La libertad es alas,
es el viento entre hojas, detenido
por una simple flor; y el sueño
en el que somos nuestro sueño;
es morder la naranja prohibida,
abrir la vieja puerta condenada
y desatar al prisionero:
esa piedra ya es pan,
esos papeles blancos son gaviotas,
son pájaros las hojas,
y pájaros tus dedos: todo vuela.
Hoy diría como crítica a esos versos juveniles:
la libertad se disipa si no se realiza en un acto.
Como la paloma de Kant, para volar necesita vencer
la resistencia del aire y la atracción
hacia el suelo, la fuerza de la gravitación.
La libertad, para realizarse, debe bajar a la tierra
y encarnar entre los hombres.
No le faltan alas sino raíces.
Es una simple decisión –sí o no-
pero esta decisión nunca es solitaria:
incluye siempre al otro, a los otros.
La libertad es la dimensión histórica del hombre,
porque es una experiencia en la que aparece
siempre el otro.
Al decir sí o no, me descubro a mí mismo
y, al descubrirme, descubro a los otros.
Sin ellos, yo no soy.
OCTAVIO PAZ
1990
gentileza de Luis Montes
luisrmontes@cantv.net>
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