lunes, noviembre 29, 2010

MEMORIALES DE UN TIEMPO DIFÍCIL



UNA HERIDA QUE NO SE CURA

Hoy es uno de esos días de los que uno no quisiera tener memoria, pero que quedan grabados en los intersticios de la vida, como una herida que no se cura. Antes de que amaneciera ya los signos estaban allí, a modo de advertencia. Tal vez para que yo no fuese a decir después que no me lo habían anunciado.

Pero como soy persistente en eso de creer en la magia, en los encantamientos y en la energía que puede echar a andar el amor, me armé de valor, de risa y hasta de un poquito de picardía, y me fui a leer el libro abierto del cielo.



Y EL AZUL TRASPASO EL INVIERNO

Me preguntaba ¿habrá podido traspasar el sol el invierno de este amanecer? ¿Podrá el azul imponerse a los grises de todas las tonalidades que descienden hasta los árboles, la hierba y oscurece aún más las hojas secas?

Salí de mi encierro y me fui a buscar el cielo. Y allí estaba imponente el azul, contra todos los augurios de mañanas plomizas. Una bandada de nubes jugaban al escondite pero eran inmensamente blancas, como velas de diminutos bajeles surcando azules marinos. 



HACIA UNA ACUARELA AZUL

Y cómo me quedé prendida de ese paisaje. Invoqué los espíritus del aire y del viento, del agua, de la escarcha y del hielo, eché a volar los copitos de nieve que se atravesaban a mi paso. Y construí una acuarela hermosísima, sin los lirios de Monet, sin los girasoles de Van Gogh, sin el desenfado de Magritte, sin las mariposas de Dalí.

Pero un lienzo que pinté para espantar los males de este tiempo. En él me envolví y con ese traje de azules decidí hurgar los suelos en busca de las señales de las hojas.




LA LECCIÓN DE LAS HOJAS SECAS

Y comencé a descubrir, como no lo había hecho antes, la infinita belleza de las hojas secas, de las flores que han perdido su coloratura, de las hierbas que han cedido su verdor, de las espigas que en vez de erguirse se recuestan.





Descubri en cada espacio minúsculo de esos rastros, la inmensidad de la primavera, el anuncio de los retoños, la espectacular danza de los pétalos. Conté las circunvalaciones de los árboles cortados, me detuve en la corteza de los que aún están de pie haciéndole piruetas a las nubes, ví brotar de un verde mustio una gota lila de porvenir.




DEL ESPEJO ROTO A UN
TIEMPO DE ARENAS

Y traté de entender. El hielo se quebraba a mi paso mientras avanzaba sobre el mismo trecho. Podía reconstruir las huellas pero no la filigrana del agua, que se deshacía como un espejo roto, en busca de un tiempo de arenas.

Y encontré las respuestas. Me detuve sobre mi misma, volví a mirar el sol que le regalaba sus rayos a la tristeza de esta mañana, tomé entre mis manos un trozo de hoja seca que aún guardaba en sus nervaduras el aroma de la vida vivida y leí la sentencia.



NO HAY MILAGROS EN
LA CASA DEL ODIO

Regresé a sabiendas de que no habría milagro. ¿Cómo pedirlo en la casa del odio? Que no habría reencuentro. ¿Cómo soñarlo si los especímenes en extinción se ha decidido que se extingan?  Que una vez más el horror se impondría sobre la musicalidad siempre inédita de la risa de los niños. ¿Cómo no esperarlo si en este mundo son ciegos y sordos todos aquellos que se mueven guiados por el poder-capital?



Y SE NOS RENOVÓ LA SAVIA

Sin embargo, el trozo de hoja seca me seguía hablando desde la superficie rugosa de mis dedos. Y como si ella y yo hubiesemos podido renovar la savia que se nos había secado, un río diminuto de gotas aromadas tomó los cauces arteriales a contrapartida de su oleaje hasta anclar en el corazón nocturno de los amaneceres que vendrán.

Y con esa carga genética de la hoja, sobrevivo este nuevo y desmesurado giro de los días, que ya no se abren con los luceros de la mañana, que ya no se amasan con el pan de maíz, que ya no se cubren con los chocolaticos que nos regalan las mariposas, ni se avivan con las florerías que nacen en las pupilas de mis niños como un torrente que no cesa. 


