sábado, octubre 29, 2005
ALFABETO DE INVIERNO
NOVIEMBRE
Vestido de sepia
comienza este noviembre
adornado con los destellos
de una media luna
que dibuja en la noche
caminitos de trigo
se queda el azul
en los abriles
y el violeta en los mayos
mientras junio y julio
tapizan de oro
los verdes infinitos
que se siembran
en los retoños de las hojas
comienza con un verso
esta alada estación de la vida
con su alfabeto de invierno
y su bullicio de aguacero
iniciando su ritual
en el círculo ocre
de los ojos encendidos
de una paraulata montañera
para cabalgar en creciente
hasta fabricarle con hilos
de plata un oleaje
de niebla y un abrigo
de luceros a las mañanitas
de diciembre
mery sananes
decires de otoño
Powered by Castpost
Leer mas!
Etiquetas:
MS - Decires de Otoño
miércoles, octubre 26, 2005
LOS CAMINITOS DE AGUA
Los caminitos
de agua
que se dibujan
sobre las hojas
son las embusterías
de amor
por las que galopa
la vida
desde el andén
vertical
de los tallos
hasta el vértice
infinito de la flor
Mata
El Libro delChipili
26/10/05
sábado, octubre 22, 2005
EN LA BRISA ALADA DE TUS SUSPIROS
embusterias de agua
son las que bocherini
dibuja en sus fandangos
para que las cuerdas
hagan estallar su alegría
una y otra vez
en la brisa alada
de tus suspiros
son las que bocherini
dibuja en sus fandangos
para que las cuerdas
hagan estallar su alegría
una y otra vez
en la brisa alada
de tus suspiros
Luigi Bocherini
1748-1805
El Libro del Chipili
Mata
22/10/05
El Libro del Chipili
Mata
22/10/05
Etiquetas:
MS El Libro del Chipili,
MS Embusterías
viernes, octubre 21, 2005
martes, octubre 18, 2005
MATEO MANAURE EN SUS 79 AÑOS
Este escrito tiene dos años. Lo reproducimos, hoy, en ocasión de cumplir Mateo sus 79 años, porque tiene la misma vigencia que entonces y para celebrar, una vez más, una obra cuyo sentido y contenido trasciende sus lienzos, para ir a tocar la capacidad de creación y de magia que anida en el interior de cada hombre.
Como si se fraguara en ella la dilatada pupila de quien vio por primera vez crecer en tallo una semilla, para hacerse artífice del pan. Como si hablase por el asombro que se tejió en el corazón del hortelano cuando vio reflejarse sobre los suelos de su tierra, los infinitos colores de la noche y del día. Como si le hubiese sido dado reconstruir en sus cuvisiones, sus horizontes verticales y sus simétricas asimetrías, las rupturas de una vida que en sus requiebros, siempre se aglutina otra vez, en parábola y porvenir.
Este joven de 79 años emprende hoy nuevos vuelos en sus pinceles. Tal vez una síntesis de todo lo anterior, tal vez un nuevo estallido de vida, en estos tiempos desolados. Tal vez, otra vez, la luz para desenmascarar las oscuranas. Siempre, una ofrenda a la vida, que se cuela subversiva y rebelde, entre tanto vacío y destrucción.
UN SUELO PARA EL HOMBRE DONDEQUIERA QUE ESTE
El suelo al que pertenece Mateo Manaure, desde hace 77 años, no es para él un simple dato geográfico. Es el territorio donde escudriña e investiga para encontrar, en pinceladas, en trazos, en hebras de color, la dimensión mágica de la tierra a la que pertenece el hombre, dondequiera que esté. Desde 1947, cuando obtiene el Premio Nacional de Artes Plásticas hasta hoy, Mateo ha delineado una obra que va desde la figuración hasta la abstracción. Pero ¿quién diferenciará el tránsito entre la línea que delimita la forma y la que la subvierte para retomarla en otra instancia y dimensión?
