viernes, diciembre 11, 2015

AÚN QUEDAN HISTORIAS POR CONTAR


Foto del álbum titulado
Recuerdos de Viajes 1974-1975
creado por Emperatriz Facchi

AÚN QUEDAN HISTORIAS POR CONTAR
mery sananes

Prólogo al libro de cuentos
LA LOLA-LOLA 
escrito por Lolita Aniyar de Castro


Lolita viene de muchas raíces, tantas como su memoria puede enhebrar en los caminos que aún no ha recorrido. Pertenece a una estirpe nómada para quien el vivir fue una sucesión de travesías inconclusas. Y se juntaron, en su recinto particular, antiguas y nuevas profecías, salmos que primero escuchó sin entender y que luego entendió dejando que su música tomara un cauce diferente.

Proviene de un solar que se hizo centro del mundo y que al abrir sus puertas hacia otros confines, la dejó desvalida de cielos. Tal vez por eso hizo destino un andar buscando un patio sin cercas que contuviera todos los frutos de la tierra.

DE SU MADRE LE VIENE LO MÁGICO

De su madre le viene lo mágico, el sonido detrás del silencio, las claves del vuelo, las líneas de la mano y una profunda identidad con lo trascendente, que ella encontraba en el hecho más simple, en las hebras de una tela, mil veces reparada con hilos que le dejaban las luciérnagas en sus incursiones nocturnas.

La Reina le decían y “regaba su palabra sonriente como una dádiva para los desconcertados. Tuvo el poder de descifrar los jeroglíficos de las manchas del techo. Descubría los mensajes en los pliegues de las nubes. Las mujeres le entregaban las manos boca arriba, y ella dibujaba allí, con su dedito, un destino de vida hermosa, al que nadie se podía resistir.”

De su padre, los caminos infinitos que aquel dril blanco paladeó hasta el cansancio para alcanzar una nueva casa para los mismos pasos.

LA FUGACIDAD DE UN TIEMPO SIN RELOJ

Sólo que pronto se detuvo aquella vida intensa que lo contenía todo, en aquel espacio cercado a todo lo que pudiera quebrar los sueños. Las maderas erguidas dieron paso a una maleza desconocida, que dejaba entrever el desarraigo y la desconsolación,  la fugacidad frente a un tiempo sin reloj, el estruendo de los otros haciendo blanco en un pájaro que quedó sin canto.

La muerte primera la conoció en aquel gatico, sin madre, que se acunó en esos espacios de reverencia y amor. Y quedó la huella como una semilla que encontró sembrada en más de una ilusión.

RECINTO DE GERANIOS Y DE PAN FRESCO

Así también un buen día la vida le quedó dividida en dos recintos de aromas diferentes. Uno de geranios adosado al primer beso. Y  otro de pan fresco para siempre adherido a la piel de la madre.

Hasta que entendió que debía dibujar su propia huella. Equipaje tenía, aunque lo fue dejando en los lugares de sus búsquedas. Amalgamó como pudo enseñanzas bíblicas y maternas, aquel espíritu de justicia que hizo suyo, pero que no consiguió armar en parte alguna.

Y como si fuese suma de exilios incontables, como si tuviese adosada a sus huesos el filo de aquella espada de un abuelo convertido en general, después de una expedición de diez años en busca de un lugar sin nombre y de un nombre conocido y acariciado que no sabía a qué lugar había ido a parar, ella se hizo prófuga de su propio destino y se hizo a la mar de un planeta adolorido y exhausto.

EMPRENDER EL ITINERARIO PROPIO

Así emprendió su itinerario propio, en un calendario sin fechas fijas, que ella iba entrelazando a los deberes adquiridos. Se hizo abogada, no había mucho donde escoger un destino. Criminóloga para más seña. Aquel ser que reconocía que su mayor vulnerabilidad consistía en saberse absolutamente indefensa, escogía la ruta de los inocentes y los culpables en una sociedad en la cual la raya divisoria entre ambos hace muchos milenios se esfumó.

Parió hijos y libros, habitó y deshabitó casas, como si fuesen los vestuarios de tiempos finitos. Y bebió hasta la saciedad de todas las arenas y los lodos, los jardines y los fangos, los ríos desbordados y las florerías resplandecientes. En cada dedo, real o figurado, de mis pies, -dice- hay paisajes de todos los colores y un muestrario gigantesco de caminos.”