¿LLEGARÁ LA PRIMAVERA?

Sobrevivo como las ramas en el invierno, aguardando, cediendo a veces ante el peso de las borrascas y los temporales, pero siempre retomando los vaivenes, en dirección a la primavera. ¿Llegará? 

29 de noviembre del 2010

fotos y texto / ms
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domingo, noviembre 28, 2010

MEDIA ISLA: EL LADO AISLADO DE UNA ISLA INDIVISIBLE





a seis años de su navegación inicial


Media Isla, el lado aislado de una isla indivisible, aunque le hayan inventado cercas y rayas imaginarias para atrapar la historia en dos bandos contrapuestos. Media Isla es como cortar el mar en dos pedazos o dibujarle fronteras a las nubes. ¿Pero acaso el hombre no se ha especializado precisamente en contradecir todas las leyes de lo humano?

Y TODO SE CONVIRTIÓ EN FRAGMENTO

Cuando se irguió por vez primera en sus dos pies y extendió su cuerpo vertical buscando el sol, el horizonte se le ofreció como un manjar para sus días. Sólo que pronto se le quebró para convertirse en territorio de alguien. Y desde ese malhadado instante de las reparticiones, todo se tornó en mitad, o en fragmento, o en pedazo roto de algo que aún no hemos podido recobrar.

Dijimos alguna vez, deletreando la canción de las islas, que era un lugar de horizontes e infinito, en el que la tierra se extiende mar adentro buscando una travesía de estrellas que se desbordas sobre los riscos, derramando un incendio de espuma y de sal.

LOS AZULES ESPEJOS DE LAS AGUAS

Posada donde el sol deslumbra sobre los azules espejos de las aguas en las madrugadas de peces que atajan las redes para dibujar señales de amor a los barquitos de vela.

Sólo que no eran veleros las naves expedicionarias. Y su arribo partió los espejos y desasistió la vida, instalando en sus albores una historia de resquebrajaduras que aún perdura y se extiende, sin que el hombre indivisible logre aglutinarse de nuevo.

LA MITAD DE UNA PALABRA QUEBRADA

Media Isla es entonces la mitad de una palabra también quebrada, afanada en reconstituir el alfabeto del agua.

Porque de las islas le viene al hombre esas ganas de vivir entre aguas, ese modo de ser marinero de pastos, sin equipaje ni ancla, aventurero como el viento, remoto como los tiempos, ligero y salobre, móvil como la marea que viene y va andando de la vida al asombro.

UN RÍO AL REVÉS

Hace seis años emergió Media Isla del mar Caribe en un recorrido de río al revés. Desde la desembocadura decidió ir hacia atrás, hasta llegar a las altas montañas desde donde se divisa la isla entera regada por los mismos cauces.

Y se hizo vertiente de la palabra y encrucijada para los transeúntes. Nacía cuesta arriba, como suelen aparecer los esfuerzos que perduran. Imagínense, hacer nacer una media isla en un territorio plagado de islotes.


FUNDAR UNA ORILLA SIN DEMARCACIONES


Pero estaba claro el objetivo. Había que fundar una orilla sin demarcaciones donde pudieran anclar ideas acuáticas, pensamiento de archipiélagos, tesituras de ese azul caribe, que reta todas las imaginerías.

Lugar para el encuentro de ideas desencontradas. Refugio de quienes tienen cercada la palabra . Centro para el debate, la discusión, el rescate de la historia fragmentada que está por reconstruir.

Sin cercas, ni nacionalidades, ni premeditación alguna. Un poner el ojo sobre lo que ocurre en el mundo, en el conjunto de medias islas que conforman el planeta y las disputas por su propiedad.

UN CLAMOR DE HISTORIA SUFRIDA

No podía ser mejor el título ni la intención. Cuando se parte un todo en dos, cada una clama por la otra. Y esta Media Isla es un clamor de historia sufrida, de arte que se restea con la vida.

República Dominicana, con la mitad de su isla y una historia fragmentada por guerras e invasiones internas y ajenas, con una retahila de tristezas que no las borran las líneas de demarcación, se yergue con sus poetas, escritores, narradores, pintores y músicos, para hacerle un expediente a la isla que no cuaja, a la vida que no se vive, a la muerte que no cesa.

