Fragmento de documental de 25 minutos, escrito, dirigido y fotografiado por Andrea López, sobre la poetisa venezolana Elizabeth Schon. El documental fue producido por las Unidades Móviles de producción Audiovisual del CONAC en el 2005.
viernes, marzo 20, 2009
EMBUSTERÍAS DE ELIZABETH SCHON
Este fragmento del libro El abuelo, la cesta y el mar, de la poeta Elizabeth Schon, llegó a nuestros predios como los aguaceritos, soliviantando la ternura de la tierra, trazándole a los cristales la sonoridad de las lágrimas que aún no se han derramado.
Apareció como los dinosaurios retomando una memoria que sobrevivió los avatares de su tiempo de diluvios y marejadas.
Como una circunvalación inesperada que trajo una palabra-poema guardada desde hace mucho en los anaqueles que dan de comer a los niños.
Elizabeth Schon, ida apenas hace dos años a los cielos de su identidad, reaparece de manos de René Rodríguez Soriano, un poeta dominicano, enamorado de las lejanías, que va a toda marcha, sentimiento en ristre, echando anclas en las librerías de una ciudad alejada de su aldea, pero que sabe mucho de mares.
Y a través de esas aguas nos ha enviado como ofrenda un ramillete de espinas que, al decir del abuelo, son valles muy secos con sed de ríos y océanos, o simplemente un delirio de las ramas para retener la savia, que es al árbol o la flor, como la palabra al corazón que sabe de silencios.
Una nueva embustería para iluminar los afectos, trazarle coordenadas a la vida y hacer del suspiro, la espina alada que cuide los sueños de todos los niños que saben escuchar a los abuelos. MS
EL ABUELO, LA CESTA Y EL MAR (fragmento)
ELIZABETH SCHON
Había llenado mi cesta con espinas. Cogí una y se la di al abuelo. La espina era larga y tenía una punta muy aguda. El abuelo comenzó a acariciarla. --¡Cuidado, te puede herir! --le dije asustada pero rió y riendo me dijo:
--¿Por qué le temes tanto a las espina? Las espinas no son otra cosa que valles muy secos, muy áridos que, desesperadamente, buscan el agua fresca del río--. Y la colocó de nuevo en la cesta. Vi el mar, el mar era inmenso. Rápidamente cogí mi cesta llena de espinas y las lancé hacia la espuma totalmente poblada de sol y viento.
Soy insistente y le dije: --Si las espinas necesitan tanto del agua, ¿por qué no se aquietan cuando llueve?
--¿Te has olvidado que algunas nacen en las cortezas, en los tallos de ciertas plantas y árboles que, para ver el espacio, el sol, tienen que atravesar las marañas inmensas de las selvas?
Al día siguiente le repliqué: --¿Quiere decir que las espinas son necesarias?
El abuelo me acarició la frente: --A veces es difícil convencer con palabras --dijo-- por lo tanto, si te tropiezas con ellas, es mejor que te les acerques y no les temas; mira donde nacen, observa su corteza, lo agudo de su punta, lo ancho y largo del tallo, el ramaje que las sostiene y así sabrás, por ti misma, si son necesarias o si brotan para retener la sencilla savia de sus raíces. Cogí un erizo y le arranqué las espinas. Una pulpa, fresca y brillante, apareció en su concavidad y yo sólo miré el diamante que la corriente arroja hacia la orilla.
Fragmento de documental de 25 minutos, escrito, dirigido y fotografiado por Andrea López, sobre la poetisa venezolana Elizabeth Schon. El documental fue producido por las Unidades Móviles de producción Audiovisual del CONAC en el 2005.
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1 comentario:
Me encanta Elizabeth Schön, es tan sencilla y densa al mismo tiempo...
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