SER ÁRBOL DE RAÍCES

Sabía sin embargo, que más allá de todos sus esfuerzos, no lograba avanzar en el único territorio que realmente le era suyo. Ser árbol de raíces, ser siembra de un campo común, ser aroma de geranios para despertar un amor que no se deshiciera en retazos sin memoria. “Soy sólo una persona que de vez en cuando se enfrenta a un auditorio para decirle, con mayor o menor brillantez, según los días,  un montón de cosas inútiles, para que todos nos enfrasquemos en un divertimento pasajero.” 

Y tal era su prisa que sólo ahora comienza a desmenuzar entre unos y otros, porque investigadora como es, no podía darse el lujo de desechar dato o imagen alguna de las que iba recogiendo su pupila cerrada mientras navegaba a tientas sobre cauces diversos. “No cae nada, dice. Todo se queda allí, incrustado”

DUEÑA DE TODOS LOS PAVIMENTOS

Me diluía yo, dice. Y también mi piel, para entonces teñida con color Tierra de Siena. Era, sin embargo, fuerte y cegata, arrogante y coleccionista de bellezas. Dueña de todos los pavimentos. Estaba sin duda en riesgo seguro.”

Este era el tiempo de las certezas que, como las pruebas en un juicio, pueden ser escritas por una sabia jurisprudencia o por los vericuetos  de las negociaciones. Porque quien es dueño  de todos los pavimentos sabe que, en verdad, aún le faltan muchos por recorrer.

Sólo que hay quien se queda en ser coleccionista de bellezas o de miserias, sin ir más a allá a hurgar quiénes somos en medio de una división inexistente que inventamos sólo para reponer nuestra propia inutilidad.

DESCUBRIR LOS SECRETOS CON LOS CUALES SE TEJEN LOS DESTINOS

Y ella escoge el camino a la inversa, consciente de su significado y su alcance: “Y fue así que, sin ver ni oír ni oler ni tocar, y, sin saber nadar, resbalé en ese mar de papeles mil veces manoseados. Papeles como anzuelos sinuosos, con agujas escondidas. Llena de sed, agobiada de preguntas, engullí todos los alfileres. Pez rebelde, agité mis aletas en busca de aires claros.  Descubrí entonces los secretos con los cuales se tejen los destinos. Entre otras cosas, que no hay aires claros. Descubrí la muerte, el escalofrío, el grito, el disparo, el golpe, el alarido, el piso, el techo y el camino. Todas las violencias del amor.”

El espejo cobra su verdadero sentido para mostrar, no lo que se ve reflejado en ella, sino lo que el cristal descubre en lo más invisible de los pliegues del vivir. Ella lo sabe: “el misterio no ha muerto. A veces asoma su cabeza, rizada y oscura, en la maraña de los días. Y yo me encrespo como un interrogante.”

ES EL MOMENTO DE TOMAR EN SERIO LOS DESPRENDIMIENTOS

Y este libro es el peligroso ascenso hacia uno mismo. Como quien se desviste de su propia piel para indagar en los músculos, en las arterias, en los huesos, la dimensión de lo vivido o por  vivir. “Haces tu inventario, sacas la cuenta de lo que queda de ti, de tus ideas, expresiones, reacciones y emociones; te cuentas, te pesas y evalúas, te palpas, te escudriñas. Es el momento de tomar en serio los desprendimientos. Lo que perdiste se ha ido quedando en esos escenarios para siempre. Pero lo que incorporaste de los otros no te dejará ya dormir.”

Estos textos son producto de ese insomnio, de tomar en serio los desprendimientos y a la vez, sujetar lo esencial, dentro de la maraña de intrascendencias que nos amortajan.

