JAVIER HERAUD
19 de enero de 1942 / 15 de mayo de 1963
Sólo soy
un hombre triste
que agota la palabra
Contaba con apenas 21 años cuando más de treinta balas alcanzaron su vértigo mientras intentaba cruzar el río al cual tanto le había escrito.
Como tantos otros, Javier, de maestro y poeta, un día decidió subir a las montañas a ponerse traje de guerrillero, para ir a socavar los cimientos de una tristeza centenaria clavada en el desamparo y miseria de sus hermanos peruanos.
Llevaba la muerte, desde hace mucho, tejida en su pecho. La había visto venir y la aguardaba. Y sabiéndolo fue a su encuentro en esa tarea de ofrendar la vida por la alegría de los otros.
Cuántos como él no hicieron el mismo trayecto hacia los sueños, armados sólo con sus pupilas de niños, sus palabras de alfarero, sus esperanzas libertarias. Y cuántos no fueron y siguen siendo aniquilados, extinguidos en ese oleaje incesante de las balas.
Cuarenta y ocho años después, en sus ojos hechos de pájaros y flores, que aún ven tras las tinieblas de la memoria, qué no dirá el corazón de Javier.
Aún queda tanto por hacer y deshacer, en este tiempo de canciones rotas, de sueños despedazados, de muertes que se enseñorean sobre todos los paisajes.
Sólo queda decir que Javier, y los tantos que como él, no temieron abrirle el pecho al odio de las balas, en su sacrificio y su entrega se perfila ese mundo que deseamos, ese tiempo sin metrallas, esa ilusión de una casa bordada de madres, aromada de frutos, pletórica de niños sin fusiles, regando su asombro por los linderos del planeta. ms
mi casa
1
Mi cuarto es una
manzana,
con sus
libros,
con su
cáscara,
con su cama
tierna para
la noche dura.
Mi cuarto es el
de todos
es decir,
con su
lamparín que
me permite reir
al lado de Vallejo,
que me permite ver
la luz eterna de
Neruda.
Mi cuarto, en
fin,
es una
manzana,
con sus libros,
sus papeles,
conmigo,
con su
coraazón.
2
Por mi ventana nace
el sol casi todas
las mañanas.
Y en mi cara,
en mis manos,
en el dulce
clamor de la luz pura,
abro mis ojos entre la
noche muerta,
entre la tierna
esperanza de
quedar vivo un
día más,
un nuevo día,
para
abrir los
ojos ante la
luz eterna.
Del poemario: "El Río". Lima. 1960
ARTE POÉTICA
En verdad, en verdad hablando,
la poesía es un trabajo difícil
que se pierde o se gana
al compás de los años otoñales.
(Cuando uno es joven
y las flores que caen no se recogen
uno escribe y escribe entre las noches,
y a veces se llenan cientos y cientos
de cuartillas inservibles.
Uno puede alardear y decir
«yo escribo y no corrijo,
los poemas salen de mi mano
como la primavera que derrumbaron
los viejos cipreses de mi calle»).
Pero conforme pasa el tiempo
y los años se filtran entre las sienes,
la poesía se va haciendo
trabajo de alfarero,
arcilla que se cuece entre las manos,
arcilla que moldean fuegos rápidos.
Y la poesía es
un relámpago maravilloso,
una lluvia de palabras silenciosas,
un bosque de latidos y esperanzas,
el canto de los pueblos oprimidos,
el nuevo canto de los pueblos liberados.
Y la poesía es entonces,
el amor, la muerte,
la redención del hombre.
1961
Enlaces a sus poemas completos
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