Un mirar se detiene
en una imagen
y de inmediato la reinventa
una larga carretera que va
y viene de lluvia mojada
para que las luces
pueden verse en su espejo
y saber si nada detiene
su llevar y traer
Adivina un hombre solitario
conduciendo un camión más
grande que sus sueños
aguardando llegar para volver
a partir envuelto en su propia
llovizna que a veces no es más
que la tristeza de unos ojos
cansados de hospedarse
en un mismo destino
Y el mirar acude al cielo
que lo acompaña en esa hora
en que no es ni tarde ni
noche con un crepúsculo
enredado en inventarle
un alba a la inversa al
hombre que ha perdido la
medida de las horas
mientras persiste en seguir
rodando su nostalgia de niño
cuando jugaba a alcanzar
las nubes tan sólo para
amanecer rocío sobre las
rosas
Y de pronto sus ojos se abren
desmesuradamente porque tienen
la certeza de que allí estaba
lo que quería decirle esa imagen
que de pronto insurgió como un
manuscrito sobre la melancolía
de los pozos
Un arcoriris que desistió ser
anatomía de una circunferencia
partida en dos para derramar
sus destellos en collares de
serpentinas sobre la soledad
de los caminos de nadie
texto / mery sananes
foto / daniel
01 abril 2019
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