PERSISTENCIA DE PIEDRA DE AMOLAR

Y lo hace desde una potestad de la palabra que se vuelve incienso de los días. Sin estridencias pero con persistencia de piedra de amolar.

Desde noviembre del 2004 hasta diciembre del 2009 tomó las rutas marinas de islas y continentes. En enero del 2010, en este año aniversario, Media Isla tomó la forma de revista digital, para anclar aún más lejanas sus recaderías.

En sus páginas que ahora corren más de prisa acampan muchos amigos que la han convertido en residencia de sus palabras, en asiento de sus testimonios, en solar de sus ilusiones. Una media isla donde convergen diversos pensamientos, gente de todas las latitudes, registrando el color exacto de su tristeza o de sus afanes.


OTRO SÁBADO TRECE PARA LA MISMA
CELEBRACIÓN

Nosotros que fuimos antiguos lectores y que ahora le dibujamos imaginerías a sus imaginarios linderos, celebramos con júbilo y alegría esta nueva estación, que ocurre otra vez en sábado trece, para reafirmar la vocación náutica de este empeño, que deja para los tiempos que vendrán, una insustituible fuente para el estudio de esta isla de aislados lados, como la designó René Rodríguez Soriano, escritor dominicano quien ha estado al frente de esta gestión desde sus inicios, con irreductible persistencia.

MEDIA ISLA LE SIGUE PINTANDO
COLORES AL MUNDO

Como entonces, cuando inició su expedición, Media Isla le sigue pintando colores a un mundo que aglutina con dedos que piensan, palabras que horadan, sentidos que recomponen. Dejando sobre las aguas azules de este archipiélago los trazos pasteles de los amaneceres, encendidos en cada uno, como el combustible necesario para reedificar la vida en este Medio Planeta a punto de estallar en pedazos y en vías de extinción.

mery sananes

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viernes, noviembre 26, 2010

CARTA A ISAAC SEBASTIÁN


EL CHIPILIPITOCO


ENTONCES ERAS PURITA RISA

Siempre creí que las únicas cartas que te escribiría serían para hablarte de todas esas cosas por las que tú siempre me preguntabas cuando más pequeñito usabas tus ojitos y tus oídos y tus manos para comerte el mundo.

¿Qué es un pintor? Me preguntaste un día. Y te escribí una carta. Te he escrito muchos poemitas para decirte cuánto te quiero, para grabar un instante mágico de tus horas, para acompañar alguna de tus travesías, para alegrarme o llorar contigo algunas de tus tristezas.

Eran los tiempos en los que tú yo descubríamos los planetas, el sol, la luna. En los que hurgábamos, con un telescopio que nunca sirvió, la dimensión del sol reflejado en la luna. En los que perseguíamos afanosos el camino de las hormigas, el vuelo encantado de una mariposa blanca que jugaba todos los días al escondite contigo.

O cuando tratábamos de descifrar la edad de los árboles, la estructura de los días de invierno en el retoño de los hongos. Y yo te veía soplar las espiguitas de luz, para ayudar a que nacieran muchas más florecitas amarillas, antes que los cortadores de grama las quitaran de cuajo. Entonces eras purita risa.

UN GUIJARRO QUE EL SOL MOLDEA

Contigo descubrí florecitas silvestres que nunca había visto, pero que tu me señalabas. Mira, una flor para mami. Y llegabas a la casa con las manos cargadas de espigas, hierbas y flores para entregárselas a tu madre, con esos abracitos que jamás olvidaremos.

Eras mi jardinerito, mi astronauta, mi expedicionario, mi poetica de la vida. Aún los ipods, los iphones, las altas y avanzadas tecnologías, las armas de plástico y las dagas liberadoras, no habían interrumpido tu relación con el mundo.

Eras un guijarro hermoso que el viento, la lluvia, la nieve, la tierra y el sol iban moldeando en un niño maravilloso, como suelen ser todos los niños, hijo, que reciben amor y a su vez son amorosos.

