jueves, agosto 17, 2017

ÁRBOL DE LA VIDA



A Daniel a la hora de la fuga de su padre
el poeta  José Antonio Castro
hacia los paraje estelares


Más allá de toda despedida, esos seres que nos rodearon con su amor, siempre se quedan con nosotros, de otra manera, pero siempre vivos, resplandecientes, presentes.

Pero también sé que la tristeza es el instrumento que este mundo nos ha otorgado para sostenernos, cada vez que logramos procesarla hasta convertir su largo peso, en el leve sonido de un laúd.

Siente uno que fue muy breve el espacio entre esta despedida de hoy y la que nos trajo el viaje de tu madre hacia los predios de las estrellas fugaces.  

Y sin embargo cada mañana nos despiertan esos pájaros azules que dejan las señales de su permanente presencia entre nosotros. Y entonces hacemos nuestras las lecciones de amor esparcidas por el territorio de sus vidas y nos hacemos persistentes sembradores en la tierra abonada de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, para que permanezca ese cultivo de esperanzas en la cual seguimos y seguiremos empeñados.

Hoy cuando te toca entregar a tu padre a esa misma tierra que recibiò a tu madre, te acompaño con el mismo recogimiento pero también con la certeza de que sus pasos quedaron inscritos en el libro de la vida. Y que eso les otorga la ùnica trascendencia a la cual aspiramos: la de ayuhentar todo olvido, hacer presencia en la sonrisa de los nietos, en los pasos que aún damos, en la persistencia de nuestros anhelos y en el sueño de ese porvenir, aún no construido, que sin embargo siempre ha guiado nuestro hacer y nuestro sentir.

Siento la alegría de que hayas podido estar con tu padre, en la certeza de que él estaba decidido a no irse sin abrazarte otra vez y sin dejar en tus manos sus mejores versos, aquellos que dejó vertidos desde tu propio nacimiento.  

Asì èl se marchó tranquilo hacia sus nuevos parajes y tú regresarás a tu compañera y a tus hijos, a tus tareas y compromisos, fortalecido en tus credenciales de buscador de trochas, entre los màs espesos paisajes, en busca de  ese porvenir que intentó tu madre dibujar en los terrenos de la justicia, y que tu padre dejó con pasión y belleza  bordado en sus poemas.

Te abrazo y acompaño, con todo mi afecto


mery sananes
15 agosto 2017




Licenciado en letras (UCV, 1958), master of arts en New York y escritor (poeta, narrador, ensayista, crítico literario, investigador). Realizó cursos de posgrado en estudios iberoamericanos, sociología de la literatura y semiología en la Universidad de La Sorbona de París (1970-1971); de sociología de la literatura y de literatura iberoamericana en la Universidad de Roma (1971-1972); doctorado en la Universidad de París (1972), con la tesis «L’Oeuvre de Manuel Díaz Rodríguez»; profesor de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela y de la Escuela de Letras de LUZ, de la cual ha sido su director (1969-1971), además de director del Centro de Estudios Literarios (1973-1981) y director de la Revista de Literatura Hispanoamericana (1969). Pertenece a la Asociación de Licenciados en Letras, a la AEV, a la Asociación Internacional de Li-teratura Comparada y al Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. Primer premio del concurso de poesía de LUZ (1966) con Humano todavía, del certamen de cuentos de El Nacional (1981) con el cuento “Columba 1925” y el premio regional de literatura Jesús Enrique Lossada  mención poesía (1997). Profesor de posgrado en la UCV, ULA. y LUZ. Ha asistido a numerosos congresos nacionales e internacionales y publicado en reconocidas revistas y periódicos.

Obra poética
Las Manos (1963); Album para Delincuentes (1966); 
Humano Todavía  (1967);
La Bárbara Memoria (1988); 
El Proceso Creador (1975); Poemas (1976); Hiponángela (1978); 
Columba 1925 (1981); Ocultación  y Revelación (1986); 
Mapire (1994); Obra poética (2005).





1 comentario:

Unknown dijo...

Meryluz

Apenas ahora me encuentro con este texto. No lo había notado, en el mar de diligencias y responsabilidades de persona adulta que a uno le toca jugar. Estoy más que impactado. Lo leí esta mañana abrazado con mi esposa en la cama matutina, en voz alta y nos quedamos en silencio, suspendidos.

Te quiero mucho, tengo poco que decir.

Gracias.