martes, enero 13, 2009

EMBUSTERÍAS DE RON RIVERA


Ron Rivera, tal como lo expresan los escritos aquí recogidos, fue un hombre excepcional. Precisamente por ser un hombre común, con sentimientos comunes, con una ternura y un sentimiento de amor hacia los suyos, que son todos los que habitan el planeta, común al hombre puro y sencillo, que adviene a la vida con su equipaje de creación, de magia, de capacidad de trabajo, entrega y sueños. Y que además los echa a andar como una maquinaria de belleza, dispuesta a socavar los precipicios y a inventar el agua fresca, donde sólo hay impurezas.


Ceramista y creador, conoció del barro mucho más que esa tierra moldeable capaz de hacer ladrillos para construir casas, cántaros para dar de beber, vasijas para cargar los granos, cazuelas para cocer el pan de los milagros. Como si pudiera alcanzar sus estructuras más diminutas, hizo de sus partículas un filtro simple y común, capaz sin embargo de salvar tantas vidas como gotas caben en sus cuencas. 

Y se dedicó a recorrer el mundo llevando en sus manos la enseñanza, la técnica, la necesidad de sanear el agua, como si con ello pudiera librar a los organismos del hombre de todo lo que corroe y lastima. Una vida para la celebración festiva, entre padecimientos y dolores hondos, como la imposibilidad de alcanzar la risa de los niños lejanos con un abrazo que no concluye.

Ron Rivera tuvo como compañera, en parte de su vida, a Kathleen McBride. Un ser luminoso y extraordinario a quien le tocó experimentar dos pérdidas iguales en su dimensión. Antes de encontrarse con Ron, Katy había juntado sus andanzas con otro ser maravilloso: Joseph Power. Un fabricante de sueños, un encendedor de lámparas de tierra, un salmista en medio de la devastación que sembraba sonrisas, donde sólo había aridez.

Anduvo en Venezuela por los barrios de La Vega dejando en cada solar sus ganas de construir un tiempo mejor. Hasta que un día, después de muchas tristezas y sinsabores, de haber dejado esperanzas e ilusiones en una fábrica comunitaria de zapatos, que no calzaron en el corazón de sus utopías, se fue a Nicaragua a seguir sus andanzas aventureras de ofrenda y resurrección.

Un día de diciembre el bus en el que viajaba se lo robó a la vida y a la alegría, y su sonrisa regresó a la tierra, para seguir en sus afanes hortelanos. Katy quedó en un hangar sin vuelos ni pasajeros, tomada de los hijos, inventándole un lugar al consuelo que no tendría.

Y de pronto vino Ron Rivera, complemento y hermano de Joe en su hacer y dedicación, a recorrer lo misma entrega a la causa del hermano que no tiene ni el cauce del agua ni la copa que da de beber, para otorgarle otra vez sentido a la silenciosa odisea de sobrevivir tiempos obscuros.

No se podía imaginar Katy que también a destiempo la tierra se lo llevaría, con sus secretos, su magia, sus esplendores. Y sin embargo, tuvo el privilegio, la alegría dimensional de haber compartido con dos seres excepcionales, de cuya estatura humana estará hecha la historia por venir. 

No podíamos entonces dejar de traer a Ron Rivera al espacio de estas Embusterías, casa de Joe, para que engalane nuestro decir, enriquezca nuestra ilusión, nutra nuestras propias rutas con sus señales de amor.

Recopilamos cuatro papeles que hablan de él y de lo que dejó en el corazón de quienes lo conocieron, con el propósito de que tenga otra estafeta desde donde seguir sus episodios de agua, en estos días de profunda sequía.  MS



RON RIVERA
UN VENDAVAL QUE CAMPEA EN NUESTRA MEMORIA


El ceramista Ron Rivera murió el 3 de septiembre en Managua, escasos días pasado sus sesenta años, de un paro cardíaco, resultado de una virulenta malaria contraída en Nigeria una semana antes. Había estado en un pueblo montando una fábrica de filtros de agua.