PEZ EXTRAÑO ATRAPADO EN UN MAR DE VIVOS COLORES

Búsqueda permanente de un solar desaparecido, en medio del diluvio de las incongruencias y los absurdos. Ir y venir hacia atrás y hacia dónde ni siquiera aún apunta el mapa de los deseos. Y así lo expresa: “Vaya Ud. a saber  cómo influye un apellido indeciso, o cómico, o extraño, en el crecimiento y la maduración de una persona. Creo que los psicólogos no han indagado sobre eso, pero yo podría decir cómo me iba encogiendo dentro del marco estrecho de mi singularidad apelativa, en mi cuasi especificidad, como si se tratase de una sub-serie, una subred, o algo así de derivado o diminuto.

Estos textos refieren, con toda exactitud, esa singularidad apelativa, esa sensación de sub-serie, sub-red, diminutivo o derivado, que te convierte en un extraño, en un expropiado de toda identidad, aún dentro de tus propios dominios. A sabiendas de que aún cuando la obtengas, por trámites burocráticos, eso no resolverá lo esencial, que es ese diminuto lugar que nos corresponde ocupar aquí y ahora, en este mundo definitivamente finito.

EL NO ME OLVIDES DE SILVINA

Este libro representa el ‘no me olvides’ de Silvina. Un escrutinio, a la vez que no sólo se convierte en una autorradiografía, sino en un retrato inquisidor de ese lugar donde somos depositados sin que al final del recorrido sepamos a ciencia cierta si pertenecimos o no a él. No deja ella de lado el amor. Esa ave escurridiza que sólo atrapamos en el instante de la ausencia. Y se lo pregunta: “¿El amor, entonces, esa larga retahíla de historias, es química, rito o ceremonia del inconsciente colectivo, o se trata sólo de inventar un marco para congelar el miedo de morir a solas?”

MIS CUENTOS PROHIBIDOS

Y ella misma se responde: “La vida es corta y la muerte es larga. Aunque quisiéramos llevarnos la carreta cargada con nosotros, siempre se muere a solas. A solas. Nos llevaremos sólo sombras, recuerdos, pensamientos, ideas, los que no compartimos. O las experiencias sofocadas para que no fluyan al exterior con rostros de cuentos prohibidos. Siempre se muere a solas.” Estas narraciones son su versión de los cuentos prohibidos, que por primera vez deja salir, sin rubores, para que ese pez extraño que quedó atrapado en un mar de vivos colores,  regrese a plantarse a su orilla de origen.

DE LOS LINGOTES FALSOS A LO VIVIDO Y POR VIVIR

Ella sabe que nadie ‘cargará su maleta’ y se niega, a través de la palabra, a quien alguien grite?, al final: “mujer muerta, solitaria, andando !” Este es un libro sobre la vida. Y no hay registro que no guarde en su arsenal de imágenes:  “Los caminos son tantos. Judía errante, impenitente, contraje la enfermedad de la aventura, del riesgo, de la inconformidad  y las curiosidades.  De emprender actividades nuevas, de enfrentar  otras gentes. De  seguir descubriendo rincones inéditos. De recoger y esparcir cariños frescos. Y  abandonar los viejos, arrugados, estériles, que en la balanza de los años resultaron ser lingotes falsos.”

Y este su testimonio inicial de lo recogido y lo abandonado, en esa búsqueda en proceso por lo vivido y por vivir, para que no se agote en sí mismo sino que deje huella perdurable. Sabe que hasta ahora: “He sido una y muchas ¿quién no lo ha sido? Aprendí a jugar mil roles en teatros sucesivos.” Y que ha llegado su tiempo de interpretar el suyo propio, con un guión escrito desde el interior de una piel que aún conserva su frescor.

DESCUBRIR LA SANGRE BAJO LA COSTRA APARENTE

“Así que voy al espejo, me miro y me advierto, a mí misma: ¡cuidado! Que al escribir estoy viviendo un período intenso de mi vida, disfrutando este hundirme en lo más elemental de la emoción, de la cotidianidad y el intimismo, Descubriendo al fin la sangre bajo la costra aparente. Tengo impulsos de nudismo. Decidí patear la frase  perfecta, elaborada, Saborear una mala palabra que al fin se atreve, magullada, a salir de entre mis labios. Rebelarme contra la mirada estable y las manos tranquilas reposando, en un abandono sólo aparentemente confiado, sobre la m esa o el regazo, como en las fotos públicas. Me aburre esa mansa actitud mía de simpatía permanente.

