A Pablo Neruda
12 de julio de 1904 - 23 de septiembre de 1973
Para enhebrar palabras
en un tejido sonoro
que alcance la estatura
del trino
debemos ser arquitectos
de las sílabas
ingeniero de los acentos
alfareros del aire
que en la garganta
se estremece hasta llegar
a ser suspiro saeta y beso
brisa leve para amainar
la pena
viento alto para desarmar
la ira
vendaval y tempestad
para sembrar en los pastizales
del cielo y de la tierra
la ternura necesaria
para construir la mesa
planetaria del hombre
servida de pan de espigas
aliñado con la sal
que el océano le ofrenda
a los lagos del mundo
y aromada de azahares y
confitura de pomarrosas
sobre el plato de una luna
relumbrante y eterna
mery sananes / floreceres / inédito
3 comentarios:
Pablo Neruda, Padre otoñabundo,
Catatumbo de sangre americana,
al fin el mundo supo de tu sombra
al borde de tus últimos latidos.
Vástago de raigambre diluviana,
interrogaste al tiempo en cada aurora
y frente al mar, clavada tu mirada,
velaste con tu propia rebeldía.
Fueron tus resistencias permanentes
y con todas las buenas intenciones
regaste por el orbe tu semilla.
Camarada, araucano obligatorio,
por el sol de tu sueño planetario
tendrás siempre una América en tu mano.
Pablo Mora
Tú eres tu presente, tu manzana: tómala de tu árbol, levántala en tu mano, brilla como una estrella, tócala, híncale el diente y ándate silbando en el camino. Tú eres tu camino, tu aldabón. Ándate silencioso, fraternal. Asegura, furente, la batalla. Elévate, soldado, en el fragor. A pesar del presagio, corre, vuela, en el viento, en la sierra, en la arboleda. ¡Tú sólo eres un sol, alienta, brilla! ¡Tú siempre tu presente, sueña, alumbra! ¡Sube a nacer conmigo, hermano!
PSA
al pie de la tormenta al pie del laberinto la palabra
afortunadamente allà en la muerte hay mucho de què hablar
P. M.
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