La fabricación de esos filtros de cerámica, inventados por el químico guatemalteco Fernando Mazariegos, fue perfeccionada por Ron y había montado treinta fábricas alrededor del mundo.

En su tintero se quedaron setenta fábricas más en decenas de países. 1.5 millones de personas de escasos recursos gozan de agua limpia debido a los esfuerzos de Ron, y miles de campesinos se ganan la vida haciéndolos. 

Ron fue además un consultor incansable que capacitó en todos los continentes del mundo a comunidades de alfareros en técnicas y tecnologías mejoradas. Se desplazaba por Centroamérica en un picó viejo con la palangana llena de herramientas para la alfarería, muchas de ellas inventadas por él y construidas a cuenta propia en talleres industriales en Managua. 

Llevaba siempre una laptop y una cámara de video, y documentaba cuánto ceramista encontraba en su camino. Los entrevistaba y conocía sus productos, sus técnicas, sus genialidades y sus carencias, y sin excepción les enseñaba a ser mas eficientes, a mejorar sus mezclas de barro, sus formas de quemar producto. 

Con sus manos curtidas de artesano enseñaba a hacer moldes, a construir hornos de leña, de gas, eléctricas, hacía más eficientes las líneas de producción, mejoraba fórmulas de esmaltes, hizo todo lo que fuera para contribuir a mejorar sus capacidades y consecuentemente a mejorar sus ingresos. 

Llevaba sleeping para dormir donde fuera y comía lo que le fue convidado por los artesanos. Jamás conocí a alguien menos interesado en su propia comodidad. Sus viáticos permitían que se hospedara en hoteles de $100 la noche, pero jamás dejó que le llevara a un hotel que costara más de $20. 

Le encantaba comer, y se daba gusto en los mercados, en los comedores de pueblo, panzón, barbudo, un autodenominado “viejo hippy” norteamericano de clase media, que llegó a Managua para aportar a la Nicaragua libre y luego cayó de por vida en desencanto con la clase política mundial. 

Hablaba al ritmo que se movía, a chorros, su humor (agudo, irónico, pero nunca hiriente) a flor de piel, como su inteligencia y humanidad, siempre con un ojo en el reloj porque sentía que le robaba tiempo a los artesanos. 

Todo lo ahorrado en hoteles, restaurantes, aviones, lo invertía en el proyecto de filtros, o en las carencias de las comunidades de alfareros. No una vez, varias, lo supe madrugar en San Antonio Palopó para iniciar la construcción de un horno, venia a Guate para capacitar a artesanas en Chinautla en el uso de otro horno que recién había construido, o una extrudora de su diseño, y regresaba a Atitlán en la noche para volver a echar punta, pasando por El Tejar para subir a su picó 200 ladrillos que iban a hacer falta allá. 

Como por premonición de que sus días no le serian suficientes, Ron no supo descansar, ni domingos ni feriados ni los días que llegaba de largos periplos. 

Una de las ultimas veces que lo vi, preparaba su regreso a Managua para agarrar vuelo a Vietnam, pero como quería escribir uno de sus reportes exhaustivos e incisivos sobre lo que acababa de cumplir y las actividades de seguimiento necesarios, había contratado a un joven indígena para que piloteara el pico mientras Ron tecleaba el reporte en su laptop las 14 horas de regreso a Managua. 

Debió regresar aquí en octubre. Quienes tuvimos el privilegio de trabajar con el jamás lo imaginamos quieto, y ahora es un vendaval que campea en nuestras memorias y en los talentos que tanto nutrió en su breve paso.

Para más información sobre Ron Rivera y el proyecto de filtros de agua, visite www.pottersforpeace.org.

IAN GONZÁLEZ



TAN BRILLANTE COMO UN SOL

En nuestro largo trajinar por los caminos del mundo tenemos la oportunidad de conocer a muchas personas. Algunas llegan, pasan y salen rápidamente de nuestras vidas y la memoria no logra retenerlas, otras llegan a nuestras vidas con una fuerza meteórica y abren un cráter que nos marca para siempre. 

