la viruela importada de Guinea y el templo de Santa Rosalía, al vómito negro. 

 

3.- En 1764 ya existen serios indicios de viruela en Venezuela, particularmente en Caracas. Núñez (3) habla de una tos contagiosa y añade que la imagen de Santa Rosalía es conducida en rogativa a la Catedral, refiere además que llegan noticias de que la viruela ha invadido Coro y los valles de Ocumare y de Aroa; agrega que las autoridades ordenan vigilar las embarcaciones y aislar a los enfermos.

 

4.- Comenta Núñez (4) que el licenciado Francisco Xavier de Socarrás, el mismo cuyo apellido da nombre a esa esquina de Caracas, en comisión autorizada por los Alcaldes Juan Jacinto Pacheco y Francisco Berroteran, va a Catia, distante a dos leguas del centro de la ciudad, donde se hallan algunos variolosos. Los honorarios de licenciado Socarrás por nueve visitas durante sesenta y tres días, parecen luego excesivas a los nombrados Alcaldes.

 

5.- En enero de 1764 los Alcaldes ya mencionados determinan que el doctor Lorenzo Campins, médico de profesión, regule y tase lo que halle ser justo en los costos de medicinas, asistencia y curación que presenta el licenciado Socarrás, quien alegó que costeó las medicinas y el caballo para hacer las visitas, que perdió una muda de ropa que se ponía antes de llegar al degredo (lugar de reclusión de enfermos contagiosos) y lo que es peor argumentó, que con motivo de su nombramiento ha dejado de ganar buena cantidad de pesos en “otras curaciones”, porque los enfermos de la ciudad tenían terror de recetarse con él. (5) 

6.- Aunque luzca fuera del contexto hay que decir quién era el doctor Campins. Idelfonso Leal (6) en su libro “Historia de la UCV” refiere que Lorenzo Campins y Ballester, doctor en Ciencias Médicas llegó a Venezuela en 1762 y en abril del siguiente año, el Claustro Universitario aceptó su solicitud y reconoció sus grados académicos para la creación de la cátedra de Medicina, de tal forma que el 10 de octubre de 1763, se inaugura en la Universidad Central de Venezuela la primera cátedra de Estudios Médicos, aspiración que la universidad caraqueña pudo hacer realidad después de superar muchas dificultades de índole diversa. 

7.- En enero de 1775, se expide el título de bachiller en Medicina a Francisco Molina, quien sustituye en la jefatura de cátedra a su maestro Campins en 1784. Fue un duro quehacer de estos pioneros de la medicina nacional formar un cuerpo médico criollo, por tener diversas causas en su contra: escaso interés en la juventud de la época, tal vez por las características de la sociedad colonial y quizás también, por el excesivo número de curanderos que impunemente ejercían la medicina con la aceptación y estima de los vecinos. 

8.- Retomando la continuidad del punto 4, el doctor Campins en cumplimiento de la misión que le fue confiada, avaluó la participación del licenciado Socarrás en la forma siguiente:  

·       Las nueve visitas, costeando el caballo, 6 pesos c/u (54 pesos)     
·      Prendas de vestir: una camisa 3 pesos, los calzones 2 pesos, las medias 3 pesos, un par de zapatos 7 pesos (total 15 pesos)
·       Visitas que dejó de hacer a pacientes privados (94 pesos)                                               
·       Medicinas: tasó el costo de cinco recetas diferentes: a) 15 reales, b) 15 reales, c) 11 reales, d) 1 peso y e) 1 peso y real y medio (177 pesos)
El doctor Campins también justipreció las recetas despachadas por el boticario José Pricinio, quien asistió a varios enfermos en el degredo en 63 pesos y tres reales.  (8)
 

9.- En razón que la epidemia continuaba, las autoridades ordenan la habilitación de las casas de Antonio Blanco y de Pedro Blandín, en Catia y las que parecieran más a propósito. Se colocan guardias para evitar la comunicación con los enfermos con gratificación de real y cuartillo diario al cabo de guardia. Se establece la denuncia obligatoria, médicos y curanderos que no lo hagan serán multados en 200 pesos. El 9 de marzo de 1767 se prohíbe “a curanderos sin ciencia ni estudio de la viruela” ejercer su oficio, solo se les permite a los que fueren profesores y cirujanos. En el cementerio de Santa Rosalía se abren grandes zanjas para enterrar a los muertos.  (9) 

10.- En 1772 la epidemia de viruela todavía continúa, trece mil personas se cuentan entre muertos y desaparecidos. Las familias se mantienen en los campos, las escuelas están desiertas, se paraliza el comercio con el interior de la Provincia. La angustia y el temor hallaron expresión en el ruego de “Aplaca Señor tu ira, tu justicia, tu rigor, dulce Jesús de mi vida. Misericordia Señor”. (10) 

