viernes, septiembre 30, 2016

EL REGISTRO DE LOS SILENCIOS



Será que andaba en ese empeño
de hurgar en los dinteles
de las ventanas
para deletrear los mensajes
del viento
o los recados de los pájaros
que aún hacen nido en estos muros
para regalarme su susurro cantarino
en los amaneceres opacos

Será que leía en los vagones
de las nubes el pasaje
de donde venimos
para haber arribado
a esta estación que no se otoña

Será en fin que busco los
dinosaurios en las redes
que no atrapan a los peces
y a los gusanos he aprendido
a conocerlos como los más
hermoso topos de la tierra

Será que cuando veo
lo que somos y aquello
en que nos hemos convertido
me devuelvo al paisaje floral
de las mariposas
y me echo a vivir en la risa
de los sebastianes

Será que tanto nos falta
y tanto deshacemos
que se nos va la alegría
en contabilizar las penas
y se nos queda en los párpados
el suspiro que construimos
en las rotas empalizadas de
las lágrimas

Será que tenemos el mismo
empeño de resolver el dilema
entre las algas las nutrias
y los erizos
sin que el hombre
tome partido
por el agua que no le sirve
ni para beber
ni para regar los huertos
de sus sueños

Será que seguiremos
haciendo el registro
de los silencios
hasta que algún día
quede al fin espacio
para la música
del hombre



mery sananes
02 mayo 2005
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jueves, septiembre 29, 2016

LIDIA BARUGEL - CONTRAPALABRA

Travesía de la palabra-disparo
al pájaro vivo de la tarde







Y la palabra rompió en pedazos
el aire de la tarde

Conozco bien esa palabra-estilete que, con precisión de cirujano, puede abrir boquetes en las pieles más amuralladas. La que deshace todo encantamiento y trueca la vida por un dardo sin mesura. La que le roba el rubor a la pupila y viste de silencio los cantos de la noche.

A la escritora argentina Lidia Barugel no la conocía más allá de la evocación que hizo el amigo común René Rodríguez Soriano de su obra Otilia Umaga, la mulata de Martinica (2009),  ganadora del Premio Juan Rulfo de novela corta 2008, en la Revista Media Isla, en su edición del sábado 19 de junio del 2010. Y a él debo este nuevo y fructífero contacto que agradezco y cultivo.

Más que suficiente material para crear expectativas, para querer adentrarse en ese universo de palabras, ardides y movimientos, gestionando la vida, desde los ángulos del barro, el color o la leche, en dirección a un decir que, como la arcilla, edifique recipientes para dar de beber.

Y tal vez por eso me ha sorprendido tanto el libro (Lidia Barugel, Contrapalabra. Buenos Aires, Gran Aldea Editores, 2010), que recién hace travesía desde el sur hasta la atarraya de un mar que no cesa, si es que así puede llamarse esa llamarada, ese dibujo que se deshoja mientras la palabra, vuelta contrapalabra, se vierte sobre la nada, aún siendo el todo.

Las letras se enredan en la cabellera que Lidia esculpe, señalando la dirección de la grieta, el espacio preciso de la bala y el camino hacia la quietud de aquello a lo que le ha sido arrebatado hasta el viento, que juega a columpiar lo que el sílice de la piedra quiebra sin recato ni misericordia.

Y la palabra le pegó en el pecho
con el estampido certero de un disparo

Asombra como Lidia atrapa la palabra que hiere, hasta desaparecerla entre sus pliegues, sin saber quien acabó con quién. Si la palabra con ella o ella haciendo de la palabra todo menos un abecedario. La imagen se incrusta en el disparo y es ella la que le da la medida del agujero abierto en el centro del pecho, como si fuese un hoyo para sembrarle nidos de pájaros en el corazón.

Y sin embargo Lidia tiene las claves y el misterio, las herramientas y las manos, las que moldean, las que dibujan, las que trabajan la leche hasta convertirla en cuajo y en paladar. Y con tantos escudos ¿cómo pudo esa palabra herirla de una muerte que no le pertenece, porque la ha sobrevivido ya tantas veces?