DIO RESPUESTA A LA TRISTEZA DE LA TIERRA
Mateo, desde sus rostros hasta sus policromías, dio respuesta a la tristeza de la tierra con una sinfonía de colores que tiene como objetivo despertar al hombre a la hazaña de construir una casa para todos. Tal vez por eso, y en la visión de quien no domina ni conoce la plástica, sino como receptora de una obra de creación, los Suelos de mi tierra son la mayor ofrenda de Mateo al porvenir.
SEMBRO EN SUS OBRAS LOS SUEÑOS DEL HOMBRE
En esa labor de inventar y recrear texturas, tonalidades, trazos, Mateo se sembró en su tierra para recrear el proceso que va desde la galería subterránea que nutre los ocres de las raíces hasta el vuelo luminoso de espigas violetas extendidas sobre el amarillo girasol de los mediodías. Como si pudieran germinar en esos suelos todo los sueños del hombre. Navegar en ellos, detenerse a hacer un surco entre sus pliegues para una floración colectiva, es inventar el porvenir. Como si en su corazón hortelano Mateo hubiese podido transmutar los grises en sepias, las sombras en auroras, los pozos en cauces de ríos color de amapolas.
PINTAR EL ALMA DEL COLOR DEL AMOR
Allí está la clave y el designio. La raíz desde donde el hombre puede retomar su función floricultora, su oficio de constructor de vida, su labor de creador de armonías. Quien se asoma a esos suelos, se le pinta el alma del color del amor que esparcen por la tierra los eternos enamorados de la vida. Y Mateo es uno de ellos. Desde la noche de luciérnagas y silencios que le hicieron brotar todo el asombro, desde los confines de la madre, que lo nutrió con los deberes del río y el rocío de los pastos, desde los pájaros que colmaron sus cielos con sus alas color naranja, Mateo es un niño que todavía juega a combinar los pasteles para inventarle un nuevo arrebol a la tarde.
TAPIZ IRREVERENTE LANZADO AL PORVENIR
Lo que nos ha entregado es un trozo de suelo, como quien dice un espacio de sueño, que nos toca componer, cultivar y desarrollar. Tenemos sus alas de color para volar tan alto como queramos. Su batalla persistente con la línea, el ángulo y el infinito que se disuelve sin que haya un horizonte entre suelo y cielo. Tan sólo una amalgama, tapiz irreverente que algún día cubrirá la tierra con su risa.
AQUÍ PERMANECE VERTICAL ENASTADO AL PAISAJE
Aquí está, entre nosotros, de pie y vertical como en cada uno de sus días, enastado a su río, su tierra, su paisaje, trabajando persistentemente para producir más hebras desde su corazón, más follaje desde el bosque de sus sentimientos, más dimensiones al violeta. Aquí está y nosotros, desde la Cátedra Pío Tamayo, le enviamos nuestro afecto y nuestro saludo.
ENTRE SUS MANOS SE BORDA LA ALEGRIA
Invitamos a quienes lo conocen a volverse a mirar en el espejo de sus ocres, en la policromía de sus columnas, en los espacios de sus cuvisiones, en los rostros azules, en los murales y vitrales que juegan a robarle la luz al sol. Y a quienes no lo conocen, que lo busquen, que pregunten por él, que se informen, que hay entre nosotros un hombre sencillo y puro de corazón, que pasa silencioso entre la gente, mientras entre sus manos se bordan los colores de todas las alegrías.
FESTEJEMOS SUS AÑOS INFINITOS
Festejemos y celebremos pues a Mateo, en esta fecha en que cumple 77 años, que no es más que un lapso brevísimo del tiempo infinito que este permanente recolector de alas de pájaros, de piedras de río, de las partículas diminutas que guardan los lechos primigenios de la tierra, le ofrenda a la humanidad, envueltos en los hilos de amor de su eterno corazón niño.
mery sananes / octubre 2003 / octubre 2005
Etiquetas:
MS - Mateo Manaure
viernes, octubre 14, 2005
HOY TE VI
Hoy te vi
mariposita azul
colgada
en el copito
de mis respiraciones
agustin blanco muñoz
serie mariposidades
Etiquetas:
ABM Mariposidades
sábado, octubre 08, 2005
LOS RECADOS DEL SOL
embustería
es el arco que trazamos
es el arco que trazamos
cada día
entre el naciente
y el poniente
para deletrear
y el poniente
para deletrear
los recaditos del sol
Mata
Libro del Chipili
10 / 08 / 05
Leer mas!
