viernes, marzo 27, 2009
JUAN SEBASTIAN BACH SIEMPRE
foto /ms
Antes de que acabe este marzo y se venga en tumulto el abril, volvemos a traer al atril de las embusterías a Juan Sebastian Bach.
Al torrente de sus arpegios, a la caja sonora de sus cantatas, al despliegue arquitectónico de sus fugas, al estruendo de sus corales, al desasosegado suspiro que se cuela entre los metales de una flauta que le dibuja alas a la melancolía.
A la consagración de la vida que mana de sus Pasiones, la Misa en si menor, los motetes. Al preludio de cuerdas que antecede toda resurrección. Al tiempo porvenir que queda anticipado como una ofrenda en la conmoción de su Magnificat, o que se recoge en la circunferencia de los tubos que registran la tesitura de un órgano que no se silencia jamás.
Allí en ese país del alma, como lo designó Ana Magdalena, se inscribe el estatuto mayor del hombre. Hay que ir a él para descifrarlo, para desenvolverlo del polvo de las partituras y ponerlo a andar en los rieles de una travesía sin fin, que deje en cada territorio la siembra de un acorde, el hilo templado de una cuerda, que revele en su recorrido la esencia que habita en el corazón del hombre. A eso invitamos, una vez más.
EMBUSTERÍAS DE ANA MAGDALENA
JUAN SEBASTIÁN BACH, 257 AÑOS DESPUÉS
MAESTRO DE LOS ARCÁNGELES DEL VIENTO
Etiquetas:
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