He decidido resistirme a decir siempre cosas agradables o certeras. Me propuse hurgar en mi ingenuidad, no tendré tal vez otra oportunidad de ser yo misma. Quiero dejar a mi paso los jirones de piel que se me fueron convirtiendo en duro e incorporado cuero, cueros que en una vulgar, mediocre, escenografía de interminable rastacuerismo, van haciendo ese ruido, ese estrépito que me esconde y me niega.”

Esa es la búsqueda y la razón de ser de estos relatos. La justificación del ser y el estar. Como si pudiese recomponer la historia desde sus inicios y dejar la versión exacta de lo que ocurrió.

Y SE DESPERTÓ UNA PREÑEZ SIN LÍMITES

Y resulta asombroso que este hallazgo-decisión, este tropel en medio de la mansedumbre, se agite y se conforme a partir de una imagen que atraviesa todo el libro: la pantalla de un televisor. Desde aquel primero, en blanco y negro, que su madre le envió pensando tal vez que ella se aburría, hasta el actual que cuenta con más de doscientos canales diciendo exactamente las mismas nimiedades sobre los mismos conflictos que ahora televisados suenan a libretos, en vez de realidades.

Algo detrás de esa pantalla despertó en ella sus vivencias más profundas. Algo en los personajes irreales hizo brotar lo que estaba hibernando en su interior. Ella dice: “Tengo una preñez sin límites de emociones y vivencias, paisajes,  libros, decepciones y esperanzas. Todo se descarga, capas sobre capas, sobre lo que viene prefabricado en la pantalla, en la que ahora se presentan mil imágenes diversas a la vez. Me veo arengando, me veo amando, me veo organizando, me veo escribiendo, discutiendo, peleando, corriendo bajo na lluvia de disparos, conociendo países, hablando idiomas nuevos, cortando y recosiendo mi vida, pariendo con dolor.

Me veo furiosa, llena de fuerza o traicionada. Me veo abrazada a un hombre, revolviendo ingredientes frente a un fogón, o bañada de sol y de azul mediterráneo. Estoy despidiendo un barco, o hundiendo mis pies en el barro de las inundaciones, recorriendo hospitales, o enfrentando políticos malvados, observando impotente como mi madre desciende envuelta hacia la tierra. Escenarios en fin, donde protagonicé mis propios dramas.”

UNA VICTORIA SOBRE LA MUERTE

Y el resultado es esta victoria sobre la muerte que se asoma en los días en los que duermen nuestros ancestros los silencios propios y “la oscuridad se desploma aparatosamente sobre mi cabeza”.

Estos  relatos son sus “cinco en punto de la tarde”, cuando aún encoge su pecho como un acordeón. Y “hay un fuelle virtual que reacomoda mi vida en su tránsito de la fantasía a la realidad. Me aferro a las imágenes más puras. Como a un recurso de salvación.”

PARA QUE TODO SIGA SIENDO VERDE

Por ello no es tan trivial ni inocente esta imagen. ¿Qué tiene ella que buscar en una pantalla de televisor, si en sus fueros internos están grabadas las visiones de su mundo vivido y las del tiempo histórico que las contiene?

Esta es su batalla  “Entonces yo saldré a la mañana luminosa, al verde copioso de los árboles, a las flores que despuntan, a los helechos que caen. Respiro profundo. Mojaré mis zapatos en la hierba húmeda e iré a la caza de hojas, tallos secos, flores mustias, para hacerlos desaparecer. Habrá espinas leves que se incrusten en mis manos, insectos invisibles que me acosen. Pero hay que forzar las plantas. Para que todo siga siendo verde, todo, todo siga estando vivo, como yo, peleando con las noches, conjurando al sueño. Que es la muerte. Porque dormir es como estar muerto.”

SER PAN AL REVÉS

“Ya no hay ancla posible para este navío grande”, exclama. Y cuando al fin está estacionada en el umbral de las inutilidades, brota en ella como una incandescencia, una necesidad sin tregua, la de ser pan al revés: Pan que regrese a su condición de masa para recomenzar el proceso de levantarse y crecer. Para echar nueva costra: un sólido escudo de bronce o cobre para aguantar las lanzas de los enemigos, o los sobresaltos de la vida, aunque conservando el perfume y la ternura de la miga escondida.”