Mata
Libro del Chipili
10 / 08 / 05
Etiquetas:
MS El Libro del Chipili,
MS Embusterías
miércoles, octubre 05, 2005
PÍO TAMAYO - EL PAPAGAYERO DE LA LIBERTAD
PIO TAMAYO
EL PAPAGAYERO DE LA LIBERTAD
Esta es la historia de un papagayo. ¿De un papagayo?... Caramba, dicho así, con esa voz, parece una cosa seria. ¡Por supuesto que lo es! ¿Pero quién dijo que un papagayo puede tener historia? Tienes razón... sí... la historia la hacen los hombres, no puede decirse que un papagayo tenga o haga historia...
Pero hay que decir que el nuestro es un papagayo de historia porque está en la propia vida de un hombre que se sentía y era papagayo.
Un soñador que desde muchachito entendió que la única posibilidad que tenía para andar para arriba y para abajo, de hacienda en hacienda, aventura en aventura, o país en país, era utilizando el volador. No hay rincón del mundo en el cual no pudiera aterrizar.
Esto se lo enseñaron unos titiriteros que una tarde acamparon en un lugar cerca de su casa. Ellos venían de tierras lejanas y su misión en la vida era hacer reír a los niños y a la gente grande con aquellos hermosos personajes que movían con un hilo mágico cada mañana.
El niño, que se llamaba Pío, se sintió tan emocionado y maravillado con los titiriteros que se quedó con ellos muchas horas para aprender el arte de la muñequería.
Así un día, cuando los titiriteros movían a uno de sus personajes, el hilo que lo retenía sobre las tablas se rompió y el personaje comenzó a subir y a subir, en vez de bajar y bajar hasta caerse. Tanto ascendió que primero se convirtió en una nube y luego en una gota de agua. Sus manos se volvieron alas multicolores y su cuerpecito vestido de trapo, se llenó de palabras que tenían alas y que llenaban el cielo con una música muy hermosa.
Pío quedó tan encantado con aquel accidente de los titiriteros, que se fue a su casa para convertirse en un fabricador de papagayos. Si les doy mucho hilo podrán volar por todo el mundo, y si les dibujo colores brillantes y hermosos podrán vestir el cielo de alegría. Y los niños podrán tener uno cada uno, para irse volando en su risa hasta los confines donde nace el amor.
Pío sintió que había nacido a la vida, que comenzaba en aquel momento la verdadera misión a cumplir: la de ser floricultor de hazañas y repartidor de papagayos.
Y fue tanto el apego a los voladores que un día se decidió a fundar la empresa del papagayo. Su nombre: La Casa del Volador de la Libertad... Rápidamente se corrió la voz. De muchas partes empezaron a venir niños y adolescentes en procura de estos papagayos que no sólo volaban sino que tenían la magia de la libertad.
Hay quien dice que estos papagayos no sólo tenían bellos y elegantes colores, sino que, además, tenían el signo de las palabras con las cuales podían protestar.
Cada vez que subía uno de estos voladores se sabía que vendrían palabras. ¿Y qué dirá ese papagayo? ¿Y qué dirá el otro?
La casa de los papagayos voladores y habladores crecía y crecía...
Un buen día el cielo de El Tocuyo amaneció tomado por los voladores, es decir, tomado por los proclamadores de la libertad.
¡La que se armó fue soberana!
Las autoridades se preguntaban: ¿Y qué vamos a hacer con tantos y tantos papagayos en vuelo? ¿Cómo es posible que ahora todo el mundo se aficione y no quiera hacer más nada sino volar papagayos?
Y mientras las policías acordaban una política antipapagayos, los papagayos aumentaban. La casa del volador de la libertad se vio obligada a establecer algunas sucursales porque la gente estaba como poseída por el papagayismo.