Ron Rivera pertenecía a ese grupo de personas que un día llegan, nos atrapan y pasan directamente a instalarse en nuestros corazones. Era prácticamente imposible seguir siendo la misma persona después de conocer a Ron. 

Sin lugar a dudas Ron Rivera era un ser extraordinario llegado a nuestro planeta para sacudirnos con la fuerza de un Richter 10 y demostrarnos con el ejemplo de su vida cual seria el nuevo escalón de la evolución humana. Fue verdaderamente la encarnación del futuro, la esperanza y la solidaridad, expreso con su vida la parte más luminosa y pura de la especie. 

Su nivel de desprendimiento, humildad y amor a los demás estaban a la altura de una persona que a logrado escalar las cumbres mas altas de la espiritualidad. Y tal como dijo su esposa Kathy el profesaba la religión del amor, que es la religión de una civilización en la cual seamos una sola familia planetaria.

No es posible imaginarnos a Ron sin una sonrisa en sus labios, perecía con su sonrisa haber encontrado en esta tierra el secreto de la alegría, el secreto del amor.

Era el secreto que estaba en el principio del mundo, cuando el Gran Artesano tomo un poco de barro y lo lleno de vida con el soplo del amor… 

Y tuvimos el privilegio de ser testigos de como Ron aparecía ahí, entre los mas pobres, en cualquier rincón del mundo con el barro hecho filtron entre sus manos y con el soplo de la solidaridad realizaba el milagro de transmutar agua con microbios en agua para la vida. 

Salvar vidas fue su destino, su vocación, su sueño. Con su trabajo rescato a muchísima gente de las garras de la muerte. De Ron puede decirse que al cumplir su propósito en esta tierra realizo su destino y que al dar su vida por los demás ha pasado a convertirse en inmortal 

Ron nos demostró que existe una dimensión de la existencia y de la política en la cual reina la más completa pureza de espíritu, y en la que la que las acciones son motivadas exclusivamente por la búsqueda del bien común. El alma de Ron, era un alma demasiado libre para quedar atrapada entre los barrotes de la política tradicional. 

Fue el barro su instrumento de cambio, su contagioso optimismo y su humanismo su filosofía. No predicaba el cambio, lo hacia con su ejemplo que no es una de las manera de educar si no al decir de Albert Einstein es la única manera. 

Ron quería revolucionar lo cotidiano, lo pequeño, quería hacerle mas fácil la vida a la gente pobre, no promoviendo grandes cambios utópicos, y predicando futuros luminosos que por lo grande y luminosos llegan hasta las puertas de las casitas humildes y no son capaces de penetrar a la cocina y mantener prendida la llama de la esperanza.

Creo que algo similar ocurría con su actitud religiosa. Estando vivo ya volaba hacia gran el misterio, su ser estaba tan cerca de Dios que no necesitaba de intermediarios, ni religiones. Pude comprenderlo en la luz de su mirada, cuando en el transcurso de una conversación sobre Dioses, barro, viento, fuego y agua, cuando le dije: “Ron; pienso trabajar un proyecto que contribuya a traer de regreso las religiones solares de nuestros ancestros” Y sin pensarlo, de inmediato contesto “!Loquito! Me gusta, tu idea, mantenela”

Después de mis hijos fue Ron el único que me decía: “Loquito”. 

Junto a su recuerdo viviré con el pesar de no haber compartido más tiempo con Ron, mis platicas con el siempre las disfruté con el interés con que un discípulo escucha cada palabra de sabiduría de su maestro. 

Los que hemos tenido la suerte de conocer a Ron estamos profundamente orgullosos de que en esta tierra volcánica y húmeda y con grandes nubarrones en su futuro hayan quedado grabadas las huellas de alguien que alcanzo una supra conciencia humana. 

Las futuras generaciones, entre ellas mis hijos, Gabriel y Camilo, tienen en el ejemplo de Ron Rivera un eterno sol como punto de referencia para también hacer de sus vidas un canto al amor y a la solidaridad, en la que “sentir en carne propia cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo” se convierta en la cualidad que reine en el amanecer de una nueva civilización tal y como lo soñó Ron Rivera. Y por lo que también dio su vida.

Escrito a la memoria de un hermano y con cariño para su familia.

GUILLERMO PÉREZ LEIVA


LO PEQUEÑO ES BELLO

Querido Ron 

Te escribo y tu ya no estás, aunque ... me equivoco, sí que estas y estás muy presente en tantas vidas de tantas mujeres y hombres de mil partes del mundo. Personas que aprendieron de ti, que absorbieron tus conocimientos, tu energía, tu esperanza en que la vida es bella que vale la pena vivirla. 

Yo fui un afortunado de conocerte y vivir contigo mil aventuras en esa Nicaragua Nicaragüita. Mil aventuras en un Intermón muy pequeño, muy ilusionado, muy combativo, muy grande. Tu fuiste uno de los que haciste grande a Intermón por que hacías grande a la gente, la ponías en el centro y dejabas todo lo demás como instrumento. 

Yo creo que la muerte de alguien querido es el ultimo y definitivo regalo que recibes de esa persona, por que te resitúa y te dice "vive, vive lo importante y deja que resbale lo que no lo es". 

La frase que me regalaste y que siempre me acompaña es "lo pequeño es bello", porque en lo pequeño es dónde está la esencia, dónde nos jugamos nuestra existencia. Tu fuiste y eres una luz en el camino. Sant Ron de América, Sant Ron de Africa, Sant Ron de Asía, Sant Ron de las artesanas y artesanos. 

En todos los despachos que he tenido en IO, y te asegura que han sido bastantes, siempre me ha acompañado la tarjeta de visita que hiciste cuando IO se sumo a la familia Oxfam. Tu acuñaste el verdadero nombre de IO con ese genial "Oxfam Olé" 

Ron Rivera fue Representante de IO en Nicaragua desde 1992 hasta 1997. Al dejar IO se dedicó de pleno a apoyar a artesanos y artesanas de todo el mundo para que pudieran ganarse mejor la vida, desarrollarse como personas y ser útiles a los demás. 

Gracias a Ron hay millones de filtros de agua en muchos rincones del mundo que siguen salvando vidas. Ron Rivera murió en Nicaragua este mes de septiembre de una malaria cerebral al regreso de un viaje de trabajo en África. Murió con las botas puestas, porque nunca se las quitó. Descansa en paz amigo Ron.

XAVIER PALAU


ANGELES REBELDES
A la memoria de Ron Rivera
A su vida y su obra


Hay quienes pasan por la vida
tan increíblemente
Como ángeles rebeldes aparecen
en los rincones más inhóspitos
del mundo

Han nacido para amar
a los descalzos y a los desposeídos
de la tierra
llevando el agua a los sedientos y los humildes
haciendo hablar al barro con sus manos
pintando una sonrisa
donde gobierna la miseria

Hay quienes con sus alas
y su amor
andan volando por el mundo
Vistiendo a los hambrientos
del planeta
en Nicaragua o en Nigeria
o donde haya un condenado
al olvido y a la muerte

Abrazando a los enfermos
entregando su vida por los pobres
sin ser Profeta, Nazareno
o algo parecido
cargan la cruz de su servicio y compromiso
que habrá de ser la luz
de su recuerdo siempre limpio
cuando retornen a su galaxia

Son simplemente hijos de Dios
aunque ellos nunca lo dijeran
Ángeles que nacieron en la tierra
en medio del odio de la guerra
dejando su huella imborrable, reverdecida
venciendo al egoísmo y al rencor
para sembrar ternura en tanta oscuridad!


LUIS ENRIQUE MEJÍA GODOY
10 de Septiembre, 2008

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