PARA RECUPERAR UN UNIVERSO SIN PANTALLAS

¿Y qué mejor estadio para el vivir? Quedo presa de mis frustración y de esa extraña inquisición mía, obstinada y necia, que la química, ella sola, no es capaz de responder.” Ciertamente, la química sola no podrá responder, pero esa entidad humana, trashumante, aventurera e indócil, sí. Y esa es la alquimia propuesta. Se trata de recomponer una imagen que no es más un aglomerado de fragmentos de sí misma.

¡En el mar! Sí, en el mar. Llego a la orilla, me inclino y me veo pero no exactamente como soy, más bien veo varios perfiles de mi rostro desecho en paralelas, leves ondas marinas. Este es mi rostro en realidad, me digo: un aglomerado de fragmentos del mismo, algo con desdoblamientos, con toda la flexibilidad del agua, que repite y modifica a la vez.”

Ella va dispuesta a recuperar un “universo sin pantallas”, donde todo vuelva a ser “cálido, simple, elemental, profundo. Y tan pequeño que podría reflejarse en una gota de agua. Ya con petróleo, claro.”

Es su nuevo ejercicio inquisitorio que comienza y concluye este primer boceto de una obra que promete ser mucho mayor. Es como si al principio, no se moviera con decisión dentro de sus propios dominios, pero la misma palabra le devuelve la razón suprema de ser: dejar la huella imprescindible, que continúe las recibidas e invoque las que  vendrán.

UN LIBR0 QUE A NADIE LE ES AJENO

Un hilo que no se puede romper, ni quedar detenido, en el umbral de sus propias urgencias. Apenas ahora comienzan a fluir las aguas que vienen de antiguos ríos. Y por ello este es un libro que muestra una cotidianidad que a nadie es ajena, que retrata una capacidad narrativa que está mucho más allá de las conferencias sobre el bien y el mal, que se desliza con suavidad y fuerza sobre acontecimientos que, vistos tras su óptica, adquieren ese rango humano que a todos nos toca y conmueve.

Es tiempo de apagar la pantalla del televisor. De que los pies comiencen de nuevo a hacerse de una suela con señales de tierra de arar. Que las manos dejen sobre el papel las caricias inéditas, las memorias que se fraguan ante un fogón sin encender, las historias que faltan por contar.

EL COMPROMISO DE DEJARLE RECADERÍAS AL PORVENIR

Quien viene de los desiertos y logra construir vergeles, quien ha tenido que cercar las flores, para no dejar entrar el aire contaminado de los odios, quien ha tenido que cerrar los ventanales por donde transcurre la vida de los pájaros, para internarse en las grutas de la sin razón de los hombres, tiene el compromiso de dejar  recaderías del porvenir.

Y este es apenas el imán para enamorar a un lector que sabe que tiene sus propias historias pero que requiere de la destreza que sólo se aprende en los recorridos intensos por la tristeza, de donde provienen estos relatos, que son una introspección que conduce inevitablemente a las historias que quedan por contar.

En sus propias palabras: sobre el espejo del mar ella está aprendiendo el arte de la fuga y la estadía. Porque sólo entonces podrá saber: “si esos pájaros  que desaparecen en un punto de los azules mezclados se van de verdad para siempre o alguna vez regresan.”

DESCUBRIR EN EL ROSTRO DE LA MUERTE EL SECRETO DE LA VIDA

Y lo explica:En esa inmensa pantalla del mar me gustaría ver llegar mis últimos años. Quién sabe cuántos son. Pues si son muchos, habré ciertamente para entonces recogido mis peroles esenciales, y habré buscado nuevos resplandores para mis ojos con sed.”

Como a uno de sus personajes: un puñal de luz la ha penetrado por sorpresa. Ha descubierto en el rostro de la muerte el secreto de la vida. Y es su tiempo ahora de revelarlo, compartirlo, entregarlo al futuro.


mery sananes
enero 2012



Lolita Aniyar de Castro
La Lola-Lola
Universidad Católica Cecilio Acosta
Serie La mano junto al muro 
Mérida, Venezuela, 2014, 138 p.

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