11.- Núñez (11), refiere que la duración de la epidemia fue atribuida a la inoculación que comenzaron a poner en práctica y dice al respecto, que el Cabildo pidió al gobernador Agüero que prohibiera el uso de la inoculación o que señalara el tiempo y lugar aparte para los que quieran someterse a ella. Agrega el citado autor que todavía debían pasar algunos años para hallar el tratamiento idóneo contra el flagelo. En pie de página comenta el autor que el 4/10/1948, el profesor Julio M. Bengoa publicó un artículo en el Universal titulado “Variolización Vacunación”, para evitar el error frecuente de confundir ambos conceptos. Al respecto aclara el historiador Núñez, que las actas del Cabildo dicen inoculación y no variolización. En el área de la terapéutica la variolización fue una técnica de profilaxis de la viruela, practicada antes de la introducción de la vacuna de Jenner, y consistía en inocular polvo de costras desecadas.  (11) 

12.- Relata Núñez (12) que la expedición de la vacuna presidida por el médico Francisco Xavier Balmis, enviada por el Rey Carlos IV con el propósito de propagarla en sus dominios, desembarcó en Puerto Cabello a fines de marzo de 1804 y llega a Caracas los primeros días de abril. La junta de la vacuna se instala el 8/04/1804 en la casa del gobernador Vasconcelos y celebró sus reuniones de trabajo en la casa del conde de San Xavier; en las cuales el propio Balmis redactó el reglamento de la Junta y el método que debía seguirse para resguardar el fluido terapéutico. 

13.- Con la evidente satisfacción surgida por la expedición de la vacuna y la inmediata acción en beneficio de la población Andrés Bello, escribió en 1804 “Oda a la Vacuna”, obra poética del insigne humanista en la cual, además de reconocer el gesto del Rey de las Españas, describe con su autenticidad poética la problemática y miserias que vivió la población. Finalmente acota el autor de la Ciudad de los Techos Rojos, que el primer vacunado oficialmente fue el niño Luis Blanco, quien estudió la carrera de abogado y murió en 1874.  (13)

 

14.- Andrés Bello, en su “Oda a la Vacuna” expresa en su canto el agradecimiento de Venezuela. Describe como la epidemia tocó a todos por igual, la angustia y el temor de los habitantes, el elogio a la ciencia y la acción benefactora y, por último, el recuerdo de nuevas generaciones sobre aquel mortífero suceso. A continuación, algunos fragmentos del poema, desglosados en su orden lógico: (14)

 

15.- “Si, Venezuela exenta del horrible azote destructor, / que, en otro tiempo sus hijos devoraba, / es quien te envía por mi tímido labio sus acentos”. / “El palacio igualmente que la choza /se ve de luto fúnebre cubierto; / perece con la madre el tierno niño; /con el caduco anciano, los mancebos”. / “¡Cuántos a manos mueren del más duro desamparo”! Los nudos más estrechos / se rompen ya: la esposa huye del esposo, el hijo del padre y el esclavo del dueño”. / “Jenner es quien encuentra bajo el techo / de los pastores tan precioso hallazgo. / Él publicó gozoso al universo / la feliz nueva, y Carlos distribuye / a la tierra la dádiva del cielo”. “Entonces, cuando al viejo a quien agobia / el peso de la edad pinte a sus nietos / aquel terrible mal de las viruelas, / y en su frente arrugada, muestre impresos / con señal indeleble los estragos / de tan fiero contagio, dirán ellos:

“Las viruelas cuyo solo nombre / con tanto horror pronuncias, ¿qué se han hecho?”

Y quedó extinguida la viruela de ayer y de hoy, pero hay que ver la cantidad de las mismas y de otras características y señales que han hecho presencia y daño a lo largo de esta historia de la Venezuela invadida.

Referencias: 

1   Gran Enciclopedia Larousse. 3a. ed. Barcelona-España. Editorial Planeta, S. A. 1977. Tomo 10, pp. 829-30.

2  Núñez, Enrique Bernardo: La Ciudad de los Techos Rojos. Caracas. Litografía y Tipografía “La Bodoniana”. 1973, p. 17.

3      Núñez, E. B., Op. Cit., p. 164-65.

4      Ibídem, p. 166.

5       Ídem.

6  Leal, Idelfonso: Historia de la UCV (1721-1980). Ediciones del Rectorado de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, Imprenta UCV. 1981, pp. 73-74.

7      Núñez, E. B., Op. Cit., p 166.

8       Ídem.

9      Ídem.

10   Ibídem, p. 167.

11   Ibídem, p. 167-68.

12   Gran Enciclopedia Larousse. Op. Cit., p. 635.

13   Núñez, E. B., Op. Cit., p 168.

14   Ídem.

15   Medicina fuera de la medicina. Oda a la vacuna. Andrés Bello. 2013. Disponible en:1       

https://medicinafueradelamedicina.wordpress.com/2013/02/04/oda-a-la-vacuna-andres-bello/

 Bibliografía

GRAN ENCICLOPEDIA LAROUSSE. 3a ed. Barcelona-España. Editorial Planeta, S. A. 1977. Tomo 10, pp. 635, 829-30.

LEAL, IDELFONSO: Historia de la UCV (1721-1880). Ediciones del Rectorado UCV. Universidad Central de Venezuela, 1a ed. Caracas. 1981. Pp. 73-74.

NÚÑEZ, ENRIQUE BERNARDO: La Ciudad de los Techos Rojos. Caracas. Litografía y Tipografía “La Bodoniana”. 1973, pp. 17, 164-168.

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