Una palabra con filo,
brutal como un disparo,
dura como un bala

Lo que conmueve es la sobriedad, lo certero de la palabra cántaro que no puede contener la palabra disparo-piedra, capaz de romper en pedazos el aire de la tarde, y el centro mismo que anida la memoria.

Una palabra trueno, palabra con filo, capaz de acabar con todas las palabras que construyeron el recuerdo que se anidó en ese mismo pecho que ahora tiene un estilete entre sus diminutas costillas de pájaro, allí donde había hecho nido la congoja.





Una sola palabra. Y no supo esquivarla.

Y si se quebró la memoria y se deshizo la congoja hasta convertirla en un cisne herido, inclinado en el camino, para atrapar la palabra que dejó la herida ¿dejará de ser una amenaza helada, bajo el sol ardiente del camino, si en su trayecto de estocada, su agravio de vidrio, su travesía de astilla se convierte en pájaro vivo agitándose adentro?

La sostuvo en la palma de la mano,
incrédula, perpleja

Del costillar del pájaro nació un nuevo ser alado que descendió hasta donde siempre había anidado la nostalgia, aún palabra, hasta coserse con alambre a su piel, y volverla un pájaro muerto, con su pequeño esqueleto hecho pedazos. Y dice Lidia que quedó perpleja y muda, desabrigada, atónita en el camino, de pie, sola y muda para siempre.

Una palabra tirana y cubierta de borrasca
salvaje y fría adentro de su boca

Y sin embargo es su contrapalabra la que vence la mudez y la soledad, la que rescata la nostalgia, la memoria y la congoja, la que abre y cierra el expediente con el movimiento de las alas de un pájaro, palabra sobre palabra, piedra sobre piedra.

Tendida en vertical se yergue por encima de los alfabetos que fabrican palabras como si fueran balas y reconstruye con su mano de ceramista y escultora un decir que hace el recorrido de ese disparo invisible, capaz de quebrar el costillar de la memoria y el recinto de la nostalgia, sin que nadie lo advierta. Como quien recoge la herida para amolar la piedra, reconstruir el pecho y la memoria, sin otra arma que una contrapalabra que se hace advertencia.

Y sintió un dolor punzante en las costillas,
un pájaro vivo agitándose adentro

Quien recorra sus andamios, habrá conocido para siempre el filo exacto de la palabra que hiere, y tal vez en su interior amordazado y deshabitado de florerías, comprenda alguna vez que la palabra fue hecha para alzar vuelo como los pájaros, para ser guijarro en el río, suspiro y caricia en el viento. Nombre de la ternura de la que fuimos hechos y que hemos sustituido por la palabra muerte. Por eso el vuelo de la cabellera de fuego es la dura travesía de la palabra-disparo al pájaro vivo de la tarde.

Y tragó con un coraje exhausto
esa piedra dura que poco antes había roto
en dos pedazos el aire quieto de la tarde

Porque mientras haya una contrapalabra que se dore al negro sol del silencio, que haga girar la dirección de la bala, que entre sus pequeñas costillas de pájaro grabe la sonoridad de la memoria, que haya cisnes que se traguen las palabras que hieren y las devuelvan al agua convertidas en tormentas de peces,  sobrevivirá la ternura del hombre. Y de su boca comenzarán a brotar alas, de sus manos vasijas para contener el amor y de sus párpados, abiertos como lunas, emergerán cantos, hasta que el aire inquebrantable de la tarde recomience su ronda musical sobre la vida.

mery sananes
17 enero 2011



Publicado en Media Isla
el 15 de enero del 2011
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domingo, septiembre 25, 2016

