este enlace lo llevará a un paseo espacial por la superficie
en tensión de azules iridiscentes
que se vuelven paleta gigantesca de
colores que llenan los estantes
de nuestra casa donde nace el dulzor
en los nísperos de los aguaceritos
Melancolía de los rostros que no dejan
su huella sobre esos espacios sin suspiros
de la piel que guarda su aroma
en el arcoiris de las uvas que el sol
le siembra a las lechugas
del enternecimiento
Desasosiego por los anocheceres
que no se duermen
bajo los velámenes de la luna
por las sonrisas que no se derraman
sobre el viento para llenarlo
de pájaros de amor en flor
que deambula por los campos
con su techo de hojarasca para regalarle
oxígeno al universo
Oquedad del polvo que se arremolina
sin otro paisaje que su mismo arenal
como si no hubiese existido nunca
la hierba la pomarrosa o el jazmín
Y entonces sobreviene
la exultación de la vida que nos
fue entregada en custodia
en especies de mar en arrecifes de cielo
en consagraciones de risas
que aún no se escuchan
en plenitud de granos que convocan
la alquimia de la piedra
que los convertirá en pan de jobo
en resurrección de trigo y de maíz
que en las manos alfareras del hombre
da de comer a las mariposas de astromelias
¿Será que ese planeta rojo
es el espejo de lo que el ojo no ve
el testamento silencioso y vacío
de la ausencia de color
sobre el verde que se apaga
a minuto por hora
mientras insistimos en habitar
el oscuro túnel de los fusiles
y el intrincado pozo de
nuestras propias inutilidades?
L.V. Beethoven / Sinfonía No. 7 / 2do movimiento
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