Todo el mundo andaba en vuelo permanente de libertad, de amor y de solidaridad.
Para la policía no había más remedio que comenzar a ver el asunto con preocupación. ¡Esto ya no me está gustando! dijo el jefe del organismo...
Fue entonces cuando se dispuso a entrar a combatir a los papagayos de la libertad. El régimen dispuso de todos sus recursos para poner a volar los antipapagayos del orden. En su cola se les armó de filos cortadores para que procedieran a dañar y derribar a los voladores de la libertad.
La guerra se hizo cada día más fuerte. Los papagayos de la libertad no cedían. Cada vez era más los que emprendían vuelo y lanzaban sus proclamas libertarias. La desesperación policial crecía.
Llegó el día en que era tal la toma que habían hecho los papagayos del pueblo que ya no fue posible más contemplación. Se ordenó apresar al jefe del taller de los papagayos de la libertad. Era un joven, indio tocuyo él, que solía decir que aún en el instante supremo de la muerte estaría sonriendo en el vuelo multicolor de un papagayo. La noticia de la prisión del papagayero se difundió y el efecto fue increíble: ya no hubo gente del pueblo que no emprendiera el camino del levantamiento de papagayos.
Ahora sí que nada detendría la protesta voladora, de la libertad.
Los verdugos se consideraban cada vez más irrespetados y ofendidos.
Los papagayos seguían haciendo discurso de protestas y magias de creación y libertad.
El régimen se sintió muy amenazado por la insurgencia de los papagayos y acordó medidas extremas. Ya se había puesto preso a Pío, el Jefe el papagayero. Pero resulta que los papagayos seguían volando y hablando igual. En vez de disminuir se multiplicaban más y más. Y esto ponía muy nervioso al jefe de la policía.
Pío fue enviado a una prisión muy oscura y a una celda donde no entraba la luz ni el viento. De este modo se impedía que se siguiera el volar de tantos y tantos papagayos.
Pero los guardias se sorprendieron cuando vieron que de pronto los muros de aquel viejo castillo, se iban llenando de colores.
Resulta que Pío hizo un trato con las piedras. Les dijo que si ellas querían, en vez de estarse allí, apretadas unas contra otras, formando la pared de la prisión, podían vestirse con el color de los papagayos, tomar su aliento y sus hilos y salir a volar.
Todos los cauces de las aguas de piedras se volverían piedras de vuelo, especie de mágicos cometas que en vez de ascender hacia las nubes, buscan un manantial, donde emprender su viaje hacia el mar. Por supuesto, esto enfureció más aún a los carceleros y a la policía.
Hay que dar un escarmiento -dijeron- e inventar una situación en la cual se pueda explicar la liquidación del papagayero de la libertad, ahora en prisión.
¡Ahora resulta que hasta las piedras se convierten en papagayos!
Las fuentes oficiales no tardaron en informar: el papagayero de la libertad trató de escapar de la prisión, en un aventurero vuelo. No atendió la voz de alto y hubo que dispararle con armas largas.
Pero las balas no pudieron quitarle la vida al cuerpo porque estaba totalmente hecho de papagayos que sentían, hablaban, vivían y se reían de quienes creían que era posible matar el papagayo de la libertad o la libertad del papagayo.
Lo que si se consiguió fue el estallido de miles y miles y miles de papagayos en el espacio de los cielos, las aguas y las piedras.
El peligro cada día fue mayor. Por todas partes el vuelo de la libertad haciendo temblar la ignominía, la tortura, el asesinato.
Y un buen día, era tal la amenaza de los miles de papagayos de la libertad, que las policías decidieron desertar para obligar al gobierno central a que viniera a controlar la situación...
Desde entonces, Pío utiliza y difunde el arma papagayo y dicta talleres de libertad en los andenes de todos los pueblos donde hay niños que no ríen.
Y trabaja con afán y con tesón porque sabe que, por encima de toda tiranía, cuando todos aprendamos a volar los papagayos de la libertad en los hilos hechos de amor, habremos desterrado el miedo y la injusticia del mundo, por siempre y para siempre.