ESTE VUELO RETENIDO




De tormentas y tormentos
están llenos los días inmóviles
en los que se nos ha convertido
la vida en este tiempo despojado
de ternuras
la historia se repite con el irremisible
designio de una tristeza que
galopa hasta por los intersticios
de un horizonte sin cuajar
y las horas son un despeñadero
por donde corren las imaginerías
que aún no han nacido
y sin embargo en ese pozo hondo
donde van a parar los suspiros
que no concluyen se gesta un río
que asciende en dirección a las
colinas en busca de la canción
que hace crecer las espigas
a sabiendas de que no es otro
nuestro desandar sino este vuelo
retenido que sueña ser colibrí


texto y foto / mery sananes
agosto 2009

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martes, septiembre 20, 2016

HACIA UNA POÉTICA EN ARSENAL DE CONFITURAS


El hombre escribe poesía
se hace poeta del alma
para que su llanto
se haga torrentes
que ahogue la violencia
que lo está despedazando
es la poesía de este tiempo
pero ¿así será siempre?


El martes 16 de Agosto del 2016 -¡cuándo llegar en otro tiempo!- entrando a luna plenilunio, fue un Instante de alegría porque a la “interminable borrasca de un tiempo medido sólo por la capacidad de matar”,  el poema Arsenal de confituras (de mery sananes), le abre fisuras por donde nos rescata –cada vez que lo leamos- de esta enrarecida “esfera” –mundo o sociedad o esta humanidad- que nos arropa y traga como lo hace un “agujero negro”, hasta el punto de no sentir, hacernos olvidar el paso del tiempo, del deshojar de las lunas, del abrazo del círculo Zodíaco con sus doce constelaciones que señalan cada mes del año, y aún más, los pasos del mismo hombre trazando huellas para un andar a ciegas. Somos como zombis migrantes en esta comba espaciotiempo, lejano vientre cósmico donde nacimos. O como burbujas que chocando entre sí irradian relámpagos que develan velos que tapizan nuestra existencia. Pero en este martes 16, con su poema y bajo su luna, caen los velos.

Y el poema –el hombre– como relámpago en intermitencia –como la fuerza de la música de Beethoven- suelta sus rayos versos en el regazo de la existencia como un desgarrado grito ¿cómo es posible que a pesar de su origen cósmico persiste existir –mendigando diariamente el pan, el agua y la luz-, degradándose y contradiciendo su condición intrínseca cósmica? ¿cuándo va a construir otro hábitat –su “puesto cósmico” sobre su “lugar cósmico” que le entregó el Universo- acorde a su origen? Cuestión que nos plantea para la urgente reflexión el maestro y filósofo Juan García Bacca.



Instancia de existencia donde van a conjugarse los verbos en sus personas yo, tú, él en dimensión singular y, nosotros, vosotros y ellos en dimensión plural. Osea, de una persona particular y concreta a un todo universal igualmente concreto que la llene de plenitud. Entonces, es el mismo antiguo yo me canto, yo me celebro. nosotros nos cantamos y nos celebramos. Yo existo, todos existimos, porque somos seres para vivir permanentemente amando lo bello ¡Hermosa conjugación, única, cósmica! ¿Y un hombre de origen cósmico no debería hacer acciones -historia-, de igual dimensión? E inevitable el recuerdo de aquél estallido estelar cuando nace el Universo, y en su seno, luego, la vida -¡mundo, entiéndalo, allí nace la vida!-. Pero, por qué hoy ésta vida tan dispar, desnatural y violenta que contradice este origen.




Y ¿es un absurdo que hagamos Arsenal de confituras algo parecido a espacio cósmico o universo? Vemos a un “Arsenal” compuesto por “confituras”. Vemos al Cosmos compuesto por astros y hombres. En “Arsenal”, “confituras” es como decir hombres buscando crear encuentros con el hombre para construir vidas, lo mismo que en el Universo, astros como decir cuerpos cósmicos buscando atraer a otros cuerpos también para crear vidas. Y éstas búsquedas son acciones de semejanzas cósmicas. Y ciertamente Arsenal de confituras como Arsenal de hombres cósmicos es un gran absurdo, pero un absurdo que queremos prenderlo en la conciencia.

