jueves, diciembre 10, 2015

EL PÁJARO AZUL




“Esa búsqueda y encuentro de los nuestros
nos hizo ver que estaba en nuestras casas
más íntimas, el pájaro azul que buscábamos
por caminos lejanos”

Lolita Aniyar de Castro
29 noviembre 2015


José Antonio, Sarita, Dinah y Daniel

Qué decirles que resuene en un tono más sonoro que el silencio que produce el vuelo de un ala hacia la urdimbre que la creó. Las palabras se vuelven cantaros vacíos. Y sin embargo, cuando Lolita dejaba salir las suyas era como una migración de aves en permanente travesía hacia los confines del siempre.

Se esparcían como granos de arena sacudidos por el temblor de un cangrejo en busca de su destino. Un camino que ella iba construyendo sin la conjetura de un mapa sino con la destreza de sus pasos. No hubo puerto al que no se asomara para comprobar si ese océano era el que buscaba, o si había algún azul en el cual aún sus ojos no se hubiesen sumergido.

Hablar de ella es nombrar la vida en sus innumerables espejos y desatinos. En la hosquedad de la injusticia y en el resplandor de la inocencia. Desde los campos mágicos que Reina le construyó para que supiera que donde quiera que tropezara había alguna clave que le devolvería las ansias del vuelo, hasta los hondos canjilones de la criminología, que abordó desde la lágrima y no el castigo.

No es posible nombrarla sin detenerse en esa fuerza gigante y a la vez intangible que la movía en toda dirección, como una brújula, que marcaba los encantamientos y no las geografías. La diminuta estatura de su madre le consagró una dimensión que no se podía medir numéricamente. Y el amor que rigió su vida le entregó el candor que preside el primer beso.

No hubo oficio en el cual no derramara su indoblegable pasión de hacedora de alegrías. Nunca encajó en los cargos que ocupó porque no era la investidura la que dirigía sus acciones, sino ese afán aventurero de enderezar entuertos. 

Sabía siempre que hablaba un lenguaje más simple y sencillo que el de los científicos y los doctos. Se dirigía al corazón de un hombre devastado y violentado, buscando esgrimir un escudo capaz de detener la muerte.

En sus ojos el mar detuvo su oleaje para que toda lágrima se convirtiera en llovizna. Llevaba su huerto en la punta de los dedos y en esas manos en las que la madre le leía las señales de un tiempo pasado. Sabía que el porvenir se escribe sólo en el diario oficio de vivir.

Y sin embargo una lanza de titanio se le incrustó en el costado y el pájaro que era se le detuvo el vuelo.  Cómo imaginar entonces un ala detenida en el interior de un plumaje de fuego.

Lolita tomó por sorpresa los linderos del horizonte. Los traspasó y fue a sembrarse en un huerto distinto para ir a buscar las historias que no había contado.



Y allí la veo a cada instante desde mi aleros, con su sonrisa de siempre incendiando las nubes, pintando de violeta los días de bruma, ascendiendo por escalinatas florales hacia el territorio de sus ensoñaciones.

Las que les entregó a ti Dinorah y a ti Daniel, para que a su vez las traspasaran a los hijos y a los hijos de los hijos. Las que convirtió en caricias para ofrendarte, José Antonio. Las que te entregó Sarita, a modo de talismanes. Y por eso no hay manera de despedirla, ni siquiera de juntar la tristeza a sus nuevas aventuras.

Hay que ir a descubrir todos los espacios donde ella ahora habita, y tomar de sus manos los dones que no dejará jamás de entregarnos.

No hay duelo posible cuando la magia sobrepasa la realidad. La del árbol deshabitado que se engalana de nuevo. La del silencioso trayecto de la chicharra hasta alcanzar el breve instante de su canto. La del pez que no pierde su rumbo en la inmensidad de las aguas.

Y sé que ella, en este tiempo, sólo volverá a sonreír cuando ustedes sonrían con ella, atados al paisaje de sus ojos, al aroma de sus  abrazos y a la traviesa soledad de sus correrías.

Nos entregó un pájaro azul en cuyas alas ella está fundida como viento brisa aire tumulto de aguas, suspiro y porvenir. Porque, como dijo, si pervive en nuestras manos, sólo entonces podrá ella saber “si esos pájaros que desaparecen en un punto de los azules mezclados se van de verdad para siempre o alguna vez regresan.”

Los quiero con el alma
09 de diciembre del 2015
mery

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