EL PAPAGAYERO DE LA LIBERTAD
Esta es la historia de un papagayo. ¿De un papagayo?... Caramba, dicho así, con esa voz, parece una cosa seria. ¡Por supuesto que lo es! ¿Pero quién dijo que un papagayo puede tener historia? Tienes razón... sí... la historia la hacen los hombres, no puede decirse que un papagayo tenga o haga historia...
Pero hay que decir que el nuestro es un papagayo de historia porque está en la propia vida de un hombre que se sentía y era papagayo.
Un soñador que desde muchachito entendió que la única posibilidad que tenía para andar para arriba y para abajo, de hacienda en hacienda, aventura en aventura, o país en país, era utilizando el volador. No hay rincón del mundo en el cual no pudiera aterrizar.
Esto se lo enseñaron unos titiriteros que una tarde acamparon en un lugar cerca de su casa. Ellos venían de tierras lejanas y su misión en la vida era hacer reír a los niños y a la gente grande con aquellos hermosos personajes que movían con un hilo mágico cada mañana.
El niño, que se llamaba Pío, se sintió tan emocionado y maravillado con los titiriteros que se quedó con ellos muchas horas para aprender el arte de la muñequería.
Así un día, cuando los titiriteros movían a uno de sus personajes, el hilo que lo retenía sobre las tablas se rompió y el personaje comenzó a subir y a subir, en vez de bajar y bajar hasta caerse. Tanto ascendió que primero se convirtió en una nube y luego en una gota de agua. Sus manos se volvieron alas multicolores y su cuerpecito vestido de trapo, se llenó de palabras que tenían alas y que llenaban el cielo con una música muy hermosa.
Pío quedó tan encantado con aquel accidente de los titiriteros, que se fue a su casa para convertirse en un fabricador de papagayos. Si les doy mucho hilo podrán volar por todo el mundo, y si les dibujo colores brillantes y hermosos podrán vestir el cielo de alegría. Y los niños podrán tener uno cada uno, para irse volando en su risa hasta los confines donde nace el amor.
Pío sintió que había nacido a la vida, que comenzaba en aquel momento la verdadera misión a cumplir: la de ser floricultor de hazañas y repartidor de papagayos.
Y fue tanto el apego a los voladores que un día se decidió a fundar la empresa del papagayo. Su nombre: La Casa del Volador de la Libertad... Rápidamente se corrió la voz. De muchas partes empezaron a venir niños y adolescentes en procura de estos papagayos que no sólo volaban sino que tenían la magia de la libertad.
Hay quien dice que estos papagayos no sólo tenían bellos y elegantes colores, sino que, además, tenían el signo de las palabras con las cuales podían protestar.
Cada vez que subía uno de estos voladores se sabía que vendrían palabras. ¿Y qué dirá ese papagayo? ¿Y qué dirá el otro?
La casa de los papagayos voladores y habladores crecía y crecía...
Un buen día el cielo de El Tocuyo amaneció tomado por los voladores, es decir, tomado por los proclamadores de la libertad.
¡La que se armó fue soberana!
Las autoridades se preguntaban: ¿Y qué vamos a hacer con tantos y tantos papagayos en vuelo? ¿Cómo es posible que ahora todo el mundo se aficione y no quiera hacer más nada sino volar papagayos?
Y mientras las policías acordaban una política antipapagayos, los papagayos aumentaban. La casa del volador de la libertad se vio obligada a establecer algunas sucursales porque la gente estaba como poseída por el papagayismo.
Todo el mundo andaba en vuelo permanente de libertad, de amor y de solidaridad.
Para la policía no había más remedio que comenzar a ver el asunto con preocupación. ¡Esto ya no me está gustando! dijo el jefe del organismo...
Fue entonces cuando se dispuso a entrar a combatir a los papagayos de la libertad. El régimen dispuso de todos sus recursos para poner a volar los antipapagayos del orden. En su cola se les armó de filos cortadores para que procedieran a dañar y derribar a los voladores de la libertad.
