Y ese día nos lanzamos a buscar
la risa que se detuvo en los viejos
pañuelos que se fueron bordando
en los tiempos sin huellas que
harían del encuentro lo
indispensable para que volviera a
nosotros el paisaje que nos habría de
quitar el sabor de gente de un mundo
extraño que quiso acercarse al cielo
para decirle a Dios que seguirían
buscando la vida que se les perdió en
las estrellas del silencio
que ya no responden en medio de la
soledad encargada de guardar el amor
en las propias celda de las goticas
de arena de los corazones que
nunca más se perderán
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