Se espera siempre por algo o por
alguien que adviene de pronto
soltando sus dardos sobre los días
una piedra que te parte
los párpados te destierra el candor
un disparo certero al canto de un
pájaro que apenas comienza a volar
Se aguarda en silencio
o en grito escudado bajo la tormenta
de las lágrimas o el tremor que viene
de la certeza de que siempre podemos
esperar lo peor como si la vida
fuese un reparto donde alguien elige
de antemano si llegarás o no a la
mesa de las misericordias
Se detiene la hora sobre el reino
de las oscuridades que se despliegan
como soles sobre la alacena de los
suspiros que aún no se han convertido
en besos mientras el tiempo se deshace
en atolondradas migajas de desconcierto
Alguien en alguna parte decide por
nosotros hasta el sabor de la sed
se roba la risa que parimos expropia
la flor que sembramos en el altiplano
de los dedos extendidos en caricias
sumerge la vida en el invernadero
de los abrazos confiscados a la ternura
Aquí estamos reinventando el color
gris de la tarde que se confabula con la
espera como si en verdad alguien o algo
pudiera decidir quienes somos y hacia
dónde se encaminan nuestros avatares
Cuántas florerías no se habrían podido
esparcir en esta intersección de regateos
como si la ilusión de un niño pudiera
subastarse en el toma y dame de los
odios en la transfiguración de lo que somos
en acuerdos y desacuerdos en los cuales
sólo se mide la dimensión de un dios
ausente un escapulario que reescribe
los libros de la codicia y el desamparo
Aquí estamos como si la vida se detuviera
porque alguien legisla la respiración
hipoteca las sístoles desgarra la armónica
continuidad de las moléculas que rigen
la travesía del universo para suplantarlas
por un correaje de inciertas transacciones
Aquí mientras se vuelve ácido el pan
de la noche y las manzanas claman por
morder la piel de la inocencia
mientras la lluvia cansada de trasegar
pesadumbres asciende hasta los linderos
del aire yo sigo esperando la encrucijada
de los desiertos por los que ya no corre
subterráneo el corazón de los cactus
Y sin embargo y a pesar de este
intervalo entre dos pausas
del papiro subyugado de vacíos
y el silencio de los adagios
yo te digo a ti que sueñas herirme
que giras incansable sobre
el espejo de ti mismo
que destrozas hasta
la simetría de las aguas
a ti te digo sin premura y en la
cuerda menor de los murmullos
que aquí quien se empalaga con
la dúlcima coloratura del vivir
quien descubre en la inmensidad
del bosque el más diminuto latido
de las hojas y sorbe sin descanso
las aromerías que se hospedan en el
mirar de mis niños no eres tú
sino yo la hija de luna
la que se cobija en el corazón
violeta de los jazmines
la señora de los pájaros
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