Y este maravilloso surrealismo solo quiere señalar, afirmar una verdad simple: el hombre en el universo, en la naturaleza, y dentro de sí mismo, es un ser cósmico, y sus acciones -su historia- deberían ser de igual signoY el hecho de que hoy este hombre sea un terrible depredador de la vida no extingue esta verdad. Ella está allí, subyacente. ¿Y no es lo que este hombre necesitaría concientizar para dejar de ser zombis o burbujas o depredador? Un Ser de origen cósmico dotado de igual capacidades –concientizada, interiorizada-, es un ser que nace para construir un definitivo mundo-tiempo de vida verdadera –su reino humano– donde no tiene cabida la alienación, ni ataduras ni muros que aten su libertad, su verdad, su amor y justicia como actualmente ocurre. Una vida que restituye al niño su originaria potencia transformadora para hacer humanidad.

Entoncesentendido en este sentido, yo, tú, él, ella, todos somos Arsenal de confituras porque yo, tú, él, ella, todos somos reales seres que nacimos en el cosmos, y como tal debemos actuar, vivir acorde con este origen y con esta conciencia, la cual es totalmente ajena a depredar, asesinar, mentir, a la obsesión de la posesión material, etc. Y, ¿tras este poema no fluye esta dimensión cósmica? Poetas, como Goethe, Walt Whitman, Marc Chagall, Beethoven, Mozart, y otros, propugnan, proclaman esta poesía. ¿y por qué no, nuestros espacios-páginas? Y si esto no lo concientizamos, siempre seremos lo que hoy somos por los siglos de los siglos amén.




Y nuestro surrealismo no resiste la tentación de ese blanco lienzo o del silente pentagrama. Y sobre su plano o espacio silente-sonoro, como mago lo traza de pinceladas, lo llena de “confituras”, de versos, como éstos… “…y el niño en la piedra contempla un oleaje hecho de alas de mariposas”… O “…hasta que armado de ese arsenal de confituras y asombros se fue tierra adentro al encuentro con los hombres”.  O “…la gigante soledad de quienes sobreviven aferrados a un hilo de ilusión atado a la hebra de una mazorca o al rocío”.  O “…y su oleaje retome la música que mana de sus espejos grabada en la risa de una madre que nunca ha dejado apagar la llama que cuece las aromáticas vituallas de su estremecido corazón”. Y así, este Arsenal” disparando suelta a sus “confituras”, las manda al combate por la vida, y les da la llave que abre aquel viejo Almacén de los sueños y esperanzas que por siglos de los siglos ha estado esperando, atisbando por rendijas de luces. Y como se hicieron los astros en el cosmos, también ellas en la Tierra podrán hacerse realidad.

Y ¿no es lo que la poética de Arsenal de confituras a gritos silentes pide? Entonces, el poema si traza rasgos de un ser concreto que entre las rendijas abiertas vive amando la vida. ¿Y en este tiempo, qué son los hijos de los hijos, sino estas rendijas de amor?, pero también pincela perfiles de tantos otros que viven amando, como la misma poeta que ama y por eso vive. Y por ello, ella queriendo o no queriendo –se le suelta-, devela esta dimensión cósmica del hombre, subyacente tras este poema ¿Y por qué, para qué le llama Arsenal de confituras, si no es para que estas “confituras” vayan al combate y obtengan la victoria que rescate la vida que hoy está siendo engullida por este tiempo?



Y en última instancia esta aspiración, este anhelo sobre el verde de las aguas y bajo el azul de los cielos, la seguiremos proclamando –hasta fastidiar de tanto repetir-, como el tallado de huellas que si construyen caminos: los del hombre para llegar a ser hombrehumano, y de éste, al fin, hacerse el Ser humano. Porque este hombre actual –prehombre, cuasihombre– no eshumano porque existe depredando, asesinando, engañando, extinguiendo la vida, entregándose a la posesión material. Este hombre obstruye la evoluciónY funda un tiempo de guerra a muerte contra la naturaleza, y contra él mismo. Existimos entre muertesY hasta hoy, él está ganando está guerra. Pero, ¿para quedar existiendo vivo quién? En términos, real y verdadero ¿cómo a ésto llamar vida humana? Sin embargo, la madre y el niño como simiente, persisten con sus nacimientos en las posibilidades reales de crear vida sobre la Tierra. Y esto lo deja planteado el poema Arsenal de confituras.

