lágrimas que se volvían azabaches
en el instante del dolor
que conducía a un morir que
no quisimos ver más allá
del sabor desesperado que se
colocaba en el recinto de las
maldiciones para arrinconarnos
en el regreso de las madrugadas
que convertían mi llanto
en látigo de negritud y soledad
de penas que brotaban del extravío
de amor que me dejó tu abandono
abm
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