UN DÍA INTERFIRIERON TUS SUEÑOS

Pero, ay mi niño de pan, qué pronto interfirieron tus añitos, la carga de la gente grande. Comenzó un proceso destructivo y destructor que va dejando huellas gigantes en todos nosotros.

Un día la Mata que te leía las aventuras de Julio Verne o de Moby Dick, las travesuras de Huckleberry Finn, o los viajes maravillosos de El Principito hacia el interior del corazón del hombre, dejó de acompañar tus noches. Me gustaba tanto arroparte, hacerte cariñitos para que te durmieras con una sonrisa, y sobretodo aquietar tus pesadillas, tus angustias, ese resonar de los dientes, apretadas como estaban tus angustias.

Un día alguien quiso decirte que la Mata, que tu madre, que tu Akami, tu Ciput y tu Jeijei no te queríamos. Y tú te lo tuviste que creer. Desolado día para el amor, chipilipitoco. Como si todas las canciones que el Akami compuso, que tu madre te cantaba, se hubiesen silenciado de una sola vez.

ESTOS SON LOS TIEMPOS DIFÍCILES

Estos son los tiempos difíciles que vivimos Chipilipitoco. Tiempos de un dolor grande, como tu llanto, como ese temblor con el que le escribes un expediente a todo lo que no te deja ser niño. A todo lo que te quieren hacer creer para que tengas que elegir.

Probablemente cuando puedas leer estos papeles, lograrás entender algunas cosas que hoy no no puedes alcanzar. Y ésta, Chipili, como todas las que te escrito y te escribiré, son cartas de amor, no de reclamo.

Son papeles para que sepas mañana todo lo que no te dejaron aprehender en esta maraña de sinsentidos. El dolor, hijo, no tienes que recrearlo. Ya nosotros lo absorbimos por tí y por nosotros. Se nos quedó en la respiración como si todo el aire del planeta se hubiese esfumado por el agujero negro. 

PARA UN REENCUENTRO CONTIGO MISMO

Estas cartas, chipilipitoco, están hechas para que puedas dar la batalla para recuperar lo que eres, para reconstruir tu inocencia, el brillo resplandeciente de tus pupilas, el recinto encantado de tus manos y ese vuelo florecido de tu corazón que tu madre te entregó cuando ella te mecía en las aguas aromadas de tu primera residencia. Y que te continuó construyendo cada hora de tu existir.

Tal vez cuando leas estas cartas, cuando seas más grande, puedas recordar mejor esa travesía amorosa que tu madre durante casi ocho años ha vivido contigo. Y los que espero pueda seguir viviendo, sin la coraza que te pusieron que hoy te impide recibir sus besitos de coco y sus carantoñas.

El primer día que fuiste a la escuela tu madre y tu mata estuvieron cerca de cinco horas de pie, pegadas a un cristal que permitía ver hacia adentro, pero por el cual tú no podías mirarnos, para saber si tú estabas bien.

Te ha acompañado en cada una de tus fiebres, tus rasguños y caídas, tus sobresaltos y tus alegrías. Siempre ha cargado un almacén de medicamentos mágicos que servían para calmar cualquier dolor o cualquiera angustia. Pero, por sobre todas las cosas, cargaba una alacena de cariñitos, de abracitos, de celebración porque tú existías.

SE HAN OSCURECIDO LOS DÍAS

Hoy son tiempos muy difíciles, hijo de la vida. Se han oscurecido y no por el invierno ni por esa primera nevada que no pudimos disfrutar juntos. Se oscurecieron por la ceguera que te impusieron, por los afectos que te quieren arrebatar, por el cobijo que volvieron trizas, por la mirada con la que ya no me miras, por el abrazo que quedó diseminado en los árboles sin hojas.

Y yo no vengo aquí, mi niño de sol, a hablar mal de nadie. De eso que se ocupen otros, de dividir, fraccionar, segregar, destruir. Yo vengo simplemente a decirte cuanto te quiero y te querré mientras viva y más allá, desde los territorios sagrados de todo lo que pervive en cada estación.