Y definitivamente, la evolución con su selección natural necesita el campo libre para resolver cada situación concreta y seguir empujando la vida hacia adelante, y conducirla a los tres definitivos y únicos grandes reinos: el vegetal, el animal y el humano, una triple alianza existiendo en dialéctica indisoluble. En fin, la universal y definitiva gran cadena de la vida, que hoy transcurre terriblemente rota. Y precisamente, para alcanzar esta dimensión de la vida, el hombre necesita de esta conciencia cósmica. Pero, ¿hallará el tiempo necesario para lograrlo? El cuento, “EL principito”, de Antoine de Saint-Exupéry, nos deja varios alertas.

Y dentro de esta universal cadena -como mariposa en su crisálida-, la diminuta cadena pero infinita en lo finito: de la célula al  niño y de éste al Ser humano, en armónica convivencia con los otros seres vivos de la cadena. Entonces, Hombre! yo, tú, él, todos, ¿por qué la rompemos tanto? ¿por qué obstruir tanto el avance de la evolución? Ésta no anida en las entrañas de la vida para tenerla tirada en una cuneta. Ella debe estar –y de hecho está, aunque dormida, latente, pero actuando, como oruga en esa crisálida-, en nuestras manos, en nuestros corazones, en nuestros cerebros, en nuestro mundo celular…Y definitivamente, hacer erupción un ser humano con capacidad de crear, oír, sentir, y vivir “esta música viene pura del país del alma” –Magdalena Bach refiriéndose a la música de JS Bach-  Y este poema Arsenal de confituras ¿no es una chispa en este camino?




JACED
19 septiembre 2016

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EN LOS RIZOS DE UN CLAVEL






Las sombras precedieron
la luz de este equinoccio
y el otoño se volvió un
desquiciamiento de ramas
desprendidas

Las estaciones son un riel
por donde navega la memoria
y la memoria es una cigarra
que aprendió a respirar en las
explanadas de la tristeza

Y este septiembre es un libro
sin costuras una conjetura que
no se desprende de sus enigmas
el instante detenido de un
alumbramiento decidido a ser
hierba en los huertos del cielo

Nunca se hizo tan difícil invocar
la alegría y sin embargo un estruendo
de soles ennochecidos va dejando
sus signos en las cabeceras de los
ríos buscando incansable el delirio
de un tiempo enraizado en los
rizos de un clavel que nada sabe
de adioses




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mery sananes

22 septiembre 2016
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sábado, septiembre 17, 2016

EN LAS ESTANTERÍAS DEL MIRAR

Luna llena del 16 de septiembre del 2016
asomándose a este cielo después de su eclipse



Me la bebí a sorbos
como el vino cuando se paladea
el beso que hace estación
en el piquito de un colibrí
o el adiós que se fuga
en la trastienda de un abrazo

Guardé su reflejo
en las estanterías del mirar
y desde el recinto de su eclipse
descifré el tratado de amor 
que cada penumbra 
el sol le escribe a la luna
para reinventarle al hombre 
su expropiada incandescencia





texto y foto
mery sananes 


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RÚBRICA DE ALAS


 

 para paloma kuns


Llevaba días compartiendo
alpisteros con azulejos cardenales y
colibríes hasta que hoy amarizó
sobre el altiplano de un espejo

Tal vez buscaba las migas de un
pan de rosas que los cielos le
sirvieron al atardecer
el canto de una mano que se
ofreciera como cuenco de beber
o el aroma de un madero en
vía de convertirse en palomar

Sé que traía en su pico una recadería 
de esas que sólo se entregan en las 
manos de un demiurgo

Y que al no poder entrar en el
territorio que sus ojos avizoraron
ella se marchó como había llegado
dejando un estremecimiento
suspendido en el aire y una rúbrica
de alas sobre la transparencia de un
cristal que dejó de ser puerta para 
hacerse paraje y posada de pájaros 




texto y fotos
mery sananes

16 septiembre 2016
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