La guerra se hizo cada día más fuerte. Los papagayos de la libertad no cedían. Cada vez era más los que emprendían vuelo y lanzaban sus proclamas libertarias. La desesperación policial crecía.
Llegó el día en que era tal la toma que habían hecho los papagayos del pueblo que ya no fue posible más contemplación. Se ordenó apresar al jefe del taller de los papagayos de la libertad. Era un joven, indio tocuyo él, que solía decir que aún en el instante supremo de la muerte estaría sonriendo en el vuelo multicolor de un papagayo. La noticia de la prisión del papagayero se difundió y el efecto fue increíble: ya no hubo gente del pueblo que no emprendiera el camino del levantamiento de papagayos.
Ahora sí que nada detendría la protesta voladora, de la libertad.
Los verdugos se consideraban cada vez más irrespetados y ofendidos.
Los papagayos seguían haciendo discurso de protestas y magias de creación y libertad.
El régimen se sintió muy amenazado por la insurgencia de los papagayos y acordó medidas extremas. Ya se había puesto preso a Pío, el Jefe el papagayero. Pero resulta que los papagayos seguían volando y hablando igual. En vez de disminuir se multiplicaban más y más. Y esto ponía muy nervioso al jefe de la policía.
Pío fue enviado a una prisión muy oscura y a una celda donde no entraba la luz ni el viento. De este modo se impedía que se siguiera el volar de tantos y tantos papagayos.
Pero los guardias se sorprendieron cuando vieron que de pronto los muros de aquel viejo castillo, se iban llenando de colores.
Resulta que Pío hizo un trato con las piedras. Les dijo que si ellas querían, en vez de estarse allí, apretadas unas contra otras, formando la pared de la prisión, podían vestirse con el color de los papagayos, tomar su aliento y sus hilos y salir a volar.
Todos los cauces de las aguas de piedras se volverían piedras de vuelo, especie de mágicos cometas que en vez de ascender hacia las nubes, buscan un manantial, donde emprender su viaje hacia el mar. Por supuesto, esto enfureció más aún a los carceleros y a la policía.
Hay que dar un escarmiento -dijeron- e inventar una situación en la cual se pueda explicar la liquidación del papagayero de la libertad, ahora en prisión.
¡Ahora resulta que hasta las piedras se convierten en papagayos!
Las fuentes oficiales no tardaron en informar: el papagayero de la libertad trató de escapar de la prisión, en un aventurero vuelo. No atendió la voz de alto y hubo que dispararle con armas largas.
Pero las balas no pudieron quitarle la vida al cuerpo porque estaba totalmente hecho de papagayos que sentían, hablaban, vivían y se reían de quienes creían que era posible matar el papagayo de la libertad o la libertad del papagayo.
Lo que si se consiguió fue el estallido de miles y miles y miles de papagayos en el espacio de los cielos, las aguas y las piedras.
El peligro cada día fue mayor. Por todas partes el vuelo de la libertad haciendo temblar la ignominía, la tortura, el asesinato.
Y un buen día, era tal la amenaza de los miles de papagayos de la libertad, que las policías decidieron desertar para obligar al gobierno central a que viniera a controlar la situación...
Desde entonces, Pío utiliza y difunde el arma papagayo y dicta talleres de libertad en los andenes de todos los pueblos donde hay niños que no ríen.
Y trabaja con afán y con tesón porque sabe que, por encima de toda tiranía, cuando todos aprendamos a volar los papagayos de la libertad en los hilos hechos de amor, habremos desterrado el miedo y la injusticia del mundo, por siempre y para siempre.
ABM
Leer mas!
Etiquetas:
ABM - Pío Tamayo
domingo, octubre 02, 2005
EN EL BUCO DE LOS SUEÑOS
las embusterías de clementina
seguirán empeñadas en alcanzar
la hondura de los pozos
para esparcir en sus hilos de agua
aroma de azucenas
y gajitos de porvenir
que quedarán sembrados
en el buco de los sueños
y en la raíz de las mariposas
que retoñan en los solares
de las despedidas del amor
de los infinitos
Etiquetas:
MS - Clementina Tamayo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)