En estos días enseñoreados de penas, hijo del alma, en los que en tu confundido corazón, no sabes si querer a tu madre es dejar de honrar a tu padre, en los que te han puesto a dudar sobre el amor de tu mata, ya te han dicho que tendrás que hablar con abogados y jueces, a tus siete añitos de edad, con tu atribulado corazón, a hablar un lenguaje que no te pertenece, a repetir conceptos que inventaron no para entenderse sino para oponerse, en un espacio hecho para quienes le sacan beneficio al dolor de los otros.

¿Y QUÉ ES LA VERDAD?

En estos días difíciles, mi chipilipitoco, te están tratando de enseñar qué es la verdad y dónde está, te quieren poner a decidir quien la tiene y quien carga a cuestas un almacén de mentiras para hacer daño.

Yo te quiero hablar de la verdad, hijo. Todos las usamos como un estandarte, como una consigna, como una banderola, pero pocos, hijo, la vivimos en el hacer diario, en el trajín de las horas, en el camino abierto de un mundo lleno de cercas y sembrado de minas explosivas.

La verdad es una herramienta que cada quien coloca a su disposición para ganar adeptos, para conseguir seguidores, para apoyar una causa, para todo, hijo, menos para ser más humanos, más simples, más sencillos, más amorosos y más oferentes.

SI LA VERDAD DESPLAZA ALGO
TIENE DE MENTIRA

Cuando la verdad se usa para desplazar, para destruir, para imponerse sobre el más débil, algo de mentira contiene, hijo. Lo sabrás en el camino de tus días.

La verdad es algo mucho más simple, menos compleja que lo que quieren los filósofos, menos engorrosa que lo que sentencian los juristas. La verdad es un común acuerdo de convivir sin maltratar a nadie. Es una mano abierta. Un abrazo tal vez. El regocijo de no saberse mejor que nadie ni con más poder.

La verdad reside en aquellas flores silvestres que tú recogías para tu madre. En los soles que se apagan. En el canto de la lluvia sobre los aleros. El anverso de las pupilas de un niño a quien aún no le han robado su capacidad para mirar.

LA VERDAD COMO INSTRUMENTO
DE PODER

Pero los hombres, hijo, decidieron hacer de la verdad un instrumento de poder, una herramienta para someter, un derecho de unos sobre otros. ¿Y cómo, hijo, descifrar esa maraña de verdades concatenadas en mentiras que a nadie ha servido aún en este mundo próximo a su extinción?

Sí, hijo, no te sorprendas. No sé cuánto quedará de este planeta para cuando puedas leer por ti mismo estas cartas. Pero la verdad de la libertad sirve para oprimir. La verdad de la opresión sirve para exterminar. La verdad de los pocos sirve para anular a los muchos. La verdad que se le impone a los muchos sirve para vengarse de quienes los han oprimido.

LA MARAÑA GIGANTESCA DE LA
VERDAD Y EL PODER

Y así, en este mundo que dice buscar la verdad, hijo, lo que sobresale es la violencia. Y la violencia, se dice, es el arma de quienes no tienen la razón. ¿Te das cuenta, hijo, qué maraña tan gigantesca se arma?

A tus siete añitos de vida, hijo, tú deberías estar lidiando con la verdad de las hojas de otoño, con la de los peces que migran y con la organización de los pinguinos. Deberías estar preocupado por descifrar la edad de una piedra o contar las circunvalaciones en el tronco de un árbol que alguien ha cortado.

Por el milagro de la planta que sembraste y comenzó a dar retoños. Por el misterio que guarda un grano de maíz que estalla al calor hasta convertirse en una flor abierta.

Por las amplias avenidas del teclado de tu piano, sobre el cual tus manitos acostumbraban hacer variaciones musicales que luego nos regalabas. Por las sonoridades de tu batería que aprendiste a tocar casi desde que naciste. Por la floresta que ha sido tu vida, hasta que dispusieron de ella para sembrarle largas y grises edificaciones donde la gente grande y el poder se reúne a litigar sus propios conflictos y frustraciones.

ESTA CARTA ES SÓLO PARA
DECIRTE CUÁNTO TE AMO

Esta carta, Isaac Sebastián, es sólo para decirte cuánto te amo y para agradecerte que me hayas regalado de los días más hermosos de mi existencia, junto a tí, tu risa y tus encantamientos.

Mata

26 de noviembre del 2010
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