Niña de jobo y de pan
te brotan completuras
desde los quebrados espejos
de un planeta cóncavo
Irrigas tu risa ruquiruqui
en ojales de ilusión
desplegados en allegros
y fugas de una partitura
que escribes en la danza
de tus suspiros
Siembras andenes de lluvia
en los solares de tus rizos
inventándole travesías
al amor que se apacigua
en las pupilas de un asombro
que no concluye
Esparces tus embusterías
como quien planta un patio de
granados para reinventarle
porvenires a los paisajes
de un tiempo triste
Fraguas a las horas los confites
de guayaba de tus días niños
y el fogón de avena de las
abuelerías que construyes cada
hora en el regazo de tus caricias
Multiplicas las cuenterías
sin fin de un don antero que renace
en el horizonte de unos párpados
que dan de comer chocolates
a los gaticos que bajan del cielo
y que glorifican los amaneceres
en los que ningún niño vaya
a la escuela sin el pan que nace
del pilón
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