Alguien presente al momento de recibir el nuevo libro de Agustín Blanco Muñoz (ABM), apenas al ver el título exclamó: “Tétrico”.
Yo mismo quedé sorprendido por el título y de alguna manera acepté la opinión del visitante afirmando con movimiento de cabeza, pero dije: veamos su contenido.
Entonces, la sorpresa fue mayor. El historiador de lo actual complementa el título al escribir: “Cuentos y Testimonios”, algo que despertó más interés en mí búsqueda.
UN HERMOSO POEMA A LA VIDA
Pero, ni cuentos, ni testimonios. Lo que podemos afirmar es que el nuevo libro de ABM es un hermoso poema, un canto a la vida, al amor, a la tristeza y la muerte, más a esta última que a cualquiera de las otras variables.
Digamos que, en lo esencial, es una celebración del vivir
con dos agregados, la tristeza y el amor. El primero, efecto y presencia entre
nosotros en cada final de la existencia conocida. Y el segundo como esencia de
la vida y preludio insustituible en el tránsito a la muerte.
TENEMOS QUE APRENDER A VIVIR Y MORIR
El poeta reafirma su interés por la muerte desde los comienzos de su reflexión expuesta en ‘Ofrenda de música y vida’, ‘Pasadizos’, ‘Dígame’ y en el presente libro:
¿Quién niega que dedicamos más tiempo a pensar en la muerte que damos por segura que en la vida que no tenemos? (p.10)
¿Tenemos la vida deseada que planificamos en la medida en que vimos crecer nuestro andar o somos portadores de la nebulosa vida que nos impusieron desde poderes establecidos para someternos al desvivir? Esta interrogante es complementada con otra que se mantiene latente a lo largo del contenido del poema:
¿Debemos aprender a vivir para aprender a morir?
Aun considerando la muerte como el acto de mayor exaltación e importancia de la vida, “aprender a morir”, no es alternativa para el grueso humano. Porque si entendemos y sentimos la muerte como parte del proceso del vivir no nos resulta extraña ni simple cuestión de urnas.
LA VIDA DE HUELLAS Y CREACIÓN NO SABE DE FOSAS
Y así, cuando la vida asume la inmensidad no cabe en fosa alguna. Sigue la marcha de sus huellas precisas y objetivas, que no serán destruidas por ninguna muerte. Y el poeta llama a vivir la muerte incluso en el silencio que se acompaña de llantos, tristezas y recuerdos.
Entonces, según el título del libro y lo leído preguntamos: ¿Cuántas veces podemos morir mientras formamos parte de la Vida?
El poeta logró darnos la respuesta con su ejemplo, murió
tantas veces como muertos conocidos rompieron con la existencia. Cuando murió
el Negro, su madre, los abuelos, los hermanos, los amores de juventud, los
amigos, cuando murió cada uno de los hombres, mujeres y niños implicados con sus
pasos: su perro, el loro de Guinea.
“Nos conocimos una tarde de magia y misterios que nunca olvidaremos. El propio instante de mirarnos en el alma, nos acercó y juntó de manera definitiva (161).
¿Pero cómo asumir la vida y la muerte?
Creemos que “Georgina en Sombras” (202) es un buen ejemplo del poeta para intentar deslindar la vida y la muerte, “saber morir, ¿Una necesidad, un compromiso, una resignación?”
Habla tanto de la muerte el poeta, sin acusar culpable,
que se convierte en guardián del amor y la tristeza en defensa de la muerte,
poniendo por testigos a cada uno de los velatorios por los que ha pasado.
EL DOLOR IMPULSA AL POETA A CRECER SOÑAR
Y VIVIR
Concluida esta primera parte del canto a la muerte que se vuelve vida, el poeta suscribe el canto que se inicia en “La Casa de los Imanes” o de los muchos recuerdos, donde logra compenetrase en familia con la vieja estación del tren, donde Bertha ejerció su reinado y su dolor. Un tren, donde el niño y sus iguales mitigaban el hambre con lo que se podía extraer de la carga que transportaba los vagones. Y de allí salía, por ejemplo, el cambur del saboreo, el plátano de las brasas, los trocitos de auyama asada y el café guarapeado.
De esta manera el poeta logró juntar fuerzas para enfrentar las vicisitudes, alegrías y tristezas que le aguardaban en el Barrio ‘El Carmen’ o en ‘La Libertad’. En ese andar tuvo que soportar la muerte del hermano menor, de Adela, El Negro, la abuela, el hermano mayor, la madre o de amigos como El loco Ramón, la madama Anzola o el Guayacán.
Y por encima de tanto dolor, el poeta logró crecer y soñar. Y ya en el liceo comienza a resplandecer su apego al mensaje periodístico, histórico, musical o poético. Y llega el día en que va tras otras búsquedas ligadas al estudio y el hacer militante en la Juventud Comunista.
EN LA DÉCADA DE LOS SESENTA SE JUGÓ CON LOS IDEALES Y FUERZA DE LUCHA DE LOS JÓVENES
En medio del ambiente político convulsionado de inicio de los sesenta, el poeta viaja a la Universidad de los Andes (ULA), donde se inicia en la carrera de la abogacía, de la cual se aleja por sus compromisos militantes que le llevan a la lucha armada y específicamente a un supuesto frente guerrillero que estaría montado en el Páramo El Oso, La Azulita.
Pero una cosa era los sueños de libertad del poeta que deja todo, incluso se separa de padres, demás familiares, amigos y estudios, por ir a cumplir en la práctica con los ideales tantas veces proclamados. Sin embargo, no era verdad lo del tal destacamento guerrillero. Este era parte de los conocidos proyectos propagandísticos.
Y así, una buena tarde al poeta se llena de perdigones, a veinte o más horas del lugar donde se pudiera auxiliar al novato o aspirante a guerrillero, realiza pasantías por hospitales, bajo custodia policial y aún convaleciente engrosa la fila de prisioneros políticos en la cárcel pública de Mérida, en el fortín ‘El Vigía’ de La Guaira y en el castillo de Puerto Cabello donde es testigo y activista en el fallido intento del levantamiento cívico-militar del 02 de junio de 1962.
Después de muchas peripecias y contando con la ayuda de una madre del camino, logra salir de este escenario conmocionado. La suerte lo siguió acompañando y en medio de tropiezos logró llegar a la UCV.
SE LLEVÓ MUCHACHOS A LA MUERTE SIN QUE
NADIE SUPIERA EN NOMBRE DE QUÉ
Y con la ayuda de la FCU se reúne con Guillermo García Ponce ‘el jefe de la guerra’ y gran jerarca del PCV, quién, conocido su caso y condiciones físicas y anímicas le señaló que de inmediato ordenaría su traslado a las guerrillas de Oriente bajo la comandancia de Alfredo Maneiro, el mismo personaje que supuestamente comandaría en La Azulita y que nunca se presentó.
En esta oportunidad, vemos al poeta en rotunda negativa a cumplir con el mandato de la autoridad a la que expresa clara y abiertamente que no seguiría en la falsa y lamentable guerrilla en la que bajo engaño se está llevando muchachos, camaradas, incluso a la muerte sin que nadie sepa en nombre de qué.
Lo que sigue es la pasantía del poeta por la residencia estudiantil N°1 ‘Elías David La Rosa’ o Stalingrado, según Betancourt. Viviría en el tiempo de sus estudios en la Facultad de Humanidades, donde se gradúa como licenciado en Historia.
Como responsable de la JC en la residencia, se le
solicita aplicar esfuerzos para realizar persecución contra los llamados
divisionistas que ya no estaban con la línea de pacificación para liquidar la
lucha armada. Y por no cumplir con el mandato se le expulsa de la JC.
Duro golpe para quien había hecho de esa militancia una instancia muy querida, materialmente una escuela de vida en la que había estado y trabajado cerca de tres lustros. Y es así como al ex militante se le lanza a la labor de investigación, la historia actual y la docencia.
El poeta ABM ejerce como profesor en las escuelas de Historia, Bibliotecología, Sociología, Economía, Administración. Ingresa como personal del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Economía en 1967.
Obtiene más tarde el título de Doctor en Ciencias
Sociales, ejerce el profesorado en el curso de doctorado de la Faces y continúa
su labor de investigación y difusión al frente del Centro de Estudios de
Historia Actual y la Cátedra ‘Pío Tamayo’. Agreguemos a esto su labor
periodística cercana al medio siglo y la edición de sus libros que ya pasan de
cincuenta.
PARA EL POETA LA MUERTE ES LA CONDICIÓN
DE UN ESTADO QUE NOS DEVUELVE A LA VIDA
Y ahora, ante las perspectivas de una larga existencia y un hacer que ha conformado su presencia en la historia, el poeta escribe, tal vez a nivel de futura despedida:
“Y ya yo para el momento estaba con alegría de vida, amor
y permanencia, en los territorios de mi propia muerte. En el tropiezo y caída
final de mi presencia” (521).
El poeta presiente el morir en diferentes momentos de su vida. Muere con cada muerte que le toque el alma, su sensibilidad de geranio y carbón.
Y es precisamente esa condición la que lo lleva a la resurrección que le permite asumir el compromiso de la Historia Actual. Y en ese momento se siente en poder su mensaje que niega lo cantado a la muerte. Porque seguimos en la hora de asumir más fuerza y decisión para “luchar por la vida, el amor, la libertad” (516).
Mientras, al lector, ante la obra del poeta ABM, le queda una pregunta por hacer: ¿Acaso, con la vejez muere los sueños, los ideales, sensibilidad e imaginación?
“Así fue mi muerte”, es un libro que el autor de la contraportada, el pintor y profesor Antonio Cabezas, califica de ‘inusual’ en el texto de la contraportada. Y esto, seguramente, por la sostenida reflexión que hace el poeta sobre la muerte, junto al empeño de no enterrar en el olvido los seres queridos y sus huellas, sino rescatarlos para el más pleno vivir.
Y es que este portador de tanta sensibilidad se siente
morir con cada muerte que toca el alma de su